La Organización de Estados Americanos (OEA) concluyó su 50ª Asamblea General con un especial llamado a sus países a velar por la libertad religiosa. Según su Resolución de Derechos Humanos, específicamente el punto xi titulado: “Derecho a la libertad de conciencia y religión o creencia”.
La OEA prescribió “proteger el derecho de todos a la libertad de pensamiento, conciencia y religión o creencia, lo que incluye la libertad de tener o no tener, cambiar o adoptar una religión o creencia de su elección y la libertad, ya sea de manera individual o en comunidad con otros y en forma pública o privada, de profesar una religión o creencia mediante cultos, ceremonias, prácticas o enseñanzas”.
Este organismo interamericano reconoció además de manera especial “el derecho o la libertad de los padres de que sus hijos reciban una educación moral y religiosa acorde a sus creencias”.
27 de octubre: Día de la Libertad Religiosa
Dentro de las resoluciones adoptadas por la Asamblea General de la OEA se reconoce el 27 de octubre como Día Internacional de la Libertad Religiosa y llama a la realización de un diálogo regional sobre el tema:
“Solicitar a la Secretaría General que dé seguimiento a los mandatos contenidos en la resolución AG/RES. 2941 (XLIX-O/19) organizando un diálogo regional sobre el derecho a la libertad de conciencia y religión o creencia, idealmente en seguimiento al Día Internacional de la Libertad Religiosa, celebrado el 27 de octubre, con las aportaciones de los Estados Miembros, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y otros actores religiosos y de la sociedad civil que conduzcan a un debate sobre mejores prácticas, incluida la protección de lugares de culto”.
¿Por qué los miembros de la iglesia tienen la responsabilidad de proteger la libertad religiosa?
Brett G. Scharffs, director del Centro Internacional para los Estudios de Derecho y Religión en BYU, también se pronunció sobre el valor de la elección con respecto a la libertad religiosa.
“Nuestra esperanza es que podamos explorar maneras en que la libertad religiosa para todos, incluida la libertad de no ser religioso, pueda y deba contribuir al bien común. Una esperanza que en ocasiones parece desolada en un clima social y político que parece, de algún modo, haber renunciado a la idea de que incluso existe un bien común.”