En medio de un mensaje dirigido a una congregación en Sudamérica, el presidente Russell M. Nelson hizo una pausa sin darse cuenta… aunque no en sus palabras, sino en su corazón. Con el fervor del momento, compartió: “Como madre de 10 hijos, les puedo decir que…”
La audiencia no se inmutó, gracias a que el intérprete corrigió el lapsus al decir “padre”. Pero su esposa Wendy lo notó… y lo celebró. ¿Por qué? Porque ese “error” no fue un error. Fue una verdad profunda que brotó de lo más íntimo del alma de un hombre que hubiera dado todo por experimentar el milagro de la maternidad.
“A través de los años, cada vez que me preguntan por qué elegí ser médico, mi respuesta siempre ha sido la misma: ‘Porque no pude elegir ser madre’”.
La maternidad no es solo biología, es destino divino

En su mensaje, el presidente Nelson explicó que al decir “madre”, no se refería únicamente a las mujeres que han dado a luz o adoptado. Cada hija de Dios, por su destino eterno, es una madre.
“Toda mujer es una madre por virtud de su eterno destino divino”.
Este título sagrado no depende de una circunstancia terrenal, sino de una naturaleza espiritual y eterna que habita en cada mujer. Ser madre es consolar, enseñar, inspirar, proteger, sentir antes que hablar, actuar antes que juzgar. Es amar como Cristo ama.
Nadie puede imitar el poder de una madre recta
Con humildad, el presidente Nelson reconoció:
“Nadie puede hacer lo que una mujer recta puede hacer. Nadie puede imitar la influencia de una madre”.
Aunque los hombres también pueden comunicar el amor del Salvador, dijo, las mujeres poseen un don especial: una investidura divina para sentir y actuar con compasión. Tienen un radar espiritual que las guía hacia las necesidades del alma, justo en el momento indicado.
Una perspectiva celestial
“Las mujeres ven las cosas de forma diferente a los hombres”, afirmó. Y qué urgente es hoy esa visión celestial en un mundo que muchas veces confunde valor con poder, y amor con control. La influencia de una mujer justa, con convicciones firmes y un corazón tierno, es una luz que el mundo necesita con desesperación.
“Su naturaleza las lleva a pensar en los demás primero, a contemplar el efecto que cualquier proceder tiene en los demás”.
Como Eva, la madre de todos los vivientes, ustedes también están llamadas a avanzar el plan del Padre Celestial, con visión, valentía y fe.

Cambiar el mundo empieza por orar
El presidente Nelson finalizó con un llamado lleno de esperanza:
“Oren para que comprendan sus dones espirituales, para que los cultiven, utilicen y expandan, mucho más que nunca. A medida que lo hagan, cambiarán el mundo.”
Porque sí, mujeres del mundo, ustedes inspiran, edifican y marcan caminos. Son el alma sensible de una generación que necesita ver con claridad, actuar con fe y amar con pureza.
Fuente: churchofjesuschrist.org