Pregunta: Mi esposa y yo tenemos cinco hijos. Ella ya no quiere tener más hijos, pero según mi entendimiento, el mandamiento “fructicad y henchid la tierra” significa tener hijos hasta que el Padre Celestial deje de enviarnos espíritus. Mi esposa me ha pedido que me haga una vasectomía. ¿Es un pecado prevenir el embarazo en un matrimonio?
Respuesta: Esta es una pregunta fantástica y una con la que luchan muchas parejas de Santos de los Últimos Días. Es fácil ver por qué. El hecho es que si bien los principios y las doctrinas no han cambiado, la aplicación y el énfasis específicos sí. Algunos se confunden cuando lo que se dijo hace décadas difiere con lo que se dice hoy.
El Presidente Ezra Taft Benson dijo, “El profeta más importante, en lo que nos concierne a nosotros, es el que vive en la actualidad.” Es importante considerar esto con respecto al control de la natalidad. Si las enseñanzas del pasado aparentemente no coinciden con las enseñanzas actuales, vamos con lo que el Señor ha revelado para nuestro tiempo.
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La responsabilidad divina de ser padres
Para empezar, nuestros líderes, del pasado y el presente, siempre han enfatizado el deber de las parejas de Santos de los Últimos Días, cuando son físicamente capaces, de traer al mundo a los hijos espirituales de Dios dentro del convenio. En 1942, la Primera Presidencia declaró:
“El Señor nos ha dicho que es el deber de todo marido y mujer obedecer el mandamiento dado a Adán de multiplicarse y henchir la tierra, para que las legiones de espíritus escogidos que esperan tabernáculos de carne puedan venir a la tierra y progresar por medio del gran plan de Dios y llegar a ser almas perfectas, porque sin estos tabernáculos de carne no pueden progresar y llegar al lugar que Dios les ha destinado.
Por lo tanto, todos los maridos y las mujeres en Israel deben llegar a ser padres de niños que nazcan bajo el sagrado convenio eterno” (Conferencia General de octubre de 1942, discurso “Por Esta Vida Y Por La Eternidad”).
Durante décadas, los líderes de la Iglesia han condenado en gran medida el control de la natalidad en todas sus formas. El Presidente Kimball, en particular, declaró:
“Los parientes, los amigos y a veces incluso las madres instan a que los recién casados controlen la natalidad. Las excusas sobran, aunque son generalmente pobres… La Iglesia no puede ni aprobar medidas que tan marcadamente pongan límites al tamaño de la familia” (Teachings of Spencer W. Kimball, págs.328–329).
Caso cerrado, ¿verdad? Bueno, aún no hemos terminado. Recuerda que “creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente revela, y creemos que aún revelará muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios” (Artículo de fe: 9). En los últimos años, y en respuesta quizá a circunstancias cambiantes, el Señor ha revelado más sobre este tema.
Tú y el Señor deciden cuántos hijos tener y cuando
El Élder Neil L. Anderson declaró de una manera muy hermosa:
“Expresamos profunda gratitud por la enorme fe que demuestran los esposos y las esposas (especialmente nuestras esposas) en estar dispuestas a tener hijos. Cuándo tener un hijo o cuántos hijos tener son decisiones privadas entre el esposo, la esposa y el Señor. Éstas son decisiones sagradas, decisiones que se deben tomar en sincera oración y realizarse con gran fe.” (“Los hijos”, Conferencia General de octubre de 2011).
Otros apóstoles y profetas han repetido este principio en nuestros días.
Cuando decidimos cuántos hijos tener y cuando los tenemos, es importante considerar el bienestar (físico, mental, emocional y espiritual) de la madre. El Presidente Gordon B. Hinckley enseñó:
“Por supuesto que creemos en tener hijos… Ese es un asunto sagrado que queda entre la pareja y el Señor. La declaración oficial de la Iglesia en este asunto dice lo siguiente: ‘Los esposos deben ser considerados para con sus respectivas esposas, quienes tienen la mayor responsabilidad no solamente de dar a luz a los hijos sino de velar por ellos desde su infancia, y deben ayudarlas a conservarse saludables y fuertes’” (Manual General de Instrucciones, sección II, “Normas”)” (Piedras angulares de un hogar feliz, pág. 6).
David O. Mckay, mientras afirmaba la idea de permitir que los hijos vengan naturalmente, agregó:
“En todo esto, sin embargo, se debe cuidar de la salud de la madre. En el ámbito de su papel de esposa, la mujer ha de ser la autoridad suprema” (Gospel Ideals, pág. 469).
¿Para qué es la intimidad sexual?
El Élder J. Reuben Clark ejemplificó la enseñanza de sus tiempos cuando declaró “el propósito principal del deseo sexual es procrear. La satisfacción sexual debe tenerse ante ese peligro” (J. Reuben Clark, Jr., Conferencia General de octubre de 1949). Sin embargo, ahora, el enfoque ha cambiado ligeramente para dar espacio a la intimidad sexual por el bien de la intimidad.
El “Manual de Instrucciones de la Iglesia” declara:
“Las parejas casadas deben entender también que las relaciones sexuales en el matrimonio son divinamente aprobadas, no solo para el propósito de la procreación, sino también como un medio de expresar el amor y fortalecer los lazos emocionales y espirituales entre el esposo y la esposa” (Manual 2: Administración de la Iglesia 21.4.4, “Control de Natalidad”).
El control de la natalidad: ¿Qué está bien? ¿Qué no está bien?
Debido a que las parejas pueden determinar, con el Señor, el ritmo de tener hijos (y nadie aboga por la abstinencia conyugal como método anticonceptivo), parece lógico que ciertas formas del control de la natalidad están bien.
