Nota de editor: En una escena que podría parecer salida de una comedia familiar, dos misioneros están en medio de la sala, siguiendo los pasos de una pequeña niña que les está enseñando una rutina de porristas. 

Con mucha actitud, ella actúa como toda una coach: marca los tiempos, les indica los movimientos y observa con atención si están haciendo bien los pasos. Ellos, con sus placas puestas, tratan de imitarla lo mejor que pueden.

@abishriveraa

Missionaries will return home with a new talent 😅 #lds #ldschurch #ldsmissionary #ldsmom #mormontiktok #momtok #churchofjesuschristoflatterdaysaints #elders #misioneros

♬ original sound – Coolmom

El video que ya tiene más de 4 millones de vistas y publicado por la madre de la niña, ya bautizada en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, se volvió viral. La escena es graciosa y tierna, pero también revela algo mucho más profundo sobre lo que significa ser misionero hoy en día.

Los misioneros comparten momentos especiales con las familias

Ver a dos representantes del Salvador reír, compartir tiempo con una familia y dejarse guiar por una niña pequeña es un recordatorio importante: Los misioneros no dejan de ser personas reales, con sentido del humor, corazones abiertos y una capacidad inmensa para conectar con las personas en todos los niveles.

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Estos momentos no son “pérdida de tiempo” ni interrupciones del trabajo misional. Son, de hecho, oportunidades divinas para fortalecer lazos, crear memorias, y abrir caminos hacia el evangelio restaurado. Una risa compartida puede ablandar un corazón; una coreografía improvisada puede preparar el terreno para una conversación espiritual.

Predicar el evangelio va más allá de las charlas

A veces imaginamos la obra misional como algo que solo ocurre cuando se abre el cuadernito de enseñanza o se saca una Escritura. Pero el Salvador enseñó a través de encuentros reales, en casas, en caminos, en fiestas, en momentos cotidianos. Él conectaba con la gente antes de predicarles. Y sus discípulos hoy hacen lo mismo.

Un juego, una comida, una conversación casual o incluso una clase de baile pueden ser puentes. Pueden ser lo que una persona necesita para sentirse cómoda, para volver a confiar en los representantes del Señor, o para abrirse a escuchar un mensaje eterno.

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Un momento, un corazón, una posibilidad

¿Y si en esa casa, por ese momento tan simple, alguien decide escuchar de nuevo una charla? ¿Y si un padre, al ver a los misioneros interactuar con su hija, siente algo especial y acepta la invitación de ir a la Iglesia? ¿Y si un testimonio empieza a nacer gracias a una pequeña rutina de porristas?

Los misioneros que bailan con una niña no están perdiendo tiempo. Están construyendo Reino, paso a paso, sonrisa a sonrisa.

Tú también puedes hacerlo

¿Tienes una familia, una amistad, un vecino que tal vez no esté listo para sentarse a una lección misional? Invítalos a compartir tiempo con los misioneros. Una comida, una visita corta, una dinámica sencilla. Permite que vean que los misioneros no solo enseñan, sino que escuchan, ríen, se mueven, aprenden y aman.

Así como esta pequeña entrenadora de porristas logró poner a los élderes a bailar, también ayudó a que el Espíritu se sienta aún más en su hogar. Porque donde hay amor, risa y humildad, el Espíritu siempre encuentra un lugar para habitar.

Video relacionado: