Una pregunta honesta que muchos nos hacemos: “Si trato de vivir bien, ¿por qué se supone que debo arrepentirme todos los días?” La palabra “arrepentimiento” suele sonar fuerte, como si fuera solo para quienes han cometido pecados “graves”. Pero en realidad, el arrepentimiento diario no tiene que ver con culpa, sino con progreso.
Arrepentirse no es una lista de pasos, es una forma de vivir

El arrepentimiento verdadero no es simplemente decir “me equivoqué” y ya. Es una forma de pensar y sentir diferente. El presidente Ezra Taft Benson enseñó que el arrepentimiento es un cambio de corazón y de mente. Es darte cuenta de que podrías mejorar algo, por mínimo que sea, y decidir acercarte más a Dios.
Por eso, arrepentirse no es algo que haces una vez cuando te portas mal, sino una práctica constante. Un estilo de vida donde reconoces que siempre puedes crecer un poco más.
¿Y qué pasa si no me siento “tan mal”?
No siempre vas a sentir remordimiento profundo por cada cosa. A veces solo se trata de ver con más claridad y darte cuenta de que algo no te está ayudando espiritualmente. Lo que sí debemos cuidar es no confundir la tristeza que viene del Espíritu con culpa que nos paraliza.
Si esa incomodidad te impulsa a mejorar y buscar al Señor, estás en el camino correcto. Si, en cambio, te hace sentir que no vales nada o que no puedes cambiar, entonces recuerda: el Señor no te acusa, te invita. Su misericordia siempre está disponible.
¿Cómo se ve el arrepentimiento en la práctica diaria?

Aunque hay pasos que ayudan a organizar nuestras ideas (como reconocer el error, sentir pesar, confesar, reparar y dejar atrás el pecado), el arrepentimiento diario no tiene que ser formal o rígido. Es algo más natural y personal. Por ejemplo:
- Reconocer cuando no actuaste con paciencia.
- Pedir perdón por juzgar a alguien injustamente.
- Orar con sinceridad, diciendo: “Señor, ayúdame a ser mejor hoy que ayer”.
Pequeños ajustes que hacen una gran diferencia.
Ideas equivocadas sobre el arrepentimiento (que ya podemos soltar)
- “Solo necesito arrepentirme si cometo pecados grandes”: No es así. El arrepentimiento es para todos, todo el tiempo. A veces no es por algo “malo”, sino por algo que podríamos hacer mejor.
- “Tengo que ser casi perfecto antes de poder arrepentirme”: Justo al revés. Nos arrepentimos precisamente porque no somos perfectos. No hay requisitos previos. Solo humildad.
- “Dios se cansa si cometo el mismo error más de una vez»: Falso. Si sigues intentándolo con sinceridad, Dios sigue perdonando. Él conoce nuestras luchas y nunca se rinde con nosotros. Mosíah 26:30 lo deja clarísimo.
¿Entonces por qué arrepentirme cada día?

Porque nos ayuda a estar más conectados con Dios. El arrepentimiento no es una señal de debilidad; es una muestra de que queremos seguir creciendo. Es reflexionar, mejorar y volver al camino si nos desviamos.
Y lo mejor: cuando Dios perdona, no guarda rencor. Él promete que ya no recordará nuestros errores si nos arrepentimos de corazón (DyC 58:42–43). Eso nos permite avanzar sin culpa, con confianza y esperanza.
Conclusión rápida
Arrepentirse cada día no significa vivir con culpa, sino con intención. Es reconocer que aún tenemos cosas por aprender, hábitos por cambiar, y corazones por pulir. Es usar la gracia del Salvador como impulso diario para mejorar.
¿Y tú? ¿Qué podrías ajustar hoy para acercarte más a Dios?
Fuente: Ask Gramps



