Hoy en día, existen muchas celebridades y personas famosas que poco a poco están logrando una amplia influencia en el mundo, contando con muchos seguidores y reconocimiento global. Sin embargo, ninguno de ellos se compara con la gran influencia de Jesucristo, el Mayor de todos.

Muchos alrededor del mundo oyen hablar grandes historias sobre Él, lo cual ha impactado no solo a creyentes sino también a artistas internacionales que han buscado la forma de representar al Salvador desde un nivel personal.

¿Qué pasa cuando la cultura se mezcla con la fe en el mismo lienzo? Estas son algunas muestras de obras de arte que impactan en todo el mundo y nos dan una perspectiva curiosa sobre el Príncipe de Paz.

Obras de arte de Cristo desde América

El Jesús de Mi Bisabuelo, Julie Ann Lake-Díaz. Imagen cortesía de Deseret Book

Puede que la imagen que venga a tu mente cuando escuches la palabra “Jesucristo” sea completamente diferente a esta obra de arte. Sin embargo, detrás de los colores y la composición se esconde un mensaje profundo: el impacto del Salvador es universal.

Elementos como la aureola en su cabeza y los rasgos faciales de la pintura nos recuerdan que Su mirada está llena de amor infinito y que Su luz irradia belleza y poder en cada cultura.

Cristo, Jorge Cocco Santángelo. Imagen cortesía de Deseret Book

Desde argentina, esta es una representación curiosa que combina lo eterno con un estilo de arte moderno. El estilo geométrico y la luz fragmentada ofrecen una perspectiva profunda sobre la divinidad de Cristo en nuestro tiempo.

Al contemplar este arte fragmentado, podemos recordar que a veces nuestra vida también se encuentra fragmentada, pero en esos momentos, el Salvador se convierte en ese elemento poderoso que vuelve a unificar nuestras piezas mediante nuestra obediencia. Así como enseñó el presidente Henry B. Eyring:

“El don de la unión se obtiene por medio de la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio de Jesucristo”.

La Segunda Venida, Melissa Tshikamba. Imagen cortesía de Deseret Book

Esta obra de arte resalta la invitación poderosa del Salvador a venir a Él. Una invitación universal que traspasa fronteras y culturas. Al contemplar este arte, podemos recordar las palabras del Salvador cuando declaró:

“Tengo otras ovejas que no son de este redil; a aquellas también debo traer, y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor”.

Sus manos extendidas con las marcas de los clavos en esta representación artística expresan su mayor acto de amor a favor de toda la humanidad y por ende, las bendiciones que todos recibimos al acercarnos a Él.

Jesucristo indio, Norval Morrisseau. Imagen cortesía de Deseret Book

Si analizamos la paleta de colores predominantes en esta obra de arte, nos daremos cuenta de una mayor presencia de tonos vibrantes como el naranja y el dorado. ¿Pura coincidencia? En realidad no.

Esos colores nos invitan a considerar el poder vibrante del Salvador que se puede sentir en cualquier momento y lugar siempre y cuando le seamos obedientes. Tal como lo enseñó el presidente Russell M. Nelson:

“Cuando somos obedientes a Sus mandamientos, cada uno de nosotros puede ser bendecido por Su poder”.

El Dios de Maíz, Lourdes Villagómez. Imagen cortesía de Deseret Book

Esta obra de arte honra a las raíces mesoamericanas demostrando que la influencia del Salvador también ha impactado en la cultura latina. Cada elemento visual refleja la naturaleza celebrando los milagros de la creación y la vida, los cuales son regalos del Salvador.

Incluso en medio de las tradiciones y símbolos culturales de antaño, podemos recordar la esperanza del Salvador y Su presencia en cada pueblo y rincón del mundo, sin importar su idioma o condición.

Obras de arte de Cristo desde Asia

Sufrid, hijitos III, Julie Yuen Yim. Imagen cortesía de Deseret Book

¿Jesucristo con rasgos asiáticos? Sí, puede que para algunos sea bizarro, pero nuevamente, estas representaciones retratan a un Salvador cercano a cada cultura. Algo curioso detrás de este arte es el acto que realiza el Salvador.

