Durante la Semana de Educación de BYU, el psicólogo Santo de los Últimos Días David T. Morgan compartió cuatro cosas que debemos considerar cuando surjan dudas sobre nuestra fe.
Un viaje
Morgan enfatizó que las preguntas sobre el Evangelio nos hacen progresar en cuanto a la fe. De hecho, se restauró el Evangelio, después de que José Smith tuviera preguntas.
José dijo: “He aprendido por mí mismo”. (José Smith – Historia 1:20)
“Este viaje o proceso es fundamental para nuestro desarrollo espiritual. Está bien apoyarse en la fe de los demás. Sin embargo, creo que todos tienen que llegar a este punto en la construcción de su fe y testimonio: deben tener algo con lo que se sostengan a si mismos”, dijo Morgan.
Tal vez, este camino es uno que algunas personas hoy también están tomando a fin de que “sepan con certeza” y tengan su propio testimonio.
“No se trata de ti”
Morgan dijo que sabe que las personas tienen grandes preocupaciones y temores por sus seres queridos que cuestionan el Evangelio o que han abandonado la Iglesia, pero dijo: “No se trata de ustedes”.
Agregó que, al intentar ayudar a nuestros seres queridos, tengamos cuidado con no decir cosas que los condene, minimice o amenace.
Explicó el concepto de disonancia cognitiva: cuando alguien está haciendo algo que es inconsistente con sus creencias, crea un tira y afloja en su mente. Terminan dejando la Iglesia porque están tratando de resolver esa disonancia: es más fácil para ellos cambiar sus creencias.
“El punto es que están en peligro. Muchas de estas personas están muy angustiadas”, dijo Morgan.
Así que, se vuelve crucial escuchar a los demás y tratar de comprenderlos.
Conocer mejor a alguien conducirá a un mayor amor y compasión por ellos.
“El Salvador es quien más nos conoce y más nos ama. Él te ama más de lo que nadie podría jamás”.
Agregó que demostremos más nuestro amor por nuestros seres queridos. Así como, compasión, tolerancia y aceptación, aunque eso no significa estar de acuerdo.
Escúchalo
Morgan dijo que, si bien nuestros seres queridos están fuera de nuestro control, lo que podemos hacer personalmente es seguir al profeta y aumentar nuestra capacidad para recibir revelación.
El presidente Russell M. Nelson dijo en la Conferencia General de abril de 2020 con respecto a escuchar al Salvador…
“…serán bendecidos con poder adicional para lidiar con la tentación, las pruebas y la debilidad. Les prometo milagros en sus matrimonios, sus relaciones familiares y sus trabajos diarios. Y les prometo que se incrementará su capacidad para sentir gozo, aun si aumentan las turbulencias en sus vidas.”.
Morgan también citó un discurso del presidente Henry B. Eyring de la Conferencia General de abril de 2019:
“Te estás preocupando por el problema equivocado. Simplemente vive digno del reino celestial y la situación de tu familia será más maravillosa de lo que puedas imaginar”.
Morgan concluyó diciendo:
“Se puede encontrar paz y felicidad, independientemente de tu situación y eso comienza aquí mismo contigo.
Cuando todos lleguemos al cielo, dirás: ‘Todo salió bien’”.
Listo para dar una respuesta
Por su parte, el profesor de historia y doctrina de la Iglesia de BYU, Anthony R. Sweat, compartió un patrón bíblico para abordar preguntas sobre el Evangelio.
Así, siempre estaremos “preparados para responder con mansedumbre y reverencia a cada uno que nos demande razón de la esperanza que hay en nosotros”. (1 Pedro 3: 15).
Este patrón se puede observar en la interacción del Salvador con la mujer junto al pozo (Juan 4), Juan el Bautista hablando con los discípulos (Juan 3:25-36), la conversación de Ammón con el rey Lamoni (Alma 18) y Jesús hablando con Nicodemo (Juan 3:1-21).
El patrón tiene cuatro partes:
1. Escuchar
“Escuchar significa que tratamos activamente de averiguar a qué se refieren”, dijo Sweat.
Haz preguntas de seguimiento, pero intenta que las personas no sientan que les estás faltando el respeto.
Sé genuino al buscar comprender su perspectiva.
2. Analizar sus suposiciones
Mientras escuchas para comprender, haz preguntas sobre por qué o cómo la otra persona ha llegado a esa conclusión.
Una primera pregunta con respecto a cualquier preocupación histórica o doctrinal debería ser esta: “¿Cuál es su fuente?” Luego, examina la fuente para ver si es confiable.
Eso les ayudará a ver que hay otras fuentes y llegarán a otras conclusiones.
“Sin embargo, al trabajar en esto con la gente, procura ser delicado. A medida que pasas de escuchar a ayudarlos a examinar su forma de pensar, no lo hagas de manera ofensiva”.
3. Ampliar sus conocimientos
Después de analizar sus pensamientos, pregunta: “¿Está bien si les ofrezco mi perspectiva sobre el tema y por qué pienso así?”
Comparte con ellos tanto conocimientos como hechos, datos e historia. Doctrina y principios de los profetas, y las escrituras. Perspectivas personales. Experiencias, historias, fe y testimonio.
“Cuando las personas se acercan a hablar contigo, lo hacen porque confían en ti. Quieren saber tu punto de vista y lo valoran. Deberías sentirte en libertad de tener este diálogo”.
4. Apuntar a Cristo
Finalmente, siempre dirígelos a la fuente de la verdad: el Salvador, Sus enseñanzas y Su plan. Reenfócalos en sus convenios con Él y las promesas que Él ha hecho.
“Esa invitación a actuar abre el corazón, si lo hacen con fe”.
Fuente: Church News