En tiempos en que la apariencia suele ocupar titulares y generar opiniones, algunos miembros del Coro del Tabernáculo, sin buscarlo, se han convertido en recordatorios vivos de que el Señor no se fija en la apariencia, el peinado o los gestos, sino en el corazón.

Hace unas semanas, durante la Conferencia General de octubre de 2025, mientras veías al Coro del Tabernáculo en tu pantalla, tal vez notaste al famoso “hermano del bigote”. Varios miembros de la Iglesia comenzaron a compartir clips sobre él en redes sociales, sorprendidos y divertidos por su entusiasmo al cantar y, sobre todo, por su apariencia diferente, que destacó entre los demás integrantes del coro.

El hermano del bigote que conquistó las redes

Imagen: Screenshot de Youtube

Rápidamente, los clips donde se lo veía cantando con entusiasmo comenzaron a circular por redes sociales.

Algunos usuarios lo apodaron con humor como “el Ned Flanders mormón” o “Luigi”, y hasta surgió una canción dedicada a él.
Las risas, los memes y los comentarios no se hicieron esperar, pero entre todo ese ruido digital, algo más profundo empezó a brillar: la autenticidad y el gozo de servir al Señor sin preocuparse por encajar en la imagen “perfecta”.

Este hermano, sin decir una sola palabra, nos recordó que el servicio al Señor no depende de una apariencia impecable o de cumplir con expectativas externas.

Lo que realmente inspira es ver a alguien cantar con sinceridad, sin temor a ser diferente, con un corazón dispuesto a adorar.

“La verdadera reverencia no está en el gesto perfecto, sino en la intención pura con la que servimos al Señor.”

El joven que cantó con el corazón

 

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No era la primera vez que algo así ocurría.

En la Conferencia de abril de 2025, un joven miembro del coro se hizo viral por la intensidad con la que cantaba. Sus expresiones, sus movimientos, su entrega… todo en él mostraba pasión y gratitud. Mientras la mayoría de los integrantes mantenían la compostura tradicional, este joven parecía no poder contener la emoción de cantar para Cristo.

Algunos espectadores lo encontraron curioso, otros simplemente se sintieron conmovidos. Su entusiasmo rompió el molde de la solemnidad externa y mostró que el gozo también puede ser reverente cuando proviene del corazón. Esa forma tan viva de cantar recordaba algo esencial: que la música sagrada no es solo una ejecución perfecta, sino una oración cantada con el alma.

“Cuando el Espíritu se siente, el cuerpo también quiere alabar.”

La hermana de la cabeza rapada

Imagen: Screenshot de Youtube

Y claro, entre los ejemplos que han quedado grabados en la memoria está el de Nathalie Herrey, la joven sueca que participó en el Coro Multicultural durante la Conferencia General de octubre de 2021.
Su cabello rapado de un lado contrastaba con la imagen tradicional a la que muchos están acostumbrados ver en el coro, y sin embargo, su presencia fue poderosa, valiente y profundamente espiritual.

Su fotografía se volvió viral, y para algunos, su aspecto fue motivo de sorpresa. Pero pronto la conversación cambió de dirección: muchos reconocieron el valor de ver a alguien que sirve y adora sin miedo a ser diferente.

Más tarde, en una nota especial para masfe.org, Nathalie compartió una frase que se volvió icónica:

“La diversidad en nuestra apariencia no determina nuestra fe ni nuestro compromiso con el Evangelio.”

En su testimonio, Nathalie explicó que su participación en el coro fue un milagro que reflejó el deseo del presidente Russell M. Nelson de celebrar la diversidad de la Iglesia en todo el mundo.
Cantó con el corazón lleno de gratitud, testificando de Cristo más allá de cualquier mirada externa o juicio superficial.

“Sé que, en todas mis imperfecciones, todavía puedo tener la esperanza de ser bienvenida como soy ante el Salvador”, expresó.
“Si mi apariencia puede ser una herramienta para mostrar Su amor por todos, entonces estoy agradecida. Muy agradecida.”

Dios no ve la apariencia, ve el corazón

Coro del Tabernáculo: Scott G Winterton, Deseret News
Coro del Tabernáculo: Scott G Winterton, Deseret News

Estos tres ejemplos, el hermano del bigote, el joven apasionado y la hermana de la cabeza rapada, nos enseñan algo simple pero eterno: Dios no elige a quienes parecen perfectos, sino a quienes están dispuestos a servirle con sinceridad.

A veces, lo que llama la atención no es la voz, ni la ropa, ni la forma de moverse, sino la luz interior que cada uno proyecta cuando canta o sirve con fe. El Señor no necesita uniformidad para recibir adoración; necesita corazones dispuestos.

“Porque Jehová no mira lo que mira el hombre;
pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos,
pero Jehová mira el corazón.”
—1 Samuel 16:7

No se trata de romper normas ni de desafiar lo establecido, sino de comprender que detrás de cada rostro, cada acento y cada apariencia, hay un hijo o hija de Dios que busca expresar su fe. Y eso, más que cualquier detalle externo, es lo que verdaderamente conmueve al cielo.

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