Por Terrie Lynn Bittner
Respuesta personal de Terrie
La candidatura de Mitt Romney ha provocado una vez que los medios saquen a la luz la profecía mormona del caballo blanco. A pesar de su popularidad entre los medios y otras fuentes, la profecía no es nada más que una fabricación, el trabajo de un miembro de la Iglesia que contó la historia años después de la muerte de José Smith y luego de la muerte de la otra persona que declaró como testigo de ella. Fue denunciada oficialmente en 1918 por la Iglesia pero dos oficiales de la Iglesia visitaron al hombre que circuló la leyenda antes de morir y le hicieron muchas preguntas acerca de ello. Se desconoce los resultados de la entrevista.
La fuente de la leyenda es Edward Rushton, un adolescente que se unió a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (el nombre apropiado de la Iglesia). Joseph F. Smith, el profeta en 1918, llamó a esta historia ridícula y “un montón de desperdicios”. Él creía que la historia fue creada cerca de diez años después de la muerte de José Smith. Un investigador moderno, Don L. Penrod, cree que Rushton contó la historia como una forma de hacerse a sí mismo importante, un amigo más cercano del profeta de lo que realmente era. La investigación histórica muestra que Rhuston no estaba en la lista de reuniones de José Smith para el día que supuestamente la profecía fue dada a él y el otro hombre, Theodore Turley, ni estuvo presente en la segunda fecha, dos semanas después, cuando la profecía dice haber sido repetida. La versión escrita del suceso está en la mano temblorosa de un hombre anciano, cuya familia, creyéndole, lo hubieran presionado a escribirla. Penrod también encontró que hay agregados y cambios en otra letra. La copia revisada es la única que tenemos actualmente. Lea más acerca de lo que los mormones en realidad creen con respecto a la Constitución y los mormones.
La profecía del caballo blanco se supone que se refiere a caballos de varios colores, cada color representando a un grupo de gente. Los caballos blancos representaban el sacerdocio de Dios, hombres mormones, que salvarían a la nación cuando la constitución pendiera de un hilo. (Los profetas han hablado de la constitución pendiendo de un hilo, pero no en el contexto de esta tan mencionada profecía). La gente se reuniría en las montañas rocosas, donde se volverían ricos mientras todos los demás le hacían frente a las guerras, anarquía y sufrimiento. Y dice que un Zar Ruso dirigiría a las fuerzas contra los justos del mundo.
Aunque esto es meramente extraño, otras partes del documento eran fabricaciones obvias. Se utilizó la palabra Jap, pero esta palabra no era usada en los Estados Unidos en ese tiempo. Ni José Smith diría que los negros estarían preocupados por ser re-esclavizados, debido a que aún no habían sido liberados y la profecía no decía que alguna vez lo serían. Ni Francia e Inglaterra estuvieron luchando contra Rusia en la época que la profecía dijo que se daría. El vocabulario también es un tema en la revelación. La revelación utilizó la palabra “mormón” para referirse a los miembros de la iglesia, un término que José Smith rechazaba y se rehusaba a utilizar; él prefería la palabra “Santos”, la cual los mormones hoy en día continúan prefiriendo. Tampoco usó jamás el término “impíos chinos”.
Sin embargo, aún más importante que todas estas pruebas incidentales es la declaración realizada por el élder Joseph Fielding Smith en la conferencia del mismo 1918 en la que el profeta denunció la leyenda. Explicó que el método en la que la tan mencionada revelación fue brindada estaba simplemente fuera de línea con la forma en que se recibían las revelaciones. Él indicó que todo el que había estudiado las escrituras y las enseñanzas de la iglesia no necesitaría siquiera preguntarle si eran verdaderas. La revelación no es revelada en oscuridad ni guardada en secreto.
El propósito de la revelación es ayudar a los hijos de Dios a prepararse para el futuro. Para un profeta, recibir una revelación y guardarla en secreto, a excepción de los dos hombres que no tenían razón de habérseles dicho, haría inútil la revelación. Nunca es dada solamente para entretener o para informar sólo al profeta. La revelación debe ser presentada por medio de los canales apropiados.
Un artículo de George Cacobe (La Profecía del Caballo Blanco) demuestra que de acuerdo a las escrituras mormonas, las profecías, a ser consideradas válidas, deben cumplir tres estándares indoblegables:
1. Deben venir del mismo profeta.
2. Deben ser informadas y aprobadas por la Primera Presidencia y el Quorum de los Doce. La Primera Presidencia consiste en el profeta y sus dos consejeros. El Quorum de los Doce está conformado por doce apóstoles. Juntos son el cuerpo máximo de la iglesia.
3. Deben ser presentadas a toda la iglesia para su aprobación.
Obviamente, estos procedimientos no fueron cumplidos en esta situación, lo que automáticamente invalida la declaración. Cacobe indica que sólo dos revelaciones han sido canonizadas en más de 100 años. Aunque los profetas pueden presentar nuevas revelaciones de Dios, más a menudo su responsabilidad primaria es testificar de Jesucristo y recibir revelaciones con respecto a la dirección de la Iglesia.
Los mormones aceptan las enseñanzas bíblicas sobre los profetas. En la Biblia aprendemos que Dios no hará nada si no es por medio de Sus profetas y que Su Iglesia está edificada sobre el fundamento de profetas y apóstoles. Dios siempre ha comunicado a Sus hijos por medio de Sus profetas, con el fin de evitar la confusión que viene cuando una multitud de gente declara saber lo que Dios quiere que la Iglesia haga.
