Se dice que “Elohim”, “Jehová”, “Adonai”, entre otros nombres hebreos similares encontrados en el Antiguo Testamento para referirse a un Dios son simplemente títulos diferentes que enfatizan diferentes atributos del “único Dios verdadero”.
Para respaldar esta declaración, algunas personas citan versículos del Antiguo Testamento que hablan de “Jehová vuestro Dios [Elohim]” (Deuteronomio 4: 2; 4:35; 6: 4) como prueba de que estos son títulos diferentes para un mismo Dios.
La creencia de que Elohim era el Dios Todopoderoso y Padre de todos nosotros, y que Jehová era y es Jesucristo, Su Hijo, se basa en las Escrituras modernas (DyC 110: 1-4) y no en una Escritura bíblica.
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“El velo fue retirado de nuestras mentes, y los ojos de nuestro entendimiento fueron abiertos. Vimos al Señor sobre el barandal del púlpito, delante de nosotros; y debajo de sus pies había un pavimento de oro puro del color del ámbar.
Sus ojos eran como llama de fuego; el cabello de su cabeza era blanco como la nieve pura; su semblante brillaba más que el resplandor del sol; y su voz era como el estruendo de muchas aguas, sí, la voz de Jehová, que decía:
Soy el primero y el último; soy el que vive, soy el que fue muerto; soy vuestro abogado ante el Padre.”. (DyC 110: 1-4)
Las enseñanzas de los profetas y apóstoles modernos tienden a reforzar este uso, como cuando el presidente Joseph F. Smith enseñó: “Entre los hijos del Espíritu de Elohim, el primogénito fue y es Jehová o Jesucristo”.
El uso de los títulos “Elohim” y “Jehová” por parte de los Santos de los Últimos Días para referirse a Dios nuestro Padre Celestial y a Su Hijo Unigénito, Jesucristo, respectivamente, no pretende decir que así es como estos títulos siempre se han usado en el pasado, incluso en la Santa Biblia.
De hecho, estos títulos son una convención de nomenclatura que se usa en la Iglesia moderna para brindar mayor claridad y precisión.
Dado que Cristo puede haber hablado como “el Padre” en muchas ocasiones, los santos modernos usan estos títulos para evitar confusiones, independientemente del “papel” del Personaje divino que se esté discutiendo.
Dado que esta terminología no había sido estandarizada por conveniencia y claridad antes del siglo XX, no se espera que los primeros escritos de la Iglesia usen siempre los mismos nombres, ya que esto solo comenzó a ponerse en práctica décadas más tarde.
Asimismo, no es recomendable intentar leer la Biblia como si sus escritores siguieran la misma práctica moderna, ya que ellos se encuentran en un momento diferente de la historia y esto puede generar confusión y malas interpretaciones.
Aunque el título “Elohim” se entiende y se usa en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días como el nombre de Dios el Padre Eterno, y el nombre de Jehová está reservado para Su Hijo Unigénito, Jesucristo, esto no siempre fue así.
Los miembros de la Iglesia de Jesucristo del siglo XIX generalmente usaban el título “Jehová” como el nombre de Dios Padre. Los Santos de los Últimos Días también reconocen que la palabra hebrea “Elohim” se usaba en la antigüedad como una palabra genérica para referirse a un “dios”.
El uso de Elohim y Jehová en el Antiguo Testamento
La separación de “Elohim” y “Jehová” en el Antiguo Testamento hebreo no es tan clara como nos enseñan los detractores.
Las siguientes escrituras ilustran la confusión de ambos nombres en el Antiguo Testamento:
– Éxodo 34:23 combina las palabras hebreas Adon (Señor), Jehová (SEÑOR) y Elohim (Dios de Israel) en un título que se traduce como “Jehová el Señor, Dios de Israel” o “Señor Jehová, Dios de Israel”
– La versión hebrea de Salmos 82: 1 dice: “Dios [Elohim] está en la asamblea de Dios; en medio de los dioses juzga [Elohim]”.
– El Salmos 110: 1 dice: “Jehová dijo a mi Señor [Adonai]: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” (Hebreos 1: 1-3 indica que Dios el Padre le dijo esto a Jesucristo; véase también Mateo 22:44; Marcos 12:36; Lucas 20:42.)
– En una ocasión (Salmos 8: 5), el término hebreo “Elohim” incluso se transforma para referirse a la palabra “ángeles”. El texto hebreo afirma que Jehová hizo al hijo del hombre “un poco menor que Elohim” (Reina Valera, “ángeles”).
Aunque las traducciones más literales de “Elohim” en este versículo hacen referencia a “Dios”, existe una justificación para que haya sido traducido como “ángeles”: Hebreos 2: 7 cita este versículo, usando la palabra griega aggelos (“ángeles”) en lugar de “Elohim”.
– También encontramos que “Elohim” se traduce en cuatro casos como “jueces” (Éxodo 21: 6, Éxodo 22: 8-9), aunque “representante de Dios” es probablemente el significado que se buscó. Esto, sin embargo, muestra que los escritores inspirados usaron los nombres de la divinidad con diferentes significados.
El uso de los títulos para Dios en la historia de Israel
En el Antiguo Testamento, el título “Elohim” a menudo enfatiza las cualidades sólidas y conservadoras de los convenios de Dios, mientras que el nombre “Jehová”, enfatiza los atributos eternos y autoexistentes; y Adonai, las características de un señor soberano; estas no siempre se han aplicado a un solo Dios.
