Cuando era adolescente trabajé tiempo completo como modelo internacional de pasarela. Me retiré de la industria del modelaje después de cumplir los 18 años y durante los últimos 10 años he estado hablando a grupos de mujeres jóvenes sobre cómo encontrar la verdadera felicidad.
En cierto punto durante cada charla, miro los rostros de esas pequeñas mujeres fuertes y pienso, “dentro de los próximos años, estas jovencitas van a beber, fumar, hacer cosas indebidas con los chicos, van a desanimarse, sentirse lastimadas y sentir dolor”. Estas hermanitas, como todos nosotros, de alguna u otra manera van a pecar, desviarse y apartarse.
La juventud de la iglesia está acostumbrada a escuchar la idea de que si ellos van a ciertos lugares y hacen ciertas cosas, el Espíritu o la presencia de Cristo los dejará. Esto que voy a decir es 100% mi propia opinión y realmente no tengo la autoridad, pero no creo que así sea.
¿Si un cordero está andando errante en peligro, el pastor le grita, “estás demasiado cerca del borde. Lo siento pero no me voy a arriesgar para perseguirte”? ¡Claro que no! Cuando un cordero está en peligro, el pastor hace todo lo posible para acercarse a su pequeño y guiarlo a un lugar seguro.
Entiendo que todos podemos tomar decisiones que nos dificultan sentir el Espíritu, pero no creo que sea porque Él no está con nosotros. Sí, nosotros podemos opacar nuestra sensibilidad a su influencia, pero no podemos hacer que Él se rinda con nosotros.
Después de haber estado en el lugar en el que muchas de esas jovencitas se dirigirán y al saber el dolor que viene al pensar que Cristo te ha abandonado, siempre termino mis charlas a la juventud con algo como esto:
Jesucristo murió por ti. No hay nada que tú puedas hacer que hará que Él te abandone o te ame menos. Tu Padre Celestial y tu Madre Celestial te aman profundamente y siempre estarán a tu lado. Habrá momentos en los que te sentirás solo. Cristo sintió esa misma soledad en la cruz cuando dijo, “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46) . El Élder Holland enseñó, “el Padre perfecto no abandonó a su hijo en esa hora. De hecho, es mi creencia personal que en todo el ministerio mortal de Cristo, el Padre nunca estuvo más cerca de Su Hijo que en esos agonizantes momentos finales de sufrimiento”. (Del libro, “None Were with Him”).
Cuando estás pasando por pruebas, Dios está más cerca de ti que nunca. Él no está avergonzado de ti o enojado contigo. Él te ama y te sostiene. Él está trabajando durante la noche para guiarte a la paz. Tú no ganaste Su amor ni Su presencia y no tienes que ser un mormón perfecto para conservarlo. El Padre Celestial, La Madre Celestial y Jesucristo están contigo en cada paso del camino, ya sea que te guste o no.
Este artículo fue escrito originalmente por Rosemary Card y publicado en ldsliving.com con el título “One Dangerous and Untrue Thing About Sin Mormons Need to Stop Believing”.