Después que Jesucristo ayunara por 40 días y cuarenta noches se le acercó el tentador, como se menciona en mateo 4: 2-3 y le dijo: “Si eres el hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan, mas Él respondió: no solo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
Después de pasar por esta prueba física podríamos decir que uno termina muy débil. Sin embargo, a pesar del desgaste físico, mental, emocional y espiritual, el Señor nos demuestra todo lo contrario, la consecuencia del ayuno en nuestras vidas tiene un efecto fortalecedor y renovador.
Antes de empezar nuestro ayuno, lo primero es trazar un propósito u objetivo claro. En caso de no contar con uno, entonces, el simple hecho de fortalecer nuestro testimonio puede ser nuestro mejor motivador. Por medio de la oración comenzamos y terminamos nuestros ayunos, para obtener la inspiración directa de nuestro Padre Celestial por medio del Espíritu Santo.
Pero ¿Qué podemos hacer mientras ayunamos? Por este motivo quisiera compartir un mapa con 13 puntos que nos ayudarán a descubrir el tesoro de fortaleza al final de nuestro ayuno.
- Escribir el objetivo en una hoja de papel y ponerlo en nuestra billetera, cartera o bolsillo. Puede ser un recordatorio constante de que tenemos un propósito especial en nuestra mente y en nuestro corazón. Un brazalete o un anillo también puede funcionar.
- La lectura de las escrituras es esencial; es la barra de hierro que nos llevará a probar el fruto del árbol de la vida; el amor puro de nuestro Salvador. (Véase 1 Nefi 8)
- Cada vez hay más templos. Esto nos permitirá recordar las promesas que hemos hecho con nuestro Padre celestial y sentir su espíritu más cerca de nosotros.
- La historia familiar también nos puede ayudar a mantener nuestro objetivo al ayunar y esto tiene un doble beneficio: es una bendición para nosotros y para nuestros antepasados.
- Reúnete con aquellas personas que puedan escuchar tus dudas y puedan elevarte con su espíritu. No todos los ángeles tienen alas.
- Hacer visitas de maestro orientador y maestras visitantes. Al igual que nosotros necesitamos sentir el amor de nuestro Padre Celestial, nuestros hermanos también lo necesitan. Podemos aprender mucho al cumplir con esta sagrada asignación.
- Regalar un “Libro de Mormón”; un desafío que nos permite desarrollar mayor fe en nuestro salvador Jesucristo.
- Salir con los misioneros nos puede inspirar a seguir obteniendo gozo al invitar a nuestros hermanos a venir a Cristo.
- Cuando estamos al servicio de nuestros semejantes, estamos al servicio de Dios. (Véase Mosíah 2:17) El servicio nos permite ver como Dios ayuda a aquellos que piden con fe.
- Alguna actividad que permita desarrollar nuestros talentos. El arte, la música y otras actividades que podamos conectar con vivir del evangelio.
- Disfruta de las creaciones del señor. El ir a un parque, el observar el atardecer o ver las de las estrellas puede ayudarte a tener una perspectiva más amplia de lo que el Señor tiene preparado para ti.
- En caso de estar trabajando, la música inspirada puede ayudarnos a concentrarnos en nuestra meta y nuestro celular puede ser un gran aliado al programarlo para que nos avise cada cierto tiempo acerca de nuestro propósito; quizás con una escritura o un mensaje inspirador.
- Al final del día anotar en un diario personal nuestros sentimientos e impresiones recibidas durante el día. Esto nos ayudará a ordenar las cosas que descubrimos en el trayecto a nuestra meta. En ese momento el espíritu puede que nos haga recordar cosas que no le prestamos atención en el momento pero que pueden ser las respuestas a nuestras dudas.
Existen muchas ideas para hacer de nuestros ayunos una experiencia edificante. Lo más importante es pedir con fe como el profeta Moroni nos enseñó: “… y si pedís con un corazón sincero, teniendo fe en Cristo, él [nos] manifestara la verdad de (todas las cosas] por el poder del Espíritu Santo… y así “[conoceremos] la verdad de todas las cosas.” Que nuestra alma pueda ser fortalecida por el hermoso poder del ayuno en nuestras vidas.