Entonces, ¿qué tipos de control de la natalidad son admisibles? Se debe saber que el aborto se considera un pecado grave, excepto en casos de abuso, violación, incesto o condiciones que pongan en riesgo la vida del bebé o la madre. En cuanto a los anticonceptivos, las píldoras, los condones y similares, no hay restricciones actuales.
Con respecto al tema del control de la natalidad, lds.org declara:
“Se insta a los cónyuges a orar y a consultarse mutuamente al planificar su familia. Entre los asuntos que deben considerar están la salud física y mental de ambos progenitores, así como su capacidad de proveer para las necesidades básicas de sus hijos.”
“Las decisiones en cuanto al control de la natalidad, y sus consecuencias, corresponden únicamente a la pareja casada. Sin embargo, el aborto como un método de control de la natalidad es contrario a los mandamientos de Dios.”
Pero, ¿qué sucede con los procedimientos quirúrgicos, como la “ligadura de trompas”, histerectomías y vasectomías? El Manual 2: Administración de la Iglesia establece:
“La Iglesia aconseja enérgicamente no participar en la esterilización quirúrgica como método optativo de control de la natalidad. Solo se debe considerar en estos casos: (1) si por razones médicas la vida o la salud está en grave peligro; o (2) si algún defecto de nacimiento o trauma grave ha causado que una persona quede mentalmente incompetente y no responsable de sus acciones.
Esas condiciones deben determinarse mediante la opinión médica competente y de acuerdo con la ley. Aun así, las personas responsables de tomar esa decisión deben consultarse entre sí y asesorarse con el obispo, y deben recibir confirmación divina de su decisión por medio de la oración” (21.4.15, Esterilización quirúrgica).
Sin duda, fue una fuerte declaración y para muchos esa será la palabra definitiva sobre el tema. Sin embargo, es aquí donde me apresuro para agregar la perspectiva del Élder Dallin H. Oaks:
“Ahora, hermanos y hermanas, si están preocupados por algo que acabamos de decir. Por favor, escuchen con mucha atención lo que voy a decir ahora…”
“Si sienten que son un caso especial para que el fuerte consejo que di no se aplique a ustedes. Por favor, no me escriban una carta. ¿Por qué haría esta petición? He aprendido que el tipo de consejo directo que he dado resulta en una gran cantidad de cartas de los miembros que sienten que son una excepción y desean que les confirme que las cosas que dije simplemente no se aplican a ellos en su circunstancia especial…”
“Como autoridad general, tengo la responsabilidad de predicar principios generales. Cuando lo hago, no intento definir todas las excepciones. Existen excepciones a algunas reglas… Pero, no me pidan que opine sobre sus excepciones. Solo enseño las reglas generales. Si una excepción se aplica a ustedes es su responsabilidad. Deben resolver eso individualmente, entre ustedes y el Señor.” (“Dating vs. Hanging Out,” Ensign, junio de 2006).
Recuerda lo que José Smith enseñó:
“Aquello que está mal bajo una circunstancia, puede que, y con frecuencia estar bien bajo otra… este es el principio sobre el cual se gestiona el gobierno de los cielos, por medio de la revelación adaptada a las circunstancias en las que se encuentran los hijos del reino. Lo que Dios requiera está bien, no importa lo que sea” (Historia de la Iglesia, 5: 135).
Entonces, ¿los consejos del Presidente Oaks y del Profeta José Smith se aplican a la esterilización quirúrgica, o el Señor dio la última palabra sobre el tema a través del Manual de Instrucciones?
Mi opinión
En mi opinión, al unir todas estas lecturas, creo que siempre hay espacio para que el Señor dé revelación personal a una pareja o una persona. Por ejemplo, Él le dio el mandamiento a Israel de “no matarás.” Pero, le dijo a Nefi que matara a Labán. Sin embargo, debemos tener cuidado de no engañarnos para creer en algo porque queremos creerlo.
El adversario tiene la habilidad de hacernos creer que las impresiones que “deleitan la mente carnal” son divinas cuando en realidad no son inspiradas (Alma 30:53). Vivir cerca del Espíritu a través de la fe, el arrepentimiento y la obediencia nos ayudará a discernir.
Creo que es posible que el Señor apruebe la vasectomía o una “ligadura de trompas” si la pareja ha cumplido el mandato divino de traer hijos al mundo y el Espíritu confirma que ya no tengan más hijos. Personalmente, no recomendaría una histerectomía porque, a diferencia de una vasectomía o de una sonda, ese procedimiento es irreversible.
Por supuesto, no tomaré la decisión con respecto al control de la natalidad por ti. Eso es entre tú, tu cónyuge y Dios, al sopesar cuidadosamente las enseñanzas de los profetas y al buscar revelación a través de la oración y el ayuno.
Tal vez, nunca uses ninguna forma de control de natalidad y dejes que esos pequeños espíritus vengan como quieran. Quizá, optes por usar anticonceptivos, pero no someterte a una esterilización quirúrgica. O, quizá optes por una vasectomía o un procedimiento de ligación de trompas.
Al sopesar estas opciones, considera esto:
“La decisión con respecto a cuántos hijos tener y cuándo tenerlos es extremadamente íntima y privada y debe quedar entre los cónyuges y el Señor. Los miembros de la Iglesia no deben juzgarse unos a otros en este asunto” (Manual 2: Administración de la Iglesia, 21.4.4, “Control de Natalidad”).
Espero que esto te haya dado un poco de luz y que Dios los bendiga en este viaje juntos.
Artículo originalmente escrito por Jonathan Decker y publicado en ldsliving.com con el título “Ask a Latter-day Saint Therapist: Is Birth Control Against the Commandments?”