En conmemoración al bicentenario de la Primera Visión, a continuación compartiremos contigo lo que han dicho nuestros profetas modernos sobre este maravilloso evento:
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Russell M. Nelson (2018 – a la actualidad)
Si algo nos enseña la experiencia trascendental que tuvo José Smith en la arboleda sagrada, es que los cielos están abiertos y que Dios habla a Sus hijos.
El profeta José Smith estableció un patrón que hemos de seguir al resolver nuestras preguntas. Atraído a la promesa de Santiago de que si carecíamos de sabiduría podíamos pedirla a Dios, el joven José llevó su pregunta directamente al Padre Celestial. Él procuró revelación personal, y esa búsqueda dio comienzo a esta última dispensación.
Del mismo modo, ¿a qué dará comienzo la búsqueda de ustedes? ¿De qué sabiduría carecen? ¿Qué necesidad sienten que les es urgente saber o comprender? Sigan el ejemplo del profeta José; encuentren un lugar tranquilo a donde puedan ir con regularidad; humíllense ante Dios; derramen su corazón a su Padre Celestial; acudan a Él para recibir respuestas y consuelo.
Thomas S. Monson (2008-2018)
José dijo que comprendió que tendría que poner a prueba lo dicho por el Señor y preguntarle directamente a Él o exponerse a permanecer en las tinieblas para siempre.
Temprano una mañana, se dirigió a una arboleda, actualmente denominada “Sagrada”, y se arrodilló a orar, teniendo fe en que Dios le daría el conocimiento que con tanto fervor buscaba. Dos personajes aparecieron a José: el Padre y el Hijo, y se le dijo, en respuesta a su pregunta, que no debía unirse a ninguna de la iglesias, porque ninguna de ellas era verdadera.
El profeta José Smith nos enseñó el principio de la fe mediante el ejemplo. La sencilla oración de fe que elevó aquella mañana de la primavera de 1820 originó esta obra maravillosa que continúa hoy en día por todo el mundo.
Gordon B. Hinckley (1995-2008)
Aquella sublime ocasión, la Primera Visión, descorrió el velo a través del cual llegó a la tierra la restauración de la Iglesia de Cristo. Salió del desierto de la oscuridad, de la desolación de tiempos pasados al glorioso amanecer de un nuevo día.
Luego llegó el Libro de Mormón como otro testigo del Señor Jesucristo. Su santo y divino sacerdocio fue restaurado de manos de quienes lo poseían en la antigüedad. Se confirieron llaves y poderes al Profeta y sus compañeros.
La Iglesia primitiva se hallaba de nuevo sobre la tierra con todas las bendiciones, poderes, doctrinas, llaves y principios de las dispensaciones anteriores. Es la Iglesia [de Cristo]; lleva Su nombre; la gobierna Su sacerdocio. No hay otro nombre debajo del cielo por el cual los hombres puedan ser salvos. José Smith… llegó a ser Su gran testador.
Howard W. Hunter (1994-1995)
El Evangelio [ha] sido dado al mundo muchas veces mediante los profetas y cada vez [se ha] perdido por motivo de desobediencia.
En el año 1820, se rompió el silencio y el Señor volvió a aparecerse a un profeta. Ese profeta, José Smith, pudo testificar de su propio conocimiento certero que Dios vive, que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, un ser resucitado, separado y distinto del Padre.
No testificó de lo que creía o de lo que él u otras personas pensaban o conjeturaban, sino de lo que sabía. Ese conocimiento le llegó porque Dios el Padre y el Hijo se aparecieron a él en persona y le hablaron.
Ezra Taft Benson (1985-1994)
El que Dios el Padre y Su Hijo Jesucristo vinieran a la tierra, como lo hicieron en 1820 al aparecerse al joven profeta José Smith no es algo que concierna sólo a un puñado de gente.
Es un mensaje y una revelación dirigidos a todos los hijos de nuestro Padre que viven sobre la faz de la tierra.
Fue el acontecimiento más trascendental que haya sucedido en este mundo desde la resurrección del Maestro. En ocasiones pienso que estamos tan acostumbrados a ese acontecimiento que no apreciamos cabalmente su trascendencia, importancia y magnitud.
Spencer W. Kimball (1973-1985)
Porque un jovencito de catorce años fue un día a un bosque de Nueva York a orar. Porque el muchachito de catorce años fue a orar al bosque después de haber leído en las Escrituras: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios…” (Santiago 1:5); y porque él vivió de acuerdo con las revelaciones de los cielos, tenemos La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Tenemos todas las bendiciones que pueden hacernos la gente más feliz de todo el mundo porque un muchachito de catorce años fue al bosque a orar. Estoy agradecido de que José haya ido al bosque y agradecido porque él sabía lo que hacía y porque fue bastante serio como para aceptar la palabra del Señor a medida que la recibía y ampliarla y edificar este reino.
