Por Irene Stone
Traducido por Mariela Viernes
Este artículo ha sido traducido y publicado con permiso del autor. Para ver el artículo original visite: thisweekmormon.com
Desde hace algunas semanas, cuando se dio la lección en la Sociedad de Socorro de mi barrio, sobre las “Bendiciones invaluables de la casa del Señor” del presidente Ezra Taft, he estado pensando cómo abordar este tema. Déjenme comenzar con lo siguiente: coincido con los demás, cuando decimos que los templos son la Casa del Señor. Hay una reverencia merecida y necesaria cuando se habla de los templos, cuando se entra en los templos, y cuando se prepara para ir al templo. Los templos son lugares donde asumimos compromisos serios, incluyendo la investidura y el sellamiento, y donde podemos sentirnos cerca al Señor para recibir revelación personal. Las ordenanzas que se realizan en el templo son especiales, y esas ordenanzas sagradas deben permanecer privadas y personales.
He encontrado paz en el templo. También he sido bendecida de maneras muy personales no sólo por ir al templo, sino porque otras personas fueron al templo por mí; y sinceramente creo que esas oraciones me dieron fortaleza en momentos difíciles de mi vida.
Aunque creo que todas estas cosas son verdaderas, nosotros (como miembros colectivos de la iglesia) tenemos la tendencia de hablar sobre el templo en estos términos exclusivos. A menudo olvidamos reconocer que puede tomar varias visitas al templo antes de que se convierta en una fuente de poder espiritual. A veces, las personas nunca llegan a ese punto (odio decirlo, pero es verdad); y creo que es porque pasamos por alto esta frase muy importante y muy real en el manual de preparación para el Templo: “Si van a ir al templo por primera vez, es muy natural que se sientan algo inquietos. Es normal experimentar cierta ansiedad frente a lo desconocido; a menudo las experiencias nuevas nos causan cierto nerviosismo
(“Cómo prepararse para entrar en el Santo Templo“).
Por favor, tengan en cuenta que al escribir este artículo estoy plenamente consciente y tratando de ser respetuosa con el siguiente consejo del presidente Packer: “Las ordenanzas y las ceremonias del templo son sencillas. Son hermosas. Son sagradas. Se mantienen confidenciales aunque se les da a los que no están preparados” (The Holy Temple, Ensign 1995). He sido muy cuidadosa con lo que puedo o no puedo decir, así que tengan en cuenta que todo lo que mencioné sobre el templo proviene de material disponible públicamente en lds.org. Es muy difícil escribir sobre este tema debido al mismo asunto que estoy tratando de combatir: dejando de lado el respeto a la santidad del templo, evitamos cualquier información específica, y esto lleva a que muchos principiantes en el templo se sorprendan al darse cuenta que no tienen esa maravillosa experiencia espiritual, de la que todo el mundo habla.
Aquí dejo algunos consejos para tener una buena experiencia en el templo , ya sea si estas yendo al templo por primera vez o si conoces a alguien que podría necesitar de un estímulo para volver.
- En primer lugar, ten en cuenta que es totalmente NORMAL que te sientas, como dice el curso de preparación para el Templo, algo inquieto, nervioso o ansioso. Debido a que las conversaciones sobre el templo son casi exclusivamente “una experiencia increíble”, “muy espirituales”, y ” un lugar en la Tierra para sentirse más cerca de Dios”, cuando entramos por primera vez al templo y no sentimos esas experiencias, puede causarnos bastante conmoción. Cuando he hablado con la gente sobre este tema, hay múltiples reacciones a esto: algunos se culpan a sí mismos, se sienten culpables por no disfrutar de esa experiencia, se sienten incómodos e indecisos en volver, etc. A muchas personas con las que hablé, no le gustó su primera experiencia en el templo ya que se sintieron como si fueran las únicas personas en la habitación que no sabían lo que está pasando. Se sienten presionados no sólo a disfrutar de esa experiencia, sino también para tener algún tipo de experiencia profunda, y esas primeras veces son difíciles porque todo lo que es nuevo puede ser una distracción. Hay muchas cosas que no podemos saber acerca de la ceremonia del templo antes de ir, así que las primeras veces es intimidante y muy extraño. Pero ¿qué crees? Eso está bien.
- Considera la posibilidad de recibir tus investiduras antes de tu boda y/o de la misión. Este consejo se basa puramente en evidencia anecdótica. Habla con más gente sobre esto , no sé lo que la norma oficial dice acerca de esta práctica, o si hay alguna norma en sí. Algunas personas (en su mayoría mujeres) tienden a obtener sus investiduras junto con el matrimonio , no todas, pero algunas. Aunque es sin duda una experiencia maravillosa tener tu futuro esposo involucrado en tu investidura, también creo que es ventajoso ir al templo por sí mismos y no sólo por una boda inminente. Sin duda, esta no es la mejor opción para todos, pero si su líder eclesiástico lo permite, por lo menos debería ser considerado. A pesar de que primero hay que ser investido para ser sellado a su cónyuge, la investidura es completamente independiente de un sellamiento. Es un propio compromiso personal con el Padre Celestial, no tiene nada (directamente) que ver con tu compromiso con tu cónyuge. (Si bien puede haber algún desacuerdo, lo que estoy tratando de decir es que no se necesita tener un cónyuge para asumir los compromisos durante la investidura.)
