En la actualidad, el uso de aplicaciones para citas es una nueva manera de encontrar el amor. Incluso, para nosotros, lo Santos de los Últimos Días.
Gran parte de nosotros conoce la app Mutual. De hecho, tenemos un divertido y entretenido podcast sobre eso en nuestro canal de Youtube.
Por ello, Meg Walter, escritora de un conocido periódico de EE.UU., nos relata, desde una perspectiva más adulta, su experiencia al descubrir esta app.
Era una jovencita cuando se comenzó a usar Facebook en las universidades de todo el país.
De repente, postear en el perfil de alguien comenzó a ser una forma de coquetear.
Google hizo que las direcciones de gmail sean accesibles para todos.
Después, la mayoría conversaciones con mis “crushes” y novios las tenía por Gchat .
Nos enviábamos mensajes y nos publicábamos cosas en nuestros perfiles de Myspace.
Realmente pensé que las maneras de coquetear por internet habían llegado a su máximo esplendor.
Sin embargo, la mayoría de personas con las que salí en citas, las conocí fuera de las redes sociales.
He escuchado historias de personas que encontraron a su “media naranja” o a sus compañeros eternos en páginas de citas como eHarmony.
Sin embargo, para mí, la mayoría de personas en esas páginas eran adultas y muy raras.
Yo conocí a mi esposo en mi círculo social y me casé con él en el 2010.
Unos años después, comencé a mis amigos solteros y familiares sobre algo llamado “Tinder”.
Desde mi punto de vista, conocer a alguien por Internet pasó de ser algo raro a una nueva normalidad, aparentemente de la noche a la mañana. ¡Y eso me parecía fascinante!
Conocí a varias personas que encontraron a sus parejas por Tinder, e incluso asistí a varias bodas de usuarios de esta app.
Fue genial, pero mientras más escuchaba sobre estas interacciones por apps, más me preocupaba por los que las utilizaban.
Con el tiempo, salieron otras aplicaciones además de Tinder, tales como Hinge, Bumble, Mutual (para los miembros de la Iglesia de Jesucristo) y Raya (para los famosos), cada uno con sus propias reglas y estilos.
Cada vez estas apps se volvían más sofisticadas.
Recuerdo que chicos que una amiga conoció por apps la dejaron plantada 3 veces en una semana.
Otros han encontrado constantes “red flags” en varios perfiles y citas.
Algunos tuvieron éxito en relaciones largas y serias, y son quienes llegaron a casarse, pero varios se cansaron con personas que conocieron en apps y las abandonaron totalmente.
Ahora, después de más de 10 años del éxito de Tinder, me entró la curiosidad de saber cómo es que las apps y su uso han evolucionado.
Es por eso que comencé a conversar con varios jóvenes de esta nueva generación.
Ellos me contaron que sentían que era casi imposible conocer personas en la vida real.
Kensie, de 28 años me contó:
“Cada persona que quiero conocer también está siempre en casa. No quiero salir de fiesta en fiesta, y tampoco quiero salir con alguien que siempre vaya a fiestas”.
Ellos sienten que las apps de citas son un mal necesario y que es la única opción para conocer a otras personas y, como es la única opción, el proceso se puede sentir abrumador desde un principió o, por lo menos, extremadamente monótono.
Kensie comparó el uso de las apps con la búsqueda de un trabajo.
Al inicio es emocionante, te esfuerzas por crear un buen perfil, una buena descripción y lo publicas.
Sin embargo, luego, es inevitable deprimirse después de todos los “matches”, los mensajes, e incluso las salidas en la vida real.
Holly, de 29 años, me contó que todos los perfiles que tienen los hombres comenzaron a ser casi iguales. Los perfiles con referencias de “The Office” (buscando a Pam para mi Jim), fotos de carros o motocicletas, opiniones sobre la piña en la pizza, y frases como “en busca de alguien que no se tome las cosas muy en serio”.