Un estudio de las diversas palabras hebreas que se usan para referirse a dios en el Antiguo Testamento revela que los mismos títulos se usaban con frecuencia para dioses verdaderos y falsos, así como para líderes humanos.
Por lo tanto, el hebreo para “Elohim” y “Jehová” se usaba a menudo de una forma genérica. Este uso podía causar confusión si es que el texto se modificaba posteriormente.
Eugene Seaich, un erudito de filosofía y religión Santo de los Últimos Días, indicó que muchos otros eruditos encontraron que la teología cananea e israelí reconocía dos conjuntos de características separadas y distintas para la divinidad: una para el “Padre de los dioses”, el “Padre de los hombres”, y la otra para el hijo, que era un “dios que muere y resucita, que dio vida a todas las criaturas” y “organizó el cosmos para Su Padre”.
Seaich explica que el Dios Altísimo se llamaba “El y su hijo se llamaba Ba’al al menos durante la época de la monarquía israelí”. Los israelitas que regresaron del desierto con la religión mosaica se refirieron al hijo de “El” como “Yahvé”.
Parte de la evidencia de esta distinción aún sobrevive en las escrituras del Antiguo Testamento (véase Deuteronomio 32: 8-9; Salmos 82; Proverbios 30: 4). También señala que el capítulo 1 de Génesis habla de “Elohim” (la forma más larga de “El”) como el Creador, mientras que el capítulo 2 habla de Yahweh-Elohim. Seaich escribe:
“La reforma mosaica, que solo comenzó como un intento de eliminar la promiscuidad en la que se había hundido el antiguo politeísmo (Éxodo 32), tardó al menos seis siglos en establecerse como la “verdadera” religión de Israel, eliminando en el proceso a muchas verdades anteriores, antes de emerger como el “monoteísmo ético” del judaísmo tardío.
En el nuevo monoteísmo, el primer “Elohim” y “Yahweh” se convirtieron en el único “YHWH-Elohim” en Deuteronomio 6: 4. La asimilación completa de dos dioses en uno probablemente tomó el mismo tiempo que la propia “reforma monoteísta”, es decir, de 1500 a 500 a. C.
Finalmente, el Antiguo Testamento fue completamente sometido a una revisión conocida como la “Revisión Deuteronómica””.
Investidura divina
Los Santos de los Últimos Días también creen que Jesús habló muchas veces por el Padre por el derecho de la investidura divina. Bruce R. McConkie escribió:
“Debido a que [Jesús] es uno con el Padre en todos los atributos de perfección, y debido a que ejerce el poder y la autoridad del Padre, el Padre coloca Su propio nombre en el Hijo y lo autoriza a hablar en primera persona, como si fuera el Padre”.
Hay innumerables ejemplos en las Escrituras. Los ejemplos más claros en la Biblia involucran a ángeles hablando en el nombre de Dios o Cristo (Génesis 22: 11-12; Éxodo 3: 2, 6; 23: 20-21; Apocalipsis 1: 1; 19: 9-13; 22: 8-16), aunque Cristo también habló “como si fuera el Padre” en muchas ocasiones a lo largo del Antiguo Testamento (Génesis 17: 1; 35:11; Éxodo 6: 3).
También se hizo referencia a Cristo como “el Todopoderoso” (Apocalipsis 1: 8, 18; 4: 8; 11:17). Es por esta razón que muchos otros cristianos identifican a Elohim y a Jehová como la misma persona.
La perspectiva de los Santos de los Últimos Días
El concepto de Cristo como Padre está claramente definido en la declaración de 1916 titulada “El Padre y el Hijo: Una exposición doctrinal de la Primera Presidencia y los Doce” (“The Father and the Son: A Doctrinal Exposition of the First Presidency and the Twelve”).
En las Escrituras del Nuevo y del Antiguo Testamento se encuentra sustento adicional para la diferenciación que utilizan los Santos de los Últimos Días en el uso de títulos a la divinidad.
Mateo y Marcos registraron que mientras Jesús estaba en la cruz, Él clamó a Su Padre usando el nombre “Elí” (Mateo 27:46) o “Eloi” (Marcos 15:34). Los académicos consideran que ambos nombres son títulos equivalentes en arameo para “El” o “Elohim”.
Aunque las referencias a la filiación de Cristo son algo raras en el Antiguo Testamento, aún existen. Daniel 3:25 describe a un cuarto individuo en el horno de Nabucodonosor cuya forma era como la del “hijo de Dios [Elah]”.
Proverbios 30: 4 habla del “hijo” del creador y Daniel 7:13 hace referencia a la venida gloriosa del “Hijo del hombre” (véase Juan 3:13 y Moisés 6:57). Oseas 11: 1 fue citado por Mateo (2:15) como una profecía de que el “hijo” de Dios sería llamado a salir de Egipto.
Y la famosa profecía mesiánica de Isaías predijo el nacimiento de un hijo que también sería conocido por los títulos “Padre Eterno” y “Dios Fuerte” (Isaías 7:14; 9:16).
Todas estas escrituras proporcionan evidencia de que, como dijo Nefi, muchos “tropiezan” ahora debido a las “muchas cosas claras y preciosas que se han quitado” en las Escrituras (1 Nefi 13: 26-30, 34, 40).
Fuente: Fair Mormon