Todos nos hemos sentido vulnerables ante las tentaciones del enemigo alguna vez en nuestra vida. Las debilidades que tenemos muchas veces nos juegan en contra, y tal vez hemos derramado una que otra lágrima por nuestros errores del pasado.
Incluso ahora, puede que sigamos cometiendo el mismo error una y otra vez, aun sabiendo, por experiencia, cuáles son nuestras flaquezas. Sin embargo, un joven capitán, de tan solo 25 años, dejó su ejemplo y el esfuerzo que dedicó para nunca más caer en las manos del enemigo.
Este joven se llamaba Moroni, y por muchos años luchó contra un gran mal. Probablemente, tú y yo también estemos en esa lucha ahora mismo.
Entonces, analicemos las decisiones que Moroni, en su juventud, tomó para que Satanás nunca más tenga poder sobre su corazón.
Ahora, ¿qué podemos aprender de él? Moroni era un hombre de entendimiento perfecto, se regocijaba en la libertad y Satanás no tenía poder sobre su corazón (Alma 48:11, 17), pero ¿cómo era posible? ¿Cómo su ejemplo nos puede servir en estos días?
Veamos un punto muy importante en las decisiones que tomó mientras estaba en guerra contra el pueblo enemigo, los lamanitas.
Durante su guerra contra Amalickíah, uno de los principales antagonistas de esta historia, Moroni lo derrota, entrando así en una época de paz y gozo durante 4 años.
Sin embargo, el capitán nefita no se fue a descansar y tomar unas vacaciones; no, él comenzó a reconstruir las ciudades que había recuperado y que habían sido destruidas por la guerra. Él se fortificó y trabajó incesantemente para estar listo. Nunca se descuidó.
Los lamanitas pensaban que Ammoníah, la ciudad reconstruida, sería presa fácil, pues ya la habían destruido antes
No obstante, grande fue la desilusión de ellos, pues Moroni había levantado un parapeto de tierra alrededor de la ciudad tan alto que los lamanitas no podían lanzar sus piedras y flechas, ni tampoco podían atacar por la entrada (Alma 49:4).
En el versículo 5 y 6 se detalla que los capitanes lamanitas se habían quedado sorprendidos en extremo, ya que habían pensado que, por su gran número, podrían vencer y someter a sus hermanos, los nefitas, a la esclavitud.
Pero es el versículo 8 nos muestra que ellos estaban preparados; ellos estaban preparados para recibirlos de una manera nunca antes conocida.
Moroni fue un hombre de gran entendimiento. Él sabía que si no fortificaba, reconstruía y se preparaba, aun en los años de paz, el enemigo vendría con todas las fuerzas posibles arrasando todo a su paso.
Él fue tan inteligente que fortificó y construyó fortalezas para cada ciudad en la tierra, pudiendo así “marchar con firme resolución” (Alma 49:13). Y aquí hay un gran secreto para superar al enemigo cuando venga a tentarnos:
“La ciudad de Noé, que antes había sido un punto débil, ahora, debido a Moroni, se había hecho fuerte, sí, y aún excedía a la fuerza de la ciudad de Ammoníah”. (Alma 49: 14)
Moroni fue sabio, pues había supuesto que los lamanitas se espantarían al ver la ciudad de Ammoníah, que una vez fue destruida y ahora era una fortaleza impenetrable, e irían a la ciudad de Noé, pues previamente había sido la ciudad más débil de la tierra.
Hoy en día la pornografía está en todos lados; el lenguaje vulgar y el libertinaje sexual abundan en cada ámbito de la sociedad. Las drogas, el alcohol, el cigarro y las adicciones son normalizadas incluso en los menores de edad. El chisme, odio y prejuicio es el día a día.
Esto también es por causa de nuestras debilidades. Pero, al igual que Moroni, cada uno de nosotros puede fortalecer esas debilidades de una manera nunca antes vista.
Así como la ciudad de Ammoníah fue destruida, podemos reconstruir los puntos débiles en nuestras vidas formando buenos hábitos día tras día, como si estuviéramos colocando un ladrillo tras otro.
Y cuando el enemigo intente ir a aquella ciudad que siempre fue débil, será sabio de nuestra parte haberla fortificado para que Satanás no tenga más poder sobre nuestro corazón.
Amemos nuestra libertad, tal como Moroni lo hizo. Seamos sabios y de perfecto entendimiento, tal como Moroni lo fue.
Trabajemos y fortalezcámonos aún durante los años de paz, pues es así cómo venceremos al enemigo de toda santidad.