Varias personas con las que he hablado, dijeron que hubieran deseado haber tenido más tiempo antes de su boda para acostumbrarse a la sesión de investidura. Hay tantas cosas que pasan en las pocas semanas antes de una boda que la adición de todo este nuevo material en el templo (que es muy personal y muy importante para su relación con Dios) merece un poco de tiempo especial, separado de todas las distracciones que una boda puede presentar.
Del mismo modo, para los futuros misioneros de tiempo completo, no traten al templo como una cosa más en su lista para poder salir al campo misional. Tu primera vez en el templo puede ser tan fácilmente reducida a algo que se necesita “hacer”, tan similar a una visita a Mr. Mac. Así que cuando recibas tu llamamiento anda al templo pronto y pasa tus meses provisionales asistiendo (al templo) y aprendiendo.
- Ir con la gente con la que uno se siente muy cómodo. La sesión de investidura es algo totalmente nuevo. No quieres estar en una habitación con extraños y con tus futuros suegros a quienes sólo has visto un par de veces. Elije a personas con las que te sientes seguro, gente a quien puedas hacer preguntas fácilmente. Tal vez, incluso pregúntales de antemano cómo fue su primera experiencia en el templo. Mientras más sepas antes de ir, estarás menos distraído por la “novedad” de la experiencia.
- Utiliza los recursos que están disponibles para ti. De todas maneras, toma una clase de preparación para el templo, y sigue adelante. Cuando yo tomé esa clase, no tuve este manual para el alumno el cual tiene algunas cosas muy interesantes. Abre tus Escrituras; una gran parte de la investidura tiene que ver con la creación que se encuentra en el libro de Moisés; relee esos primeros capítulos. Estudia la adoración en el templo en el Antiguo Testamento y el poder y la importancia del ritual. Y, de nuevo, habla con la gente que conoces y amas acerca de sus experiencias en el templo, haz preguntas con respecto a la logística o de qué esperar.
A menudo, la gente se siente incómoda con los aspectos ritualistas de la adoración en el templo, pero mira los rituales de otras religiones en un ambiente más público – la reverencia, lo ornamentado, y el simbolismo en todas las grandes religiones del mundo. Nuestras ordenanzas del templo son diferentes, por supuesto, pero llevan un poco de ese mismo tenor. Nos reservamos cosas para un espacio diferente, y la comprensión de la muy antigua naturaleza de la adoración en el templo te ayudará a procesar todo. Recuerde, nosotros estamos autorizados a hablar mucho más de lo que normalmente hacemos, pero debe ser una conversación reverente.
- Y por último, odio ser tan cliché en el último consejo, pero comprométete a regresar al templo. A mí, personalmente, no me gustó mi primera experiencia. Me sentí muy fuera de lugar y no tenía ni idea de qué esperar antes de entrar. Mi primera sesión de investidura fue unos meses antes de entrar al Centro de Capacitación Misional, y fui un total de 3 veces antes de que fuera apartada como misionera. Era difícil volver – mi familia había venido de fuera de la ciudad para mi primera vez, pero después de eso, realmente no sentía que tenía a alguien con quien ir. La única cosa que hizo del templo una mejor experiencia para mí fue tener que ir cada semana con mi distrito del CCM. No tenia una opción, por lo que la novedad se convirtió de poco a poco más familiar, y empecé a entender por qué a la gente le encanta tanto el templo.
Si fuiste al templo y te sentiste extraño, te prometo, que no eres el único. Mi objetivo al escribir esto es agregar otra perspectiva a nuestras conversaciones sobre el templo que incluyan a más personas y establezcan expectativas más realistas.
Diría que el mejor consejo que recibí antes de mi propia investidura fue de un amigo muy chistoso. Él se enteró que estaba a punto de ir por primera vez y me dio una cómplice sonrisa y me dijo: “Solamente disfrútala”. Lo dijo de una manera misteriosa y a la vez despreocupada. Sinceramente, creo que eso me ayudó quitarme la confusión que sentía e incluso a reír un poco de la novedad de todo. A pesar de que no me gustó mi primera experiencia, ese pequeño consejo me ayudó a saber que iba a mejorar. Y mejora cuando vamos con regularidad y hacemos nuestro mejor esfuerzo para informarnos sobre qué es lo que estamos haciendo en la casa del Señor.