Cuando escuchamos la palabra “madre” inmediatamente la relacionamos con la palabra “hijos”. Pero, ¿la maternidad realmente solo está relacionada con la cantidad de hijos que una mujer puede tener y cómo lucha por ellos? Propongo que la verdadera maternidad en realidad no tiene nada que ver con eso, es mucho más. Considera estas palabras poderosas de la hermana Patricia Holland:
En una conversación conmovedora con Dios, Adán declara que llamará a la mujer Eva. ¿Y por qué la llama Eva? “Porque ella [es] la madre de todos los vivos” (Génesis 3:20; Moisés 4:26). … Eva recibió la identidad de ‘la madre de todos los vivos’, años, décadas, quizás siglos antes de que ella tuviera un hijo.
Parece que su maternidad precedió a la fecundación de sus hijos.
Al igual que la perfección del Jardín precedió a las pruebas de la mortalidad. Creo que la palabra “madre” es una de esas palabras que se eligen cuidadosamente, una de esas palabras que tienen mucho valor y muchos significados. No debemos dejar que esa palabra nos divida.
Creo con todo mi corazón que esa declaración se trata de nuestra naturaleza, no del recuento de nuestros hijos.
Al considerar las palabras de la hermana Holland, me gustaría dedicar algunas palabras a todas las clases de madre.
La madre imperfecta
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Te conozco. Eres la madre que no se ha duchado. Eres la madre que se siente mal por perder la paciencia cuando su hijo no encuentra sus zapatos en la mañana. Tienes ojeras por quedarte cuidando a tu hija enferma toda la noche.
Eres la madre que se da una escapada al baño durante un minuto para revisar la sección de noticias de su Facebook. Eres la madre que cuenta los minutos para que termine la reunión sacramental.
Eres la madre que no se siente apta para criar a la próxima generación de líderes. Eres la madre que está haciendo lo mejor que puede y se apoya en la Expiación para marcar la diferencia.
Te conozco porque soy como tú. Te mereces todo lo mejor. Espero que sientas el aliento de tus amorosos Padres Celestiales que te susurran: “Estás haciendo un buen trabajo, estás cambiando el mundo”.
La madre sin hijos
Ya sea que no tengas hijos por elección o que aún no hayas formado tu familia, quiero desearte un maravilloso día.
Eres la madre que ayudó en mi crianza. Fuiste a quien recurrí en mi adolescencia. Tu ejemplo tuvo un poderoso impacto en mi testimonio, en mi deseo de querer elegir lo correcto y mi comprensión de lo que significa ser una mujer de Cristo.
Gracias por tu ejemplo y gracias por tomarte el tiempo de amarme. Sé que pasaste muchas cosas en tu propia vida, por eso te doy las gracias por haberte tomado el tiempo de cuidarme y enseñarme cómo nutrir mi testimonio.
De hecho, más de 20 años después, todavía te busco para pedirte un consejo y aliento. Te lo agradezco. Mi madre te lo agradece. Mis hijos te lo agradecen. Espero que sientas fortaleza al saber que tu amor maternal ha influido en varias generaciones.
La madre que lucha contra la infertilidad
También soy como tú. Aunque ahora tengo cuatro hijos adoptados y las heridas de la infertilidad ya no sangran, las cicatrices siempre estarán ahí.
Te veo en la parte de atrás de la congregación, evitando llorar o un poco resentida. Me duele cuando alguien en el barrio te pregunta cuándo vas a tener hijos o te dice que quedarías embarazada si tuvieras más fe.
También me siento ansiosa cuando le suplicas al cielo y piensas que ninguna doctrina dice que tener hijos es nuestra herencia divina.
Por favor, debes saber que eres mucho más que tu infertilidad. Espero que tu corazón se calme al saber que todo lo que es injusto en esta vida se arreglará mediante la Expiación de Jesucristo.
La madre que puso a su hijo en adopción
Si pudieras echar un vistazo a mi corazón de mamá adoptiva, verías un océano de amor incondicional y gratitud que no puedo expresar con palabras. Tu sacrificio ha cambiado mi vida. Me hiciste madre. Me elegiste para unirme a ti en tu maternidad. Tu valentía me inspira.
La confianza que tienes en mí enciende el deseo en mi interior de querer ser mejor. Hoy quiero decirte que eres amada. Oran por ti. Piensan en ti. Hablan de ti con amor y luz. Eres parte de nuestra familia.
Debes saber que tu maternidad se celebra en este hogar y que los brazos de tu Padre Celestial te abrazan muy fuerte.
La madre que espera reunirse con sus hijos en el cielo
No existen palabras que puedan consolarte. Pero, por favor, quiero que sepas que hoy tengo un corazón lleno de amor por ti.
Tengo muchos amigos y familiares que aman a los niños al otro lado del velo.
Sé que oras para que no te pregunten cuántos hijos tienes porque, a veces, la respuesta puede ser demasiado compleja. Quiero que sepas que entiendo que hay días en los que quieres hablar sobre eso y que hay momentos en los que reprimes esos sentimientos. Seguiré tu ejemplo.
Espero que tengas un hermoso día, que encuentres y disfrutes del camino que te brinda la mayor paz y la capacidad de sentir el amor infinito que el Salvador siente por ti.
Deseo que estas palabras te ayuden a comprender mejor a las madres que te rodean. Cada madre es única y tiene una lucha distinta. Las madres merecen todo nuestro amor.
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Lindsey Redfern y fue publicado en ldsliving.com con el título “An Open Letter to 5 Types of Mothers”.