Los altibajos de la vida nos conducen a los escenarios más hermosos

Cuando hablamos de escalar una montaña, nos centramos en la cima como si subir fuera la única manera de conquistar la montaña. Sin embargo, los alpinistas experimentados saben que tanto la subida como la bajada son importantes. Sin un descenso exitoso, el ascenso sería inútil.

Durante el descenso, los alpinistas tienen que luchar contra el cansancio y el esfuerzo físico, y ser aún más cuidadosos que cuando subieron la montaña. No es de extrañar que algunos alpinistas consideren que descender de la montaña sea el verdadero desafío.

A menudo, las metas y los desafíos se comparan con las montañas. Además, al igual que los aspirantes a alpinistas, la mayoría de nosotros se centra en superar las montañas en nuestras vidas solo al llegar a la cima. Pero, ¿en verdad estamos preparados para cuando el sendero sea cuesta abajo?

En la cima

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He escalado 4 montañas en mi vida, una de ellas dos veces. Mi parte favorita de escalar es siempre llegar a la cima. Me encanta ver todo desde arriba, desde el edificio más alto hasta la casa más pequeña. Disfruto mi “éxito” tomando muchas fotos. Al llegar a la cima, siento que todos mis esfuerzos y dolores valieron la pena.

Después de llegar a mi cuarta cima, no solo noté las cosas debajo de mí, sino que comencé a ver las montañas más altas al frente de mí. Parecía que esas montañas me invitaban a aspirar a mayores alturas. Fue entonces que me di cuenta de que para escalar estas montañas más altas, primero debía bajar con cuidado desde donde estaba.

Las montañas y los picos raras veces están conectados. No había senderos hacia arriba ni atajos que me condujeran a un pico más alto desde donde estaba. En otras palabras, para alcanzar otra cima, una más majestuosa que la última, primero necesitaba descender de la cima que aprendí a amar.

El descenso

El problema es que no hay mucha gloria en el descenso. No es tan emocionante como ascender y no nos enorgullece tanto como para tomar una foto y subirla a Instagram. De hecho, muchos de nosotros no podemos esperar a descender de la montaña para alardear de nuestra experiencia en la cima.

Sin embargo, podemos adquirir tanta sabiduría y experiencia de descender como de ascender. No debemos apresurarnos en nuestro descenso, sino disfrutar cada momento tal como lo hicimos cuando ascendimos.

Al enfrentar nuestras montañas de vida, ascenderemos y, a veces, alcanzaremos la cima. Disfrutaremos estas experiencias y desearemos que nunca terminen. Luego, descenderemos. A diferencia de nuestros mejores momentos, no querremos estar ahí. Solo querremos aferrarnos a nuestros momentos felices y no soltarlos.

Tenemos que darnos cuenta de que solo porque el camino sea cuesta abajo, no significa que nos lleve a la ruina. El sendero cuesta abajo es esencial para tener aventuras más emocionantes y gratificantes en el futuro.

Escalar montañas más elevadas

Descender de la cima no le resta importancia a nuestro logro de haber ascendido. En cambio, nos prepara para nuevos desafíos al animarnos a descansar por un tiempo para que podamos ser más fuertes y sabios para la próxima vez que escalemos la montaña.

¡No tengas miedo de caer! ¡Lo mejor de estar abajo es que no hay otro camino que subir! Y ¡Qué alturas nos tiene reservadas nuestro Padre Celestial!

Fuente: faith.ph

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