Pregunta
¿En qué momento debo confesarle a mi obispo si he cruzado el límite de la ley de castidad? Sé que puedes arrepentirte por ti mismo. Sin embargo, también sé que los pecados graves deben confesarse al obispo. ¿Dónde se encuentra ese límite? Gracias.
Emily
Respuesta
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Estimada Emily,
Por lo general, hay dos razones por las que las personas hacen esta pregunta. (1) Ya han quebrantado la ley de castidad y quieren saber si han ido “demasiado lejos” o (2) no han hecho nada todavía y quieren tener cuidado de no ir “demasiado lejos”.
Espero que te encuentres en la segunda categoría, pero intentaré responder ambas preguntas.
Para aquellos en la primera categoría…
Si están preocupados por algo que han hecho y se preguntan si necesitan hablar con el obispo. Entonces, simplemente vayan a hablar con él.
A veces, pensamos que ir a donde el obispo es como ir a la oficina del director de una escuela o, en otras palabras, es un castigo.
Sin embargo, no creo que el Señor haya tenido eso en mente cuando nos proporcionó este proceso de arrepentimiento.
Cuando uno quebranta la ley de castidad, que es un pecado grave, y representa una seria desviación del “sendero estrecho y angosto”. Me gusta pensar en el obispo como un guía amoroso que nos ayudará a regresar al sendero correcto.
El propósito del obispo no es “darnos algunos azotes” (2 Nefi 28:8), sino guiarnos con amor y acompañarnos en nuestro camino de regreso al Salvador.
Sí, es cierto que a veces ese camino puede incluir que nos retiren temporalmente nuestros derechos como miembros o, en casos extremos, la excomulgación. Pero, esto también tiene como finalidad ayudarnos y no castigarnos.
Imagina que un doctor debe cortarle el dedo del pie a un paciente porque tiene gangrena. El doctor no está castigando al paciente, lo está salvando. La gangrena puede propagarse y matar al paciente si no se detiene.
El pecado es como una gangrena espiritual y, a veces, se necesitan cosas como que se nos retiren nuestros derechos como miembros o ser excomulgados para detener la propagación del pecado (la enfermedad).
Para aquellos en la segunda categoría…
Lo más importante es escuchar al Espíritu, ya que existen diversas formas de pecar, como dijo el rey Benjamín.
En la actualidad con las redes sociales, la pornografía y demás, nos podemos ver envueltos en situaciones que nos inciten a transgredir la ley de castidad. Pero, recuerda que el Espíritu Santo nos acompaña en todo momento para advertirnos antes de cometer cualquier error.
Ten en cuenta que hay algunas actividades que, si bien pueden no ser cosas que necesiten ser confesadas al obispo, harán que sea más difícil sentir el Espíritu.
Lo mencionado se describe con mucha claridad en el folleto “Para la Fortaleza de la Juventud”, así que sería bueno que lo leyeras, incluso si no perteneces a los hombres o mujeres jóvenes. El folleto puede ser de gran ayuda.
La forma más sencilla en que puedo responder tu pregunta es:
No consumas materiales que pongan en riesgo tu obediencia a la ley de castidad, como por ejemplo la pornografía.
No permitas que nadie toque tu cuerpo ni toques el cuerpo de otra persona inapropiadamente, entiendes la idea.
Siempre escucha al Espíritu Santo.
Asimismo, evita los besos apasionados, ya que estos envían señales a tu cuerpo para continuar con más actividades. Cuanto más avances por ese camino, más difícil será detenerte. Nuestros cuerpos están diseñados para querer procrear. Así que mi advertencia es que no te involucres prematuramente con ese poderoso propósito.
Finalmente, te diría que cuando las relaciones sexuales se mantienen dentro de los lazos del matrimonio, son una forma hermosa en que una pareja puede volverse más cercana.
Cuando se mantienen dentro de los límites adecuados, de hecho es una parte maravillosa de nuestras vidas.
Espero que mi respuesta te haya ayudado.
Fuente: Ask Gramps