En noviembre 1997, el Presidente Rex Hamilton, su esposa (Maurine) y los élderes Jeremy Peterson y Seth Chappell se dirigieron a la selva de Surinam para visitar el humilde hogar de los Ritfeld. Los Rietfield era una familia de siete miembros que regularmente tomaba una hora de viaje en bus para asistir a los servicios de la iglesia SUD. Peterson recuerda: “Eran unos de los miembros más fuertes de rama de todo el país. El único problema que atravesaban era que no estaban bautizados.”
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LA FAMILIA RITFELD
A pesar de tener cinco hijos y vivir en una relación de compromiso, los Ritfields no estaban casados- la otra barrera de la familia. Tenían familiares que servían como grandes líderes entre las tribus de Maroon de Surinam. Los Restfields provenían de una cultura en la que el matrimonio estaba prohibido– si lo hacían, irían en contra de su cultura, los deseos de su familia y causarían su desheredamiento entre otras retribuciones.
Esto fue sorprendente para los élderes que oraron para recibir inspiración a medida que se preparaban para enseñar sobre la bendición de las familias eternas. Al entrar en su hogar, los élderes decidieron enseñar a los niños y padres por separado. Así, permitirían que luego se reunieran y enseñaran unos a otros.
Después de la charla, cuando los niños se reunieron con sus padres, exclamaron con emoción: “Cuando seamos una familia eterna, podremos tener a Nicki [su hermana menor] por siempre.” El Presidente Hamilton recuerda la gran reverencia que inundaba la cabaña “El espíritu era tan fuerte que hasta lo podrías tocar.”
LA BENDICIÓN MILAGROSA
Durante la primera visita de los Hamilton al hogar de los Ritfeld, se enteraron de la enfermedad de su hija mayor, Fyen. Ella sufría de una severa escoliosis que la postraría a una silla de ruedas en tres años. La enfermedad era tan seria que no viviría mucho tiempo porque la escoliosis estaba presionando sus pulmones.
A pesar del lamentable pronóstico, el hermano Ritfield le dijo a los Hamilton: “Tengo fe en que mi niña se puede curar.”
Debido a la atención médica brindada en Surinam, la situación de la familia y la severidad de la escoliosis de Fyen, parecía imposible encontrar una cura.
Los élderes preguntaron si podían darle una bendición a Fyen.
Sentaron a Fyen (14 años) en una silla en el medio [de la cabaña] y los élderes colocaron sus manos sobre su cabeza.
“El Espíritu era diferente a lo que nosotros habíamos experimentado; se podía palpar. Recuerdo que el Presidente Hamilton enseñó durante esta bendición sobre Jesús cuando estaba en la tierra. Él fue a curar a las personas. Dijo: “Él aún lo hace” Expresó claramente que Cristo aun nos toca y sana. Finalmente afirmó que Fyen se curaría.” Contó el élder Peterson.
FLYEN CON LOS HAMILTON
Con lágrimas en los ojos, Rex Hamilton recuerda: “Recuerdo la parte final de la bendición, no me atrevía a mirar hacia arriba… nunca había sentido al Espíritu de esa manera. Era tan poderoso y la hermana Ritfeld nos abrazó y no nos soltó.”
Y, aunque nada había cambiado. “Recuerdo haber quitado mis manos de su cabeza y Fyen se puso de pie. Su espalda aún estaba torcida pero nadie en el lugar dudaba que se curaría a pesar de que no lo pudiéramos ver” expresó Peterson.
“Mientras que nos despedíamos, el Espíritu era fuerte y los padres aún dejaban caer lágrimas de felicidad. También, sentí un gran amor por su pequeña hija y su familia tan hermosa y lista para ser miembros de la iglesia… de camino a casa, mientras sentía la cálida persistencia de la maravilla espiritual y contemplaba lo que acababa de suceder, vino a mí el consuelo de que podría dejar esto en las manos del Señor. A Su debido tiempo, Él efectuaría Su milagro. Recordé una frase muy importante: Se hará tu voluntad, oh Señor.” El élder Chappell escribió esta experiencia en su diario misional.
SUPERANDO LO IMPOSIBLE
La bendición llegó tres meses antes de que los Hamilton acabaran su misión en Surinam y volvieran a los Estados Unidos. Además, en ese corto tiempo, la pareja se había decidido a encontrar la manera de cumplir esa promesa de curación.
Una cirugía tan intensiva como la que requería Fyen implicaría la necesidad de salir de Surinam bajo la dirección de un doctor patrocinador. Maurine había trabajado por cierto tiempo para una embajada y sabía que “tomaría un año obtener el pasaporte [en Surinam], dejando de lado la visa.” Debido al aumento de las complicaciones, Fyen recuerda “Me sentía atrapada.”
Además de los problemas logísticos, los Hamilton necesitan lidiar con las preocupaciones culturales para obtener el permiso de la escuela de Fyen y de toda la familia. “Este era un tema que no solo mis padres podían decidir, sino toda mi familia,” contó Fyen.
Sin embargo, día tras día, se superaban los obstáculos. Los presidentes de rama tenían contactos que aceleraron el proceso de garantía del pasaporte de Fyen. Un nuevo empleado de la embajada compendió el serio problema de los Hamilton – que tenían una hija que pasó por una cirugía similar- y trabajó para manejar los plazos exigentes.
Milagrosamente, se arregló toda la documentación. No obstante, la noche anterior en que se programó el viaje de Fyen a los Estados Unidos, los Hamilton recibieron una llamada. Fueron al hogar de los Ritfeld y se encontraron con 20-30 familiares. El abuelo Fyen, líder de las tribus Maroon, deseaba hablar con los Hamilton antes de que les diera el permiso de llevarse a su nieta.