Harold B. Lee (1972-1973)
En esta dispensación, como ha sido en todas las dispensaciones anteriores del Evangelio en la tierra, se dio, por conducto del profeta moderno, José Smith, el conocimiento auténtico de Dios y de Su Hijo, nuestro Salvador, cuando Ellos, como Personas glorificadas que pueden hablar y ser vistas por los hombres, conversaron con él, como para demostrar Su realidad tangible, al marcar el inicio de la dispensación del cumplimiento de los tiempos, en preparación para la segunda venida del Señor cuando venga a reinar como Señor de señores y Rey de reyes al comienzo del Milenio.
Joseph Fielding Smith (1970-1972)
No hay lugar a dudas en mi mente de que el Señor levantó al profeta José Smith y le dio revelación y mandamiento, que le abrió los cielos y lo llamó para encabezar esta gloriosa dispensación.
Estoy totalmente convencido que en su juventud, cuando fue a orar, vio a Dios el Padre y a Su Hijo Jesucristo, y que efectivamente estuvo en Su presencia; no hay duda en mi mente; sé que esto es verdad.
Sé que más tarde recibió visitas de Moroni, el Sacerdocio Aarónico bajo las manos de Juan el Bautista, el Sacerdocio de Melquisedec bajo las manos de Pedro, Santiago y Juan, y que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días fue organizada el sexto día de abril de 1830, por mandato divino.
David O. McKay (1951-1970)
Los descubrimientos y las invenciones de la última mitad del siglo [diecinueve] han sido de tan largo alcance y significado que nos abruman… Pero ninguno de ellos ha respondido a la necesidad y al anhelo mayor del hombre; ninguno ha revelado todavía aquello que el hombre ha buscado a través de las edades.
Esa necesidad —ese anhelo siempre presente en el corazón humano— es conocer a Dios y saber la relación que el hombre tiene con Él… Sólo un acontecimiento del siglo diecinueve afirma poder dar esa respuesta al alma humana. Si en él encuentra el hombre la verdad que la raza humana siempre ha estado buscando, ¡entonces ciertamente merece que se le distinga como el acontecimiento más extraordinario del siglo XIX!
Tal acontecimiento fue la aparición de dos Seres celestiales al joven profeta José Smith, revelando la identidad de Dios el Padre y de Su Hijo Jesucristo.
El mundo todavía no comprende su trascendencia; pero como factor contribuyente al conocimiento del hombre de su relación con la Deidad y del lugar que ocupa en el universo; como medio de establecer relaciones apropiadas entre las personas individualmente y entre los grupos que forman las naciones; como una revelación que señala el camino hacia la felicidad del hombre y hacia la paz en la tierra, así como en las eternidades por venir, la aparición del Padre y el Hijo a José Smith con la restauración subsiguiente del sacerdocio y el establecimiento de la Iglesia de Jesucristo en su plenitud, algún día se reconocerán no sólo como el acontecimiento más grandioso del siglo diecinueve sino como uno de los más grandiosos de todas las épocas.
George Albert Smith (1945-1951)
En el año 1830, cuando esta Iglesia se organizó, no había sobre la tierra ninguna iglesia organizada que anunciara que creía que Dios se revelaría a los hijos de los hombres.
Todas las enseñanzas de las iglesias lo contradecían, y nuestro Padre vio que sería inútil tratar de salvar a Sus hijos e hijas hasta que pudieran ser inspirados a venir a Él con la creencia de que Él escucharía y contestaría sus oraciones.
Cuando el joven profeta, en la arboleda de Palmyra, vio al Padre y al Hijo, y entendió que en realidad eran personajes, que podían escuchar y contestar lo que él decía, se inició una nueva era en este mundo y se estableció un fundamento para la fe de los hijos de los hombres.
Ahora podían orar a nuestro Padre Celestial y darse cuenta de que Él podía escuchar y contestar sus oraciones, que había una conexión entre los cielos y la tierra.
Heber J. Grant (1918-1945)
Lo más maravilloso que ha ocurrido en la historia del mundo desde que el Salvador vivió en la tierra es que Dios mismo estimó conveniente visitar la tierra con Su Amado Hijo Unigénito, nuestro Redentor y Salvador, y aparecer al joven José.
La gloria del Señor cubrió a José Smith, y Dios mismo, en la gloria y majestad de Su persona, con Su Hijo Unigénito, Jehová, se reveló en visión y con Su propia voz designó a José Smith para que fuese el instrumento por medio del cual se iniciaría la más grandiosa dispensación del Evangelio de todos los tiempos.
