Últimamente, he estado pensando en el poder de una palabra en las oraciones sacramentales: amén.
A veces, podemos decir esta palabra de manera informal, pensando que es simplemente una forma de terminar la oración. Pero amén es mucho más que una despedida: es un comienzo. Amén nos invita a tomar acción.
Cuando decimos amén, realizamos los siguientes compromisos:
- Tomar sobre nosotros el nombre de Cristo.
- Recordarlo siempre.
- Guardar Sus mandamientos.
Esto nos prepara para participar de los emblemas del cuerpo de Cristo y renovar nuestro compromiso de guardar nuestros convenios durante toda la semana.
Amén es la única palabra de la ordenanza sacramental que toda la congregación pronuncia junta. Es una señal verbal de que todos estamos de acuerdo en participar activamente en la ordenanza.
La definición de amén
La Guía para el estudio de las Escrituras presenta estas definiciones en términos sencillos: “así sea” o “así es”.
Aclara que la palabra significa “aceptación y acuerdo cordial o solemne” y señala el significado que tiene en el Antiguo Testamento al hacer un juramento.
La Biblia también usa “amén” para describir al Salvador. En Apocalipsis 3:14, se refiere a Cristo como “el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios”.
Esto podría significar que cuando decimos amén durante las oraciones sacramentales, tomamos verbalmente sobre nosotros el nombre de Cristo, reconociendo que Él cumple o sella el convenio. Él hace posible la promesa de que “siempre podremos tener Su Espíritu con [nosotros]”.
Un compromiso vivo
Experimentamos el poder pleno de decir amén cuando alineamos nuestras acciones con nuestros convenios.
La fortaleza divina proviene de participar en la ordenanza sacramental cada semana y de cumplir con nuestro amén hablado. Este proceso nos permite acceder más plenamente a la gracia de Cristo, e incluso experimentar milagros en nuestra vida. Como enseña Doctrina y Convenios: “En sus ordenanzas, se manifiesta el poder de la divinidad”.
Nadie es perfecto y, afortunadamente, Cristo nos ayuda a renovar nuestros compromisos y a intentarlo de nuevo. El cumplir con nuestros convenios nos permite atraer Su poder a nuestra vida, tener la compañía constante del Espíritu Santo y experimentar un gozo más profundo. El presidente Russell M. Nelson testificó:
“El evangelio de Jesucristo está lleno de Su poder, el cual está disponible para toda hija o hijo de Dios que lo busque con sinceridad… [Cuando] atraemos Su poder a nuestra vida, tanto Él como nosotros nos regocijaremos”.
Fuente: LDS Living