Me siento muy agradecida de ser miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Como Santos tenemos muchas ventajas cada día y, a veces, no nos damos cuenta de ello por pensar en aquello que nos falta.
¡Hoy quiero hacerte recordar aquello por lo que deberías sentirte agradecido en la Iglesia además del evangelio de Jesucristo, el sacerdocio, el templo y nuestros convenios!
1. Capacidad para delegar/organizar eventos a pequeña y gran escala
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Esto no es ninguna novedad para un Santo de los Últimos Días. En algún momento, todos hemos tenido la oportunidad de organizar alguna actividad, un campamento, un baile o una charla.
Puede resultar algo común para nosotros, pero si nos ponemos a pensar. Esta no es una asignación que se le daría a alguien en otros entornos sin previa experiencia.
Así que ser un Santo de los Últimos Días nos da la oportunidad de desarrollar habilidades como organizadores de eventos sin darnos cuenta.
2. Habilidades de canto
Estar expuestos a la música desde pequeños nos da ventaja con la armonía, el ritmo y el tono. Incluso ser maestros del coro en la Iglesia nos ayuda a desarrollar habilidades que podemos aplicarlas fuera, podemos ser maestros de música para alguna escuela.
Incluso, en la Iglesia tenemos la posibilidad de aprender a tocar piano, gratis.
Estos son privilegios que tenemos y los vemos como algo normal, pero si lo pensamos no son beneficios que tiene todo el mundo.
3. Oportunidades para descubrir y desarrollar talentos y habilidades para la vida
Con frecuencia, recibimos oportunidades para desarrollar talentos que pueden haber estado dormidos. Por ejemplo: Dirigir una actividad, llevar la logística de un campamento, organizar una fiesta entretenida, dirigir un coro, preparar una clase o un discurso.
Todas las habilidades que desarrollamos en esas asignaciones son valiosas y las podemos aplicar en nuestros entornos profesionales.
4. Relacionarnos con personas de diferentes niveles socioeconómicos, experiencias de vida, educación, etc.
Procurar llevarnos bien con nuestros prójimos de otras culturas y aprender a trabajar con ellos y amarlos en lugar de segregarlos por su visión del mundo, intereses y personalidad, nos ayuda a ver el valor en todos los seres humanos.
5. El poder de ser vulnerable
Se necesita valor para compartir un testimonio. Estar en entornos donde se comparten sentimientos tiernos te ayuda a apreciar esos sentimientos y a las personas.
6. Un grupo al que pertenecer siempre
Ser miembro de la Iglesia probablemente sea la mejor póliza de seguro, si lo decimos de alguna manera.
Si sufres algún accidente, si muere algún familiar, pierdes tu empleo u otros desafíos, hay un equipo (en la mayoría de las áreas del mundo) listo para dejarlo todo y ayudar, incluso con apoyo financiero.
7. Habilidades de liderazgo
La Iglesia, sin querer, me ha dado muchas habilidades en el liderazgo. La Iglesia es el único lugar que conozco en el que te dan un trabajo que no solicitaste o nunca solicitarías. En la Iglesia, trabajas hombro a hombro con personas que nunca imaginaste.
Trabajo con otros líderes en mi campo laboral que no son de nuestra fe y que tienen dificultades para trabajar con personas que no habrían contratado porque son difíciles o diferentes. Sin embargo, para mí, es algo normal porque me llamaron como presidenta de la Sociedad de Socorro cuando tenía 20 años.
Estos son otros beneficios:
8. Tener una red que esté dispuesta a responder y ayudar personal y profesionalmente en todo el mundo.
9. Inmediatamente después de mudarte a una nueva área, puedes localizar la congregación más cercana a ti.
10. Respeto por otras culturas/religiones que exigen mucho de sus miembros.
11. Sentirse cómodo siendo diferente.
12. Creer que algo es posible sin saberlo, esto ayuda a la hora de establecer metas.
13. Agilidad mental a través del estudio de las Escrituras y una mayor comprensión de otros textos antiguos.
14. Los niños aprenden a leer bien a una edad temprana.
15. Apreciar a nuestros antepasados y ayudar a otros con su historia familiar.
16. Interacciones y relaciones entre generaciones.
17. Desarrollar el hábito de establecer y cumplir metas.
18. Capacidad para crear una comunidad en cualquier parte del mundo.
19. Ética de trabajo.