Aquí lo podemos ver enseñando a los niños, lo cual nos invita a recordar la necesidad de recibir instrucción espiritual. Aunque el Salvador no esté presente físicamente, podemos escuchar Su voz de diversas formas como por ejemplo, mediante Sus siervos escogidos.

“Sea por mi propia voz o por la voz de mis siervos, es lo mismo”. (D&C 1:38)

Durmiendo, Jobin Joseph VC. Imagen cortesía de Deseret Book

Esta otra obra de arte con un estilo característico de la India nos transmite verdades poderosas de Jesucristo. En primer lugar, podemos verlo descansando en un bote de pesca rodeado de un escenario sereno. ¡Cuánta paz transmite!

Eso es precisamente lo que encontramos cuando lo seguimos: poder que transforma la tormenta en paz. Otra de las verdades que aprendemos es que el Salvador ofrece la abundancia que necesitamos.

La obra de arte muestra una gran cantidad de peces en el bote del Salvador, los cuales nos recuerda el milagro de la multiplicación con la cual alimentó a una multitud solo con 5 panes y 2 peces. De la misma forma, Él puede multiplicar lo que nos falta para atender nuestras necesidades y hacer que sobreabunde.

Temprano en la mañana con el Salvador, Sopheap Nhem. Imagen cortesía de Deseret Book

En esta obra de arte de Camboya podemos sentir el cálido amor de Jesucristo por los niños. En el Nuevo Testamento, el Salvador afirmó:

“Dejad a los niños venir a mí y no les impidáis hacerlo, porque de los tales es el reino de los cielos”.

Si bien el Salvador amaba mucho a los niños por su pureza, Él sigue ofreciendo Su amor a todos y en esta pintura, podemos recordar su llamado especial a alejarnos del pecado y volvernos como niños para entrar en Su reino.

“El hombre natural es enemigo de Dios… a menos que se someta al influjo del Santo Espíritu, y se despoje del hombre natural, y se haga santo por la expiación de Cristo el Señor, y se vuelva como un niño”. (Mosíah 3:19)

Obras de arte de Cristo desde Europa

Iglesia en un barco, Julia Stankova. Imagen cortesía de Deseret Book

Aquí podemos ver una representación de Jesucristo navegando con sus discípulos, lo cual representa nuestro deber espiritual de seguirlo como Sus discípulos modernos y emular su ejemplo en nuestro actuar y pensar. Tal como enseñó el presidente Russell M. Nelson:

“Una de las maneras más sencillas de reconocer a un verdadero seguidor de Jesucristo es fijarse en qué medida trata a los demás con compasión”.

Como seguidores de Jesucristo, podemos honrarlo al prestar atención a Su vida y actuar como Él lo hizo. Por otro lado, al pensar en el mar debajo del bote, podemos pensar en nuestras dificultades personales

Este simbolismo nos transmite un sentimiento de seguridad y paz. Si estamos con el Salvador, ninguna tormenta de la vida podrá destruirnos.

Obras de arte de Cristo desde África

Jesús Mesías, Gifty Annan-Mensah. Imagen cortesía de Deseret Book

Al contemplar esta obra de arte, algo que nos llama la atención es el corazón que irradia luz sobre el pecho de Jesucristo, lo que nos recuerda uno de los atributos cristianos más poderosos: la caridad.

“Por tanto, amados hermanos míos, si no tenéis caridad, no sois nada, porque la caridad nunca deja de ser. Allegaos, pues, a la caridad, que es mayor que todo, porque todas las cosas han de perecer”. (Moroni 7:46)

Al ejercer caridad, llegamos a ser cada vez más como Cristo. Es por eso que muchos profetas como Moroni resaltaron el valor de este atributo. Esta obra de arte nos recuerda que el Salvador fue caritativo con todos, incluso con quienes eran rechazados. 

Él nos invita a vivir con más caridad para ser más como Él. Finalmente, ese es nuestro deber como sus discípulos. Tal como lo expresó el élder Michael B. Strong, de los Setenta;

“El verdadero propósito del discipulado es, literalmente, llegar a ser como Jesucristo”.

Fuente: LDS Living

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