Este artículo fue escrito por My Best LDS y traducido en español por Mariela viernes para mormonsud.org
Casi todo el mundo tiene momentos en los que siente que a nadie le cae. A veces sentimos que no le caemos a unas cuantas personas, pero otras veces sentimos que no le caemos a nadie. A veces nos sentimos rechazados en el mundo debido a nuestras creencias. A veces sucede en la Iglesia, en la que deberíamos sentirnos seguros. A veces sabemos cuales son nuestros defectos que parecen ahuyentar o irritar a los demás, y trabajamos en ellos. A veces no podemos averiguar lo que estamos haciendo mal.
Decimos que no nos importa lo que otras personas piensen de nosotros. Tratamos de arreglar nuestras debilidades. Tratamos de centrarnos en el servicio o en el trabajo, y eso ayuda, pero bueno, todavía duele un poco. A veces nuestras mentes o corazones siguen siendo afectados por lo mismo. Así que aquí escribimos algunos pensamientos inspirados, historias, y consejos de líderes de la Iglesia que nos ayudan a todos en esos momentos en los que estamos luchando socialmente, y sentimos que no le caemos a nadie.
Las doctrinas y prácticas de la iglesia atraerá siempre un cierto grado de menosprecio y odio del mundo.
‘Despreciado y rechazado por el mundo’
“[U] na de las grandes pruebas de la vida terrenal se presenta cuando nuestras creencias se ponen en tela de juicio o se critican. En estos momentos, quizás queramos responder en forma agresiva y ‘levantar los puños, pero esas son oportunidades importantes para detenernos, orar y seguir el ejemplo del Salvador. Recuerde que Jesucristo mismo fue despreciado y rechazado por el mundo; y en el sueño de Lehi, los que se dirigían hacia el Salvador sufrieron burlas y los ‘[señalaban] con el dedo’ ( 1 Nefi 08:27 ). Jesús dijo: ‘El mundo aborreció [a mis discípulos] porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo’ ( Juan 17:14 ). Al responder a nuestros acusadores como lo hizo nuestro Salvador, no sólo somos más como Cristo, sino que invitamos a los demás a sentir Su amor y a seguirlo”. -Robert D. Hales, Valor cristiano: El precio del discipulado.
‘Timidez, acné severo, y la crianza de cerdos’
“Neal Maxwell se crió en Salt Lake City con los temores y aspiraciones habituales de un niño. Amaba el atletismo y se desarrolló habilidades como jugador de baloncesto, pero cuando Neal entró a la escuela secundaria, sus amigos habían crecido y eran más alto que él y no pudo ser parte del equipo de baloncesto. Para ese entonces, él también había desarrollado un caso grave de acné, cicatrices que todavía lleva. Por naturaleza él era tímido y sensible y Neal experimentó más malestar social durante sus años en la escuela secundaria. Su casa era muy modesta y criaba cerdos para un proyecto de la organización juvenil 4-H. Su trabajo con los cerdos, en ocasiones el objeto de comentarios hirientes por parte de sus amigos. Estas pequeñas contusiones de sus sentimientos cuando era joven lo ayudaría más adelante bendiciéndole con un agudo sentido de empatía por los demás” -Bruce C. Hafen, élder Neal A. Maxwell: Un corazón que comprende (Elder Neal A. Maxwell: An Understanding Heart)
‘Después del Apartheid’
“Así como Dios se regocija si perseveramos, Él se decepciona si no reconocemos que otras personas lo están intentando también. Nuestra querida amiga Thoba compartió la forma en que aprendió esa lección de su madre, Julia. Ella y Thoba estaban entre las primeras conversas de raza negra en Sudáfrica. Cuando el régimen de segregación racial concluyó, a los miembros de la Iglesia de raza blanca y de raza negra se les permitió asistir a la Iglesia juntos. Para muchas personas, la interacción como iguales entre las razas era algo nuevo y representaba un desafío. En una ocasión en la que Julia y Thoba asistieron a la Iglesia, sintieron que algunos miembros de raza blanca no las trataron muy cordialmente. Al salir, Thoba se quejó amargamente con su madre. Julia la escuchó con calma hasta que Thoba desahogó su frustración; entonces, Julia dijo: ‘¡Ay, Thoba! la Iglesia es como un hospital grande, y todos estamos enfermos de alguna manera. Vamos a la Iglesia para que se nos ayude’.
El comentario de Julia refleja una perspectiva valiosa. No sólo debemos ser tolerantes mientras otras personas tratan de superar sus afecciones personales; también debemos ser amables, pacientes, comprensivos y apoyarlos. Conforme Dios nos insta a seguir intentándolo, Él espera que también permitamos que los demás hagan lo mismo, a su propio ritmo. La Expiación influenciará nuestra vida aún en mayor medida; reconoceremos entonces que a pesar de las diferencias aparentes, todos nosotros tenemos necesidad de la misma Expiación infinita”. -Dale G. Renlund, Los Santos de los últimos Días siguen intentándolo.
“Él no está esperando amarte ‘
“Sí, Dios las ama este preciso día y siempre.
Él no está esperando que superen sus debilidades y malos hábitos para quererlas; Él las ama hoy mismo, con pleno entendimiento de sus dificultades. Él es consciente de que acuden a Él en oración sincera y llena de esperanza; Él sabe de las veces que se han aferrado a la luz que se desvanece y han creído, incluso en medio de la creciente oscuridad; Él sabe de sus sufrimientos; Él sabe de su remordimiento por los momentos en que fallan o fracasan; pero aun así, Él las ama”. -Dieter F. Uchtdorf, Vivir el Evangelio con gozo.