Después de que los Hamilton le aseguraron a la familia que Fyen iba a estar bien cuidada y solo se quedaría con ellos durante seis meses. El abuelo de Fyen presentó al presidente Hamilton una intrincada talla en madera, que representa el acuerdo entre los dos hombres.
“El Padre Celestial nos ama y prepara la vía para nosotros. Nos ayudará a lograr todo lo que deseemos. Realmente sé que Él prepara el camino.” Testificó Fyen.
LA CURACIÓN PROMETIDA
En febrero de 1998, Fyen llegó a Providence (Utah) donde vivían los Hamilton.
Fyen recuerda como el doctor le explicaba a detalle cómo sería la experiencia durante su temible cirugía “pensaba que moriría.” Sin embargo, no estaba sola. El presidente Hamilton y su esposa la acompañaron en el hospital todas las noches durante dos semanas.
Después de otras pruebas y rayos x, los doctores sabían que la cirugía sería complicada ya que los pulmones de Fyen estaban poco desarrollados y su columna vertebral estaba tan torcida que el riesgo de parálisis seguía siendo una amenaza. Sin embargo, después de ocho horas de cirugía, los doctores les dijeron a los Hamilton que todo había salido como lo planificaron.
VOLVERSE MIEMBRO DE LA IGLESIA
Durante los siguientes meses de la cirugía, el “abuelo Hamilton” regaló a Fyen una copia del Libro de Mormón con stickers ilustrativos que decoraban las páginas. Fyen comenzó a comprender las palabras sagradas que contenía este libro.
“Durante mis ocho meses en Utah, leí el Libro de Mormón, esa fue mi fortaleza, consuelo y paz. Leer el Libro de Mormón realmente me acercó a nuestro Padre Celestial y a mi familia.” Comentó Fyen.
Además, mientras que Fyen se quedó con los Hamilton, compartió muchas horas cada semana con las mujeres jóvenes de su nuevo barrio: “Realmente me acogieron.” Por otro lado, Fyen ganó confianza y una personalidad optimista y extrovertida.
Después de retornar de la misión, el élder Peterson recuerda haber entrado a la capilla y ver a Fyen por primera vez. “Su espalda estaba erguida, sus hombros en su lugar y me miraba directo a los ojos,” recordó.
Así como Fyen experimentó cambios y desarrollo, su familia también lo hizo.
Poco antes del regreso de Fyen a casa, su padres la llamaron y anunciaron que se casarían el día anterior a su llegada. Es decir, que su familia se bautizó apenas unos días antes de su regreso.
Aunque Fyen no estuvo presente en el matrimonio civil de sus padres, asistió a su sellamiento en el templo “esto fue lo mejor,” expresó.
TRAER MILAGROS A LOS DEMÁS
Después de que Fyen se bautizó, presentó rápidamente a las mujeres jóvenes en Surinam los programas que le encantaron de Utah. “Realmente deseaba que otros formaran parte de estas experiencias. Una de las cosas que trabajé en mi Progreso Personal, no solo conmigo sino con el grupo de las laureles.”
Casi inmediatamente después del regreso de Fyen, los Hamilton notaron una transformación en la membresía en Surinam, con más jóvenes sirviendo en misiones y siendo fieles además del gran crecimiento de la iglesia- de menos de 500 a 1 545 miembros, en solo 20 años.
Más tarde, Fyen continuó influenciando en los jóvenes de Surinam sirviendo como profesora de instituto. Actualmente, sirve como presidenta de la Sociedad de Socorro en su distrito. “Para mí, encontrar el evangelio restaurado y sentir el amor de las personas como si fueran ángeles, es el amor que deseo dar mediante mis llamamientos.” Dijo Fyen.
Fyen sigue en contacto con los Hamilton, les habla regularmente y los ve como su segunda familia. Después de que Fyen se casó con Dennis Linger, los Hamilton les compraron unos boletos de avión para Utah para que se pudieran sellar en el Templo de Logan Utah en julio 2015, respondiendo a las oraciones de Fyen.
“El Señor trabajó por medio de los Hamilton para ayudarme,” Fyen recuerda su cirugía y su nueva familia eterna.
Sin embargo, a medida que el Padre Celestial utilizó a los Hamilton para traer milagros a la vida de Fyen, Fyen también reconoce como el Señor obró a través de ella. “Era pequeña, tímida, apenas podía hablar y entonces, el Padre Celestial me utilizó para ser la luz de los demás y eso, es algo que realmente deseo intentar y decir a las mujeres jóvenes [y miembros],” dijo Fyen. “Nuestro Padre Celestial realmente trabaja por medio de nosotros para bendecir la vida de los demás.”
Al recordar los importantes obstáculos que venció en su vida, Fyen tiene fe de que la Iglesia en Surinam superará obstáculos similares y que un día, se construirá un templo en su país. Se cumplirá la promesa de los líderes de la Iglesia. Continuó:
“Sé que este es el evangelio verdadero. Lo he experimentado desde que era una niña. Realmente puedo testificar que el Señor obra por medio de nosotros y desea que seamos felices. Sé que si demostramos amor y nos mantenemos fieles en la Iglesia, nos volveremos más fuertes.”
Adaptación del artículo originalmente escrito por Danielle B. Wagner y publicado en ldsliving.com con el título “The Blessing That Didn’t Heal a Young Girl but Led to Her Conversion.”