Durante Su ministerio terrenal, Jesucristo realizó múltiples milagros que hasta el día de hoy impactan en nuestro día a día. Es más, son principios de acción y de trato con los demás y con nuestro Salvador.
Sin embargo, probablemente no te hayas puesto a pensar en las cosas que Él NO hizo y es por eso que aquí te compartimos algunas de ellas. Si tienes alguna otra, no te olvides de dejarlo en los comentarios.
¡Vamos!
Jesucristo NO le prometió el Reino Celestial al ladrón crucificado
En los últimos minutos de agonía, Jesucristo estuvo en medio de dos ladrones crucificados.
Mientras uno lo retaba a bajar de la cruz, suponiendo que era el hijo de Dios:
“Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros”. – Lucas 23:39
El otro le respondió:
“Y respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Y nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; pero este ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”. – Lucas 23:40-42
La respuesta del Salvador es conmovedora, pues le promete que estará junto a Él en el paraíso.
Como doctrina dentro de la Iglesia sabemos que hay una gran diferencia entre el paraíso y el Reino Celestial.
El paraíso, como explica Alma, es un lugar donde reposarán los espíritus justos en un estado de felicidad, descanso y paz. En cambio, el Reino Celestial es un grado de gloria, y solo sabremos nuestro destino en ese lugar después del juicio final cuando tengamos a Cristo en nuestro delante.
Jesucristo NO condenó a la mujer adúltera
Al igual que cualquier persona que es encontrada en pecado o error, la justicia exige un precio. Sabemos que Jesucristo lo pagó, sin embargo, es necesario un arrepentimiento sincero.
La historia de la mujer adúltera es conocida debido a que Jesucristo mostró compasión, y también nos enseñó una gran lección. Nos enseñó a NO condenar:
“Ni yo te condeno; vete, y no peques más.” – Juan 8:11
Si bien es cierto que Jesucristo NO la condenó, ella aun necesitaba pasar por su proceso de arrepentimiento para obtener la remisión de sus pecados. Recordemos que el adulterio no es un pecado menor.
Jesucristo NO nos dejó solos
Jesucristo declaró en Juan 16:7:
“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si yo no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si yo me voy, os lo enviaré”.
Podemos sentirnos solos y tristes en este mundo, pero en Cristo no estamos solos. Su espíritu nos acompaña y nos guía en los momentos de dificultad siempre que estemos en armonía con Él.
Jesucristo nunca dudó. Él pudo dejarnos de lado y abandonarnos, sin embargo, no lo hizo, y debemos estar infinitamente agradecidos por ello.
Los leones eran como pequeños gatitos para Daniel. Los muros de la cárcel se derrumbaron para Alma y Amulek. Ninguna arma pudo herir a Samuel el Lamanita. Los 2050 jóvenes guerreros sobrevivieron.
Jesucristo NO nos ha abandonado.
Jesucristo NO se consideró mejor que nadie
Aunque Jesucristo habite en una luz inaccesible, mantenga al mundo en su lugar y le diga a las olas hasta donde pueden ir, Él escogió humillarse.
Él le lavó los pies a Sus discípulos.
Él curó, alimentó y liberó, finalmente dando Su cuerpo como precio por el pecado, cargando Su propia cruz hasta donde no pudiese más soportar.
“Porque subirá cuál renuevo delante de él y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él ni hermosura; y cuando le veamos, no habrá en él atractivo para que le deseemos”. – Isaías 53:2
Jesucristo NO pecó
Durante Su ministerio terrenal y toda Su vida, Jesucristo fue, es y será la única persona que no cometió pecados.
Recordemos que para que Jesucristo pudiese tomar los pecados del mundo sobre Él, tenía que estar libre de manchas, es decir, libre de cualquier pecado; inclusive el más mínimo pecado.
“Pues también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pasos; quien no cometió pecado, ni fue hallado engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba al que juzga justamente”. – 1 Pedro 2:22
Jesucristo NO hizo Su voluntad
Mientras sudaba gotas de sangre y se comprimían Sus capilares debido a la extrema angustia emocional, Jesucristo clamó:
“Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú”. – Mateo 26:39
En Su humanidad, debido a que tenía parte carnal por Su madre María, Jesús sabía el dolor que le esperaba durante el Su pasión en el Getsemaní y la cruz.
Probablemente deseó no estar ahí ni pasar por esa experiencia, sin embargo, Su amor por el Padre y todos Sus hijos fue aún mayor.
Por más que a Jesús le hubiera gustado tener un camino diferente, Él NO escogió Su propia voluntad. Él escogió hacer la voluntad de Su Padre, nuestro Padre Celestial.
Incluso, en los momentos en que Él parecía el más indefenso, Cristo en realidad decidió conscientemente someterse a la voluntad de su Padre y le dio a sus opresores control sobre Él.