Hace unos días, el presidente M. Russell Ballard, del Cuórum de los Doce Apóstoles, compartió una importante experiencia de su ministerio como líder de la Iglesia de Jesucristo, la cual tiene una gran enseñanza para estos tiempos difíciles.
El presidente Ballard declaró:
Durante esta época difícil y, a veces, solitaria de la pandemia de COVID-19, recordé un viaje que cambió mi vida, cuando el élder Glenn L. Pace y yo fuimos a Etiopía hace 36 años. En enero de 1985, los miembros de la Iglesia en los Estados Unidos y Canadá hicieron un ayuno especial por la hambruna en Etiopía, que estaba devastando el país. Todos los donativos del ayuno serían para Etiopía. Dos meses después del ayuno, viajamos a Etiopía para determinar la mejor manera de utilizar los fondos.
Decidimos llevar a cabo una reunión sacramental con los únicos tres miembros de la Iglesia en Etiopía: el élder Pace, un hombre llamado Harry, que había estado en Etiopía por varios meses y yo. Durante la reunión, oramos para que Dios trajera lluvia sobre el país. La tierra ardía; no había llovido en un año y no había habido cosechas en tres años.
Esa tarde, oímos un trueno y cayó un aguacero torrencial. Los niños y los adultos celebraban y se mojaban en las calles. ¡Fue un milagro gozoso! A partir de aquel día, adonde íbamos, llovía.
Después de esa reunión especial, ocurrieron muchos milagros en el viaje: la muy necesaria lluvia; la rápida obtención de permisos; personas de todos los ámbitos sociales trabajando juntas con la meta común de eliminar el sufrimiento, una meta que sigue siendo de vital importancia para La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El viaje a Etiopía fue una de las experiencias más sublimes de mi ministerio.
Aprecio lo que dijo el élder Pace: “Nunca he experimentado un desarrollo de acontecimientos como este. He obrado arduamente y dado lo mejor de mí, pero la mano del Señor ha iluminado el camino paso a paso”.
Este año, muchos de nosotros hemos estado aislados de familiares, amigos y seres queridos. A medida que continuemos dando al Señor lo mejor de nosotros, aun en estos tiempos difíciles, el Señor continuará guiándonos por el camino, paso a paso.
¿Cómo te sientes ahora al leer esta experiencia del presidente Ballard? Si sabes de alguien que necesite este mensaje, no dudes en compartirlo.