20. No tener vicios.
21. Oportunidades para aprender idiomas.
22. La misión ayuda a las personas a superar la timidez.
23. Servicio abnegado: no porque quieras, sino porque otros cuentan contigo.
24. Oportunidades de servicio comunitario a través de “Manos que ayudan”, el almacén del obispo, etc.
25. Aprender habilidades financieras y hacer donaciones a través de los diezmos y las ofrendas.
26. Autosuficiencia: cursos y grupos de apoyo para la resiliencia emocional.
27. Oportunidades de liderazgo a una edad temprana.
28. Habilidades para las entrevistas: Ver a las personas a los ojos, tener buenas conversaciones y llegar a tiempo.
29. Actividades gratuitas para niños y jóvenes, así como campamentos baratos o gratuitos.
30. Levantarse temprano para seminario.
31. Aprender sobre el almacenamiento en el hogar y la preparación para las emergencias.
32. Cómo conducir y realizar una buena reunión.
33. Aprender a sacrificar no solo dinero sino tiempo.
34. Oportunidades del Sistema Educativo de la Iglesia: BYU-Pathway.
35. Tranquilidad cuando nuestros seres queridos se mudan a un nuevo lugar.
36. Los niños aprenden a estar tranquilos a una edad temprana.
37. Tener una amplia variedad de figuras mentoras.
38. Oportunidades de enseñanza.
BONUS
39. Programas de recuperación de las adicciones.
40. Tenemos un lugar gratuito para celebrar bodas con una magnífica ubicación, acceso a los edificios de la Iglesia para grandes eventos y servicio gratuito para bodas y funerales.
41. Acceso a una cancha de baloncesto gratis.
42. Servicios familiares (terapia).
43. Que otros te desafíen por tus creencias te hace más fuerte, resiliente y educado.
44. Ministros que controlan tu bienestar.
Cabe destacar que los privilegios que tenemos como miembros de La Iglesia de Jesucristo son mucho más profundos que los enumerados. Por ejemplo, nuestra comprensión del plan de salvación y nuestra identidad como hijos de Dios, las llaves del sacerdocio restauradas en la Tierra, profetas vivientes, nuestros convenios y ordenanzas.
Si bien las “ventajas” antes mencionadas de ser miembro de la Iglesia son maravillosas, estas doctrinas son, sin duda, las bendiciones más valiosas del evangelio de Jesucristo.
Mientras pensaba en estos privilegios como Santos de los Últimos Días durante el fin de semana, me pregunté “¿sabemos lo que tenemos?”
Parece que hay un gran enfoque en las cosas que la Iglesia podría mejorar.
Nuestro profeta nos ha enseñado que somos parte de una restauración en curso, por lo que no debería sorprendernos que la Iglesia todavía sea una obra en progreso.
Para mí es difícil enfocarme en las cosas que debemos mejorar cuando tenemos muchas ventajas.
El presidente Oaks enseña que lo que obtengamos de nuestra experiencia en la Iglesia depende en gran medida de nosotros. Citó a alguien que dijo:
“Hace años cambié mi actitud en cuanto a asistir a la Iglesia. Ya no voy a las reuniones por mí; ahora pienso en los demás. Hago lo posible por saludar a las personas que están sentadas solas, dar la bienvenida a los que nos visiten y ofrecer mis servicios para una asignación.
En resumen, voy a la Iglesia cada semana con el propósito de ser activo, no pasivo, y de ser una influencia positiva en la vida de otras personas”.
Fuente: LDS Living