El 17 de septiembre de 1995 quedó grabado en la memoria de los Santos de los Últimos Días del sur del Perú. Ese día, el entonces élder Russell M. Nelson, miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, visitó la ciudad de Tacna como parte de una gira por la región andina, proveniente de Arica, Chile.

Fue la primera vez que un apóstol del Señor presidía una conferencia regional en esta ciudad fronteriza, un evento que movilizó a miles de miembros y que marcó un antes y un después en la vida de la comunidad local.

La visita no se improvisó. Con varias semanas de anticipación, las estacas de Tacna organizaron comités de logística, limpieza y recepción. 

El Coliseo Cerrado Perú, uno de los recintos más grandes de la ciudad, fue acondicionado para albergar a la multitud que se esperaba. Hermanos y hermanas salieron a invitar a familiares, amigos y vecinos para que conocieran de cerca la visita de un testigo especial de Jesucristo.

También se activó un plan de seguridad a cargo de miembros que servían en la Policía Nacional, con el objetivo de garantizar el orden durante la llegada y el recorrido del visitante.

El élder Nelson viajó desde Arica acompañado de una comitiva. En la frontera de Santa Rosa, fue recibido por un grupo de líderes y miembros asignados. 

Con un apretón de manos y un cálido abrazo, el apóstol expresó su aprecio antes de cruzar hacia el lado peruano y dirigirse al coliseo, donde lo esperaba una concurrencia que había llegado desde temprano para conseguir un lugar.

Un coliseo repleto y mensajes de esperanza

Fuente: Archivo fotográfico del Instituto de Religión Tacna.

La conferencia comenzó con intervenciones de diversos líderes de la Iglesia. El élder Julio Dávila, de la Presidencia de Área, habló sobre la gratitud y la importancia del esfuerzo constante.

Su esposa, a su vez, compartió un testimonio breve sobre el valor de la oración y el simbolismo de la Liahona. Otro de los oradores fue el élder Dickson, quien relató cómo superó la pérdida de un brazo antes de su misión y cómo la fe le permitió sobreponerse a esa dificultad.

 El presidente de la Misión Arequipa, Willy Zuzunaga, animó a los presentes a perseverar en el bien y a testificar siempre de José Smith.

La esposa del apóstol, la hermana Nelson, también tuvo un momento en el púlpito. En palabras sencillas, expresó su alegría por estar en el Perú y destacó la centralidad de la familia en el plan de Dios.

 Su mensaje, breve, pero cercano, preparó el ambiente para la intervención principal.

La visión del élder Nelson

Fuente: Cortesía de Julio Castro y Lucy Carranza, que obra en su archivo fotográfico familiar.

Al tomar la palabra, el élder Nelson describió la experiencia de ingresar a Tacna desde el desierto chileno. Comparó el valle de la ciudad con la Tierra Santa, resaltando la belleza de las palmeras y las montañas que le recordaban el escenario donde Cristo enseñó a Sus discípulos. 

Señaló que esas montañas parecían la figura del “árbol de la vida” y declaró que Tacna era “una tierra prometida” para sus habitantes. Sus palabras fueron recibidas con profunda emoción por la congregación.

Durante su mensaje, agradeció al coro por la preparación musical, recordó que cada persona tiene “montañas que escalar” y llamó a los jóvenes y adultos a verse como “la esperanza de Sion, los hijos de la promesa”. 

En un momento enfático aseguró: “Esta tierra nunca volverá a ser la misma”, frase que resonó como una profecía entre los asistentes.

El apóstol también compartió su testimonio de Jesucristo, enfatizando que la Expiación es el fundamento de la fe de los Santos de los Últimos Días. 

Pidió las oraciones de los miembros por su ministerio y concluyó impartiendo una bendición apostólica en la que prometió prosperidad y gozo a quienes permanecieran fieles a los mandamientos.

Encuentros cercanos y gestos sencillos

Al finalizar la sesión, ocurrió algo inesperado. Sin que nadie lo organizara formalmente, los asistentes formaron una fila para estrechar la mano del apóstol. 

El élder Nelson, alto y de presencia distinguida, se inclinaba una y otra vez para saludar a todos los que se acercaban. Fue un momento espontáneo que permitió a muchos miembros tener un contacto directo con él.

Más tarde, en la capilla de Arias Aragüez, los líderes locales compartieron una comida con la comitiva visitante. La Sociedad de Socorro preparó los platos con esmero, mostrando hospitalidad a través de un gesto sencillo pero significativo.

Fuente: Cortesía de Julio Castro y Lucy Carranza, que obra en su archivo fotográfico familiar.

 No hubo banquetes lujosos ni salones elegantes; fue la dedicación de las hermanas la que dio calor a aquel almuerzo.

La visita del élder Nelson a Tacna trascendió por varios motivos: la masiva concurrencia, los mensajes doctrinales y el ambiente de solemnidad que se vivió en el coliseo. Pero también fueron memorables los pequeños detalles: las manos estrechadas, las palabras de ánimo, el reconocimiento a un coro local, la bendición impartida y la comida preparada por las propias familias.

Para los Santos de los Últimos Días de la región, aquel septiembre de 1995 quedó como un hito espiritual y comunitario. 

La promesa del apóstol de que la tierra “nunca volvería a ser la misma” se convirtió en parte de la memoria colectiva de la Iglesia en el sur del Perú, recordando que incluso en lugares alejados de los grandes centros urbanos, la fe y la esperanza se fortalecen cuando llega la voz de un testigo especial de Jesucristo.

Fuente: Legado de Promisión

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@masfe.org Tu recuerdo estará para siempre con nosotros. Tus enseñanzas nos guiarán por generaciones. Los templos que anunciaste quedarán en esta tierra por la eternidad como testimonio de tu amor por la obra del Señor. Te vamos a extrañar, amado presidente Nelson ❤️‍🩹 #HastaVernosconelRey #RussellMNelson #MuereRussellMNelson ♬ sonido original – Masfe.org

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