Aquí hay una gran diferencia entre los hombres y las mujeres: Mientras que Kensie y Holly investigan cada rastro de peligro, su amigo Jake, de 26 años, jamás se preocupa por salir lastimado. Kensie lo explica de esta manera:
“Los hombres se preocupan de que las mujeres no se vean como en sus fotos de perfil y las mujeres se preocupan de no ser asesinadas”.
Entre las descripciones de los perfiles llenos de clichés y otros escritos por posibles asesinos, te preguntas si entrar a las apps y el Internet fue una mala idea.
Te das cuenta de que la mayoría de lo que las personas piensan está fuera de lugar, como las siguientes descripciones que me mandaron por screenshots:
El chico que quiere que la mujer que aún no conoce, lo espere:
“Querida futura esposa,
Puedes robarte a mis amigos y mi corazón…pero, ¡no mis poleras!
También ruego a Dios que destruya todas tus relaciones hasta que nos conozcamos”.
Y este otro que piensa que encontrar a su complemento es como una reunión de ventas:
“En búsqueda de la escogida.
Comenzaré un trabajo de finanzas en Chicago dentro de unos meses, por lo que necesito mudarme rápido”.
O esta, de un chico que no tiene problemas en salir contigo, pero no gastará más de 10 dólares en tí, muchas gracias:
“Mido 1.90m, me gustan las finanzas, tengo mi cuenta bancaria de 6 cifras y no tengo hijos. Sé que no todos necesitan saberlo, pero siempre es bueno decirlo.
No tengo problemas en salir contigo, pero no te compraré nada que cueste más de 10 dólares en las 5 primeras citas. Dividiremos todo. Mándame una foto”.
Sin embargo, uno que otro perfil no es tan cliché, ni tan raro, ni escrito por un asesino y puede haber un “match”.
Incluso otras personas pueden llegar a tener una cita; esas citas de donde salen las mejores historias de vida.
Les pedí a algunas personas que me compartieran sus mejores historias usando apps de citas y redes sociales, y aquí comparto algunas que me encantaron. ¡Veamos!
Una usuaria de Twitter compartió:
“Accidentalmente, salí en una cita con mi primo y no nos dimos cuenta hasta que estuvimos a medio camino de la cita”.
No fue la única persona que tuvo este tipo de experiencia.
Otros salieron en múltiples citas con sus matches antes de enterarse de que eran personas casadas.
Muchos otros descubrieron que sus citas habían mentido sobre su estatura y algunos salieron con personas con las que ya habían hablado por otras apps de citas, pero no lo recordaban.
También están las experiencias que siempre han existido desde el principio de los tiempos: Citas con personas totalmente raras.
Algunas de estás anécdotas son:
“Fuimos a la morgue que su familia tenía y me hizo un tour por todo el lugar”.
“El chico comenzó a hablar en élfico del ‘Señor de los Anillos’. Después, habló en elfo durante el resto de la cita”.
“Un chico me llevó a una heladería, y me criticó por los ‘toppings’ que escogí”.
“Este chico se sacó los zapatos en el cine y después que terminó la película, caminó por todo el cine descalzo con sus botas en la mano”.
“Un chico me llevó a su apartamento para jugar ‘El Señor de los Anillos’ y cuando le dije que no sabía jugar, me dijo que él podía jugar por mí. Lo vi jugar por un momento y ganó antes de que llegara a casa”.
Es así que las citas por apps pueden ser experiencias positivas como negativas, tal como siempre lo han sido, inclusive en la vida real.
No obstante, justo cuando pensaba que las citas “online” eran una total pérdida de tiempo, recibí este mensaje de mi amiga, que conoció a su esposo por Internet.
Alisa Allred Mercer conoció a su esposo, Lonnie, en una antigua página web del 2004, LDSPromise.
Ella me dijo:
“Lonnie y yo teníamos muchas cosas en común cuando la página nos unió.
Creo que jamás nos hubiéramos conocido de otra manera.
Pero, quitando el hecho de que teníamos muchas cosas en común e hicimos un muy buen ‘match’.
No creo que enamorarte de alguien que conociste por Internet sea una buena idea, pero no es una mala manera de conocer a alguien de quien después te podrías enamorar”.
Fuente: Deseret News