Dos jóvenes miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días formarán parte de la delegación de 66 atletas que representará a la República Dominicana en los Juegos Olímpicos de Tokio.
Josué Domínguez y Alejandra Aybar son nadadores dominicanos clasificados para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos Tokio 2021 respectivamente.
A sus 24 años, Josué Domínguez cursa la licenciatura en Bioquímica de la Universidad Brigham Young (BYU) de Estados Unidos, y en paralelo dedica unas 20 horas a la semana al deporte de la natación y trabaja en un grupo de investigación en la misma universidad.
Josué sirvió como misionero de la Iglesia en la Misión Puebla Sur México. “La obra misional me ayudó a entender cómo Dios me habla y a buscar Su guía”, dice Domínguez, quien ha ganado diferentes medallas, siendo la primera en los juegos celebrados por la Confederación Centroamericana y del Caribe de Aficionados a la Natación (CCCNA) 2011. Más adelante, en el año 2019, ganó la medalla de oro en 100 y 200 metros pecho.
Él explica que el éxito alcanzado se debe en gran manera a una frase que su madre le repetía cuando era niño, atribuida a Gordon B. Hinckley, quien entonces era el presidente de la Iglesia:
“Debemos procurar la excelencia en todo lo que hacemos”.
Además, cuenta que su escritura favorita y la que lo inspira mucho es “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo dondequiera que vayas”. Insta a los jóvenes a “buscar el propósito de aquello a lo que se dedican, porque esto les permitirá llevarlo a cabo con pasión”.
Otra talentosa y conocida deportista es Alejandra Aybar, una joven atleta paralímpica con una fe firme en Dios, promotora de buenos principios y valores, quien expresa agradecimiento por sus metas logradas.
“Estos juegos son un sueño hecho realidad. Durante los últimos tres años cada día ese ha sido mi propósito de levantarme y dar lo mejor de mí en el agua, sabiendo que por sacrificios se dan bendiciones”, expresa Alejandra.
Ella padece una enfermedad genética llamada osteogénesis imperfecta (comúnmente conocida como “huesos de Cristal”), la cual provoca debilidad en los huesos, pero eso no la detiene en su desarrollo profesional y espiritual.
“Mi mayor dificultad es la naturaleza de mi cuerpo, fortalecerlo y enseñarle a usar lo que tiene de la manera más efectiva, disciplinarlo en otras palabras, dar lo mejor y no desistir aún con dolor y sobre todo estar abierta a las correcciones para seguir evolucionando. Entiendo y sé que las dificultades son parte del proceso, y que están ahí para que alcancemos nuestro máximo potencial”.
Alejandra siempre ha contado con el apoyo de su entrenador Gálvez Capriles, psicólogo deportivo, sin embargo, su fortaleza radica en la fortaleza en Dios.
“Antes de tirarme a la piscina le pido a Papá Dios que bendiga mi entrenamiento y obviamente, yo me encargo de hacer mi parte”.
En el ámbito profesional, es egresada de la carrera de Ingeniería Industrial, con experiencia laboral en el sector de dispositivos médicos. Ganó la primera medalla para la República Dominicana como nadadora paralímpica en los Juegos Parapanamericanos de Lima, Perú 2019, en la modalidad de 100 metros pecho.
Esta campeona deportiva es también una conocida oradora motivacional y activista de la inclusión que ha sido figura en diferentes campañas nacionales e internacionales para promover una sociedad más inclusiva.