Ashly nunca imaginó que volver a la Iglesia le salvaría la vida. Por años, estuvo atrapada en un ciclo de adicción, pasando por la cárcel, centros de rehabilitación y momentos muy oscuros. Su vida era un caos, y sentía que no había salida. Hasta que tocó fondo.

“Perdí todo. Estaba en un punto donde sabía que si no me rehabilitaba, iba a morir o terminar en la cárcel para siempre”.

Fue entonces cuando su papá le hizo una pregunta que la sacudió:

“Ashly, si te llevo a tratamiento, ¿te vas a quedar o vas a huir otra vez?”.

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Instagram

Y por primera vez en mucho tiempo, ella respondió con total honestidad:

“No tengo fuerzas para seguir escapando”.

Así empezó su proceso de sanación. Ingresó a un centro de rehabilitación cristiano en Fresno, California. El primer paso fue una desintoxicación en frío de 10 días, sin medicamentos. Solo ella, su cuerpo y la batalla interna. Para ganarse su lugar en el programa, tenía que trabajar 40 horas en un almacén. Fue agotador, física y emocionalmente. Pero justo cuando pensaba en rendirse, comenzaron a llegarle señales.

“Estaba clasificando ropa y de pronto veía camisetas con frases como ‘Dios está contigo’ o ‘No te rindas’. Esas palabras aparecían justo en los momentos más difíciles. Para mí, eran mensajes directos del cielo”.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Instagram

Una experiencia que nunca olvidará ocurrió cuando el pastor le pidió elegir una Biblia. Había más de cien ejemplares en un estante. Tomó una rosada, sin pensar mucho. Al abrirla, encontró un marcador del Libro de Mormón.

“Me quedé helada. Yo era la única miembro de la Iglesia ahí. Estaba en Fresno, lejos de todo, pero ese marcador apareció justo en la Biblia que elegí. En ese instante supe que Dios me estaba buscando, que sabía dónde estaba y por lo que estaba pasando”.

Después de salir del tratamiento, decidió darle una nueva oportunidad a la Iglesia. No tenía todas las respuestas, pero sí un fuerte deseo de empezar de nuevo.

“Mucha gente cree que la Iglesia es muy estricta. Pero cuando yo estaba perdida, lo que más necesitaba era estructura, un camino seguro. Eso fue lo que encontré. Lo que antes me parecía una lista de reglas, ahora lo veo como protección y guía”.

Hoy, Ashly vive una vida completamente distinta. Está sobria, en paz y con un corazón renovado.

“No queda rastro de lo que fui. Era una mentirosa, una ladrona, una adicta. Pero me atreví a preguntar si la expiación de Jesucristo también era para mí… y lo era. Él me cambió. Ahora vivo con gratitud, y cada día trato de demostrarle a Dios lo mucho que le agradezco por haberme rescatado”.

A quienes están luchando, les deja este mensaje sincero:

“No importa qué tan lejos creas que estás. No importa cuán oscuro se vea todo. No te rindas. Todavía hay esperanza. Hay una salida”.

Fuente: Instagram

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