De vez en cuando Dios ha hablado sobre el papel del gobierno por medio de revelación. Los mormones creen en apoyar y honrar a los gobiernos. En una declaración de los trece artículos de fe, José Smith escribió:
“Creemos en estar sujetos a los reyes, presidentes, gobernantes y magistrados; en obedecer, honrar y sostener la ley” (12° Artículo de Fe).
Los mormones creen que las iglesias deben permanecer políticamente neutrales excepto en áreas que afecten directamente las áreas normales de preocupación religiosa, tales como la moralidad y la libertad de religión. No apoyan o rechazan candidatos por oficio, ni apoyan a un partido específico. Los líderes mormones en los más altos rangos han pertenecido a ambos partidos políticos principales de los EE.UU. en tiempos modernos.
Como parte de una declaración detallada sobre neutralidad política, el liderazgo oficial de la iglesia dice:
“La Iglesia no:
- Apoya, promueve o se opone a partidos políticos, candidatos o afiliaciones.
- Permite que sus edificios, lista de registros de miembros u otros recursos se usen para fines políticos partidistas.
- Intenta dirigir a sus miembros hacia qué candidato o partido deben votar. Esta política se aplica independientemente si el candidato es o no miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
- Intenta dirigir o influir en un líder gubernamental.
La Iglesia sí:
- Alienta a sus miembros a actuar como ciudadanos responsables en sus comunidades, incluso a informarse sobre temas de interés publico y votar en las elecciones.
- Espera que sus miembros participen en el proceso político de una manera civil e informada, respetando el hecho que los miembros de la Iglesia provienen de una gran variedad de antecedentes y experiencias y pueden crear diferencias de opinión en asuntos de partidos políticos.
- Solicita a los candidatos a puestos de elección popular no asumir que su candidatura o plataforma política son apoyadas por la Iglesia.
- Se reserva el derecho como institución de manifestarse, en una manera no partidista, sobre temas que considera tienen significancia en la comunidad consecuencias morales o que directamente afectan los intereses de la Iglesia.
Aunque algunos han intentado retratar la profecía del caballo blanco como alguna clase de prueba de que la iglesia está detrás de la candidatura de Romney, es importante tener en cuenta que ni Romney ni su padre creían en la profecía y que la iglesia misma no cree en ella. La Iglesia es una iglesia mundial con intereses globales, ninguno de los cuales incluye colocar a los mormones en oficio. Su enfoque está en hacer la obra de Dios, y esto se realiza por medio de medios religiosos, no colocando gente en posiciones políticas. Hay mormones en oficio que representan tanto a los partidos políticos entre ellos, algunos sostienen puntos de vista políticos que se alinean con las posiciones políticas de los mormones y algunos sostienen puntos de vista opuestos. (La inmigración es un ejemplo de esto). La iglesia no controla a estos líderes y no los presiona por oponerse a las estancias mormonas sobre estos temas. Los mormones están mucho menos involucrados en los temas de gobierno a un nivel oficial de lo que lo están muchas iglesias. No invitan a los candidatos políticos a hablar en reuniones de la iglesia y a tiempo completo, los oficiales de alto nivel de la iglesia están prohibidos de apoyar abiertamente a un candidato, con el fin de evitar la influencia de votos entre los miembros.
Una reciente encuesta Pew sobre mormones demostró que muchos mormones estaban un poco preocupados acerca de tener un presidente mormón. Están conscientes de que serían tomados en cuenta por el público por cada decisión que un presidente mormón pudiera tomar, incluso si no tiene nada que ver con su fe. Sus decisiones podrían hacer más complicada la obra misional internacional. Los mormones generalmente prefieren ser definidos por sus líderes religiosos y sus propias creencias, no por los miembros de la Iglesia que no tienen autoridad, pero que son erróneamente percibidos como que tienen autoridad dentro de la Iglesia. Por esta razón, pocos están ansiosos de votar por un mormón sólo porque es mormón; la mayoría de mormones evalúa a los candidatos mormones de la misma manera que evalúan a los demás candidatos.
“La necesidad de la civilidad es tal vez la más relevante en el ámbito de la política partidista. Ya que la Iglesia opera en países alrededor del mundo, saluda a la riqueza del pluralismo. Por lo tanto, la diversidad política de los Santos de los Últimos Días abarca todo el espectro ideológico. Los miembros individuales son libres de elegir su propia filosofía política y afiliación. Por otra parte, la Iglesia misma no se alinea con ninguna ideología o movimiento político en particular. Esto desafía a la categoría. Sus valores morales pueden ser expresados en una serie de partidos e ideologías.
Además, la Iglesia ve con preocupación las políticas de temor o extremismo retórico que hacen imposible la discusión pública. Conforme la Iglesia empieza a crecer en prominencia y sus miembros alcanzan un perfil político más alto, una diversidad de voces y opinión le siguen naturalmente. Algunos pueden incluso confundir estas voces como autoritarias o representativas de la Iglesia. Sin embargo, los miembros individuales piensan y hablan por sí mismos. Sólo la Primera Presidencia y los Doce Apóstoles hablan por toda la Iglesia”