En lugar de regalar tazas, chocolates o calcetines, un grupo de mujeres de un barrio en Utah decidió celebrar el Día del Padre con una idea totalmente inesperada: hacer que decenas de hombres llegaran a la iglesia usando exactamente la misma corbata, sin que ellos supieran que era parte de un plan grupal.

La responsable de esta travesura fue Paige Anderberg Sosa, quien un día se topó en redes con bromas virales sobre familias que se vestían igual. Inspirada, pensó:

“¿Y si todos los papás del barrio usaran la misma corbata ese domingo?”.

No hizo anuncios públicos ni alboroto. Solo envió mensajes a las esposas del barrio y les propuso el plan. Las que quisieron unirse le depositaron dinero, y Paige se encargó de comprar una gran cantidad de corbatas idénticas. Luego, en un operativo sigiloso, entregó una a cada casa en bolsas sencillas para no levantar sospechas.

Imagen: Rachel Urry

La instrucción fue clara: regalarle la corbata al papá de la casa como si fuera un detalle familiar. Algunos se la pusieron sin chistar; otros dudaron, porque cada año usan una corbata especial o simplemente no querían cambiar su estilo. Pero las esposas fueron muy convincentes.

Cuando por fin llegó el domingo, uno a uno comenzaron a llegar a la reunión… y fue entonces cuando los hombres notaron algo raro. “¿Ese hermano tiene mi misma corbata?” “¿Y él también?”

En pocos minutos, ya estaba claro: algo estaba pasando. Más de 60 hombres llevaban la misma corbata. La capilla parecía un desfile de clones elegantes, mientras las mujeres hacían esfuerzos extremos para no soltar la carcajada.

Imagen: Rachel Urry

Lo que empezó como una idea divertida terminó siendo una experiencia de unidad. Los hombres, en vez de molestarse, lo tomaron con humor. Se rieron de sí mismos, bromearon entre ellos y compartieron un momento de complicidad inesperado.

Incluso los que no participaron se sumaron al ambiente festivo. Y los niños disfrutaron viendo a sus papás sorprendidos.

Varias familias que sabían que no estarían presentes igual compraron la corbata, solo para ser parte del recuerdo.

Paige, la mente detrás del plan, lo resume así:

“Fue una locura, pero valió la pena. No hay mejor regalo que hacer reír a quienes queremos”.

Fuente: LDS Living

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