Dos jóvenes misioneros, mochilas al hombro y palas en mano mezclan cemento en plena calle. No es una escena común para un día de semana, y menos si sabes que son misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Pero ahí están, dándolo todo en una pequeña faena de construcción.
La frase que acompaña el video lo dice todo:
“Estos compás están en todos lados menos en la iglesia
”.
Y aunque es un comentario en broma, también refleja una realidad importante: los verdaderos discípulos de Cristo no se quedan quietos ni se limitan a las paredes de un edificio.
Estos élderes no están dando una charla ni compartiendo un versículo. No tienen folletos, ni están sentados enseñando el Plan de Salvación. Están usando sus manos, no sus palabras. Están sirviendo, y eso también enseña.
El evangelio no es solo doctrina, también es acción. A veces, la mejor forma de compartir el amor de Dios es con una pala, un poco de cemento y muchas ganas de ayudar.
Están donde se les necesita
Podrían haberse excusado. Podrían haber dicho: “eso no nos toca”. Pero no lo hicieron. Vieron que se necesitaba ayuda y actuaron. Porque ser misionero también significa estar disponible para levantar, construir, apoyar y servir. Y eso no siempre pasa en una capilla.
Muchos creen que la misión es solo enseñar. Pero quienes han servido saben que también es barrer, cargar, pintar, acompañar, y a veces, como aquí, preparar mezcla en plena calle.
Hay algo poderoso en ver a estos jóvenes trabajar así. Su testimonio no viene en forma de discurso, sino en forma de servicio. Es un tipo de predicación que no necesita idioma ni religión para entenderse. Cualquiera que los vea sabe que están haciendo algo bueno, y que no lo hacen por interés.
No están ahí por obligación. Están ahí porque quieren ayudar. Porque entienden que el amor cristiano se demuestra con hechos, no solo con palabras bonitas.
Servir también es predicar

Para muchos, esta escena es graciosa. Para otros, es inspiradora. Lo cierto es que deja un mensaje claro: servir también es parte de vivir el evangelio. No todo ocurre en la reunión sacramental. No todo se dice en una oración.
A veces, lo más espiritual del día ocurre en una calle, con polvo en los zapatos y mezcla en las manos.
No hace falta ser misionero para hacer esto. Todos podemos ayudar. Todos podemos estar “en todos lados” donde alguien nos necesite. La Iglesia no es solo un lugar al que vamos los domingos. Es algo que llevamos dentro y que mostramos con nuestras acciones.
Estos élderes lo entendieron bien. No importa si están en la capilla o en una obra. Mientras estén sirviendo con el corazón, están exactamente donde deben estar.