Porqué si una persona que ha cometido un pecado grave, que resultó en la excomunión, y que desde entonces ha pasado por un proceso de arrepentimiento total, se ha vuelto a bautizar y todas sus bendiciones fueron restauradas, ¿por qué tiene que seguir sufriendo las consecuencias de sus acciones a pesar de los muchos años que han pasado? ¿Por qué el Señor no sana o quita esas consecuencias con un perdón absoluto?
También te puede interesar: “Bendiciones inesperadas: ¿Qué bueno podría venir de mis pruebas y desafíos?”
Respuesta
Es un tanto difícil de responder sin conocer todos lo detalles, pero puedo darte una respuesta general.
Desafortunadamente, la naturaleza de la vida en la tierra es que algunas de las consecuencias de nuestras acciones no desaparecen incluso después de arrepentirnos y ser perdonados.
Llevemos esto a un ejemplo. Imagina que tienes una tabla, la cual nos representa como persona. Ahora, con un martillo colocamos unos cuantos clavos, esos serían nuestros pecados. Al retirar aquellos clavos, la tabla queda nuevamente vacía, al igual que con el arrepentimiento se perdonan nuestros pecados.
Sin embargo, aunque se hayan quitado los clavos, la tabla todavía mantiene los agujeros que los clavos dejaron, los mismo sucede con nuestros pecados, cada acción, ya sea negativa o positiva, trae consigo una consecuencia.
Llevemos esto a la práctica. ¿Qué pasaría si una persona se emborracha y conduce en estado de ebriedad?
Supongamos que, mientras esta persona está conduciendo, sufre un accidente lo que ocasiona la muerte de alguien más. Aunque esa persona se arrepienta y sea perdonada del todo, tanto por Dios como por las personas a las que hizo daño, la persona que falleció no volverá a la vida.
Si dos jóvenes solteros rompen la ley de castidad y la joven queda embarazada, incluso si ambos muchachos se arrepienten y son perdonados, el bebé no dejará de existir.
Aquel bebé es tanto una consecuencia de las acciones de esta pareja como una bendición para la familia que lo criará, ya sea que la pareja se quede con el bebé o lo dé en adopción, será una bendición para alguien.
Si bien puede parecer injusto que una persona continúe sufriendo las consecuencias de un pecado después de haberse arrepentido y haber sido perdonada, debes considerar también cómo sus acciones podrían afectar a los demás a causa de sus pecados.
Un niño que es abusado sexualmente tendrá que lidiar con las consecuencias de ese pecado durante muchos años, aunque él no haya hecho nada malo. Aquella injusticia es una de las razones por las que necesitamos la Expiación.
El Salvador sufrió más de lo que cualquiera de nosotros pudiera entender, aunque nunca cometió pecado, a pesar de que era inocente. Sufrió el dolor de los pecadores, quienes somos todos nosotros, y de aquellos contra quienes se ha pecado.
Gracias a Su expiación, no solo tenemos la capacidad de arrepentirnos y ser perdonados, sino que Él puede socorrernos en nuestro dolor ya sea que ese dolor provenga de nuestras propias decisiones o de la de otros, y el dolor de las consecuencias de los pecados que han sido perdonados.
Realmente hay mucho en esta vida que no es justo, pero Cristo es nuestra esperanza. Por medio de Él, algún día todo será resarcido, y todo sufrimiento será consagrado para nuestro bien.
Fuente: askgramps.org