No hubo nada de ostentación, ni de pompa ni de alarde espectacular; fue una ocasión sencilla, solemne, superlativa e inefablemente gloriosa e impresionante.
La voz del Señor, que había estado en silencio desde hacía siglos, se oyó de nuevo. Otra vez se pronunció el divino mensaje que tan a menudo se había repetido: “Éste es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!”. Nuevamente se revelaron la personalidad del Padre y de Su Hijo Unigénito para que el género humano los conociera como son.
Joseph F. Smith (1901-1918)
El acontecimiento más grande que jamás haya ocurrido en el mundo desde la resurrección del Hijo de Dios del sepulcro y Su ascensión a los cielos fue la visita del Padre y del Hijo al joven José Smith, con el fin de preparar el camino para poner los fundamentos del reino [de Dios] —no del reino del hombre— que no dejará de existir nunca más ni será derribado.
Habiendo aceptado esta verdad, me es fácil aceptar todas las demás verdades que él anunció y declaró durante su misión… en el mundo. Nunca enseñó una doctrina que no fuese verdadera; nunca practicó una doctrina que no se le hubiese mandado practicar. Nunca defendió el error. Él no fue engañado; vio, oyó, hizo lo que se le mandó hacer y, por tanto, Dios es responsable de la obra realizada por José Smith, y no José Smith. El Señor es responsable de ello, y no el hombre.
Lorenzo Snow (1898-1901)
Se autorizó a José Smith a abrir una senda y trazar un plan a través del cual el hombre pudiera recibir el conocimiento de estas cosas, de modo que no se nos dejara librados a depender del testimonio de los profetas, ni del testimonio de los apóstoles de antaño, ni del testimonio de los apóstoles de la época presente, ni del Libro de Mormón, ni de nada que se haya hecho ni dicho en el pasado, sino que pudiésemos saber por nosotros mismos. Es un conocimiento personal.
Wilford Woodruff (1889-1898)
Que yo sepa, nunca he leído en ninguna parte que se haya manifestado el mismo poder a los hijos de los hombres en ninguna dispensación, como se manifestó al Profeta de Dios en la organización de esta Iglesia, cuando el Padre y el Hijo aparecieron juntos al profeta José en respuesta a su oración.
Ésa fue una importante revelación que Dios ha dado concerniente a Su obra, y que nunca se ha manifestado de la misma manera en ninguna dispensación del mundo. Así que, para organizarla, los ángeles del cielo ministraron al Profeta de Dios.
Ellos fueron sus maestros, sus instructores, y todo lo que hizo y todo lo que llevó a cabo desde el principio, desde ese día hasta el de su martirio, fue por revelación de Jesucristo
John Taylor (1880-1887)
Al comienzo de la obra, el Padre y el Hijo se le aparecieron a José Smith.
Cuando se le aparecieron, el Padre, señalando al Hijo, dijo: “Este es mi Hijo amado, escúchalo”. Asimismo, dijo: “No he venido a enseñarte e instruirte; sino a hacer referencia a mi Unigénito, que es el Mediador del Nuevo Convenio, el Cordero asesinado desde antes de la fundación del mundo; hago referencia a Él como tu Redentor, tu Sumo Sacerdote y Maestro, escúchalo”.
Brigham Young (1847-1877)
José estaba inclinado naturalmente a ser religioso y rodearse de esta emoción. No fue una sorpresa que sintiera la seria impresión de servir al Señor.
Decía: “¡He aquí! ¡Aquí está Cristo!”, “Señor, enséñame para que yo sepa por mí mismo, quien de ellos tiene la razón”.
Y, ¿cuál era la respuesta? “Todos se han desviado del camino y no hay nadie que haga el bien, nadie”.
Cuando descubrió que ninguno tenía la razón, comenzó a preguntar al Señor qué era lo correcto y lo aprendió por sí mismo.
¿Sabía qué iba a suceder? De ninguna manera. No sabía qué iba a hacer el Señor con él.
José Smith, hijo (1832-1844)
Así era conmigo. Yo efectivamente había visto una luz, y en medio de la luz vi a dos Personajes, los cuales en realidad me hablaron; y aunque se me odiaba y perseguía por decir que había visto una visión, no obstante, era cierto; y mientras me perseguían, y me vilipendiaban, y decían falsamente toda clase de mal en contra de mí por afirmarlo, yo pensaba en mi corazón: ¿Por qué me persiguen por decir la verdad? En realidad he visto una visión; y, ¿quién soy yo para oponerme a Dios? O, ¿por qué piensa el mundo hacerme negar lo que realmente he visto? Porque había visto una visión; yo lo sabía, y sabía que Dios lo sabía; y no podía negarlo, ni osaría hacerlo; por lo menos, sabía que haciéndolo, ofendería a Dios y caería bajo condenación.
Fuente: Church News