Confiar en Dios
Confiar en Dios: A veces somos reacios a acercarnos a Dios porque tenemos miedo que al hacerlo, Satanás trabajará más duro en contra de nosotros o que Dios nos pondrá a prueba. Sin embargo, aprender a confiar en Dios y soportar tormentas de la vida es vital para que nos podamos acercar a Él. Si bien hay algunas dificultades en la vida, el Padre Celestial nos puede ayudar a beneficiamos de esas pruebas y convertir las pequeñas cosas en nuestras vidas en cosas grandiosas a medida que nos acercamos a Él.
¿Alguna vez has oído la historia de Rumpelstiltskin, el hombre que convirtió la paja en oro? Bueno, él no es el único que puede convertir algo de poco valor en algo precioso.
“Creo que la genialidad más grande de Dios es su capacidad de convertir las peores cosas en las mejores cosas. El hecho de que Dios puede convertir la paja en oro no significa que Él quitará la paja, en otras palabras no significa que quitará la enfermedad, la angustia, o el mal. Lo que esto significa es que Él nos puede enseñar a través de las cosas más difíciles que experimentamos unas de las más valiosas lecciones de la vida. No significa que Él eliminará el mal del mundo. Lo que significa es que Él puede redimir cualquier cosa que Él permite que suceda y convertirla en lago bueno.
Job comparte su testimonio sobre el poder de Dios en convertir la paja en oro, incluso cuando uno no puede percibir fácilmente su alquimia:
He aquí, yo iré al oriente y no lo hallaré;y al occidente, y no lo percibiré.
Cuando él actúe al norte, yo no le veré;al sur se esconderá, y no le veré.
Mas él conoce mi camino; cuando me haya probado,saldré como oro. (Job 23:8-10)
En la pared de mi oficina hay una hermosa pintura de mi abuela Mattie cuando tenía unos veinte años. Mattie tenía muchos desafíos. Sufrió una fractura de su pierna cuando era una adolescente, y el hueso roto sobresalía visiblemente de su pierna a lo largo de su vida. Fue literalmente un milagro que pudiera caminar. La fiebre reumática le robó gran parte de su sentido auditivo. Sufría de dolorosas úlceras de estómago. Después se rompió muchos más huesos en un grave accidente de auto. Ella no se casó hasta los 30. Perdió a su amado esposo después de seis años de matrimonio. Ella estaba embarazada de su cuarto hijo en aquel momento. Como ya sabía que él estaba enfermo, había encontrado un trabajo antes de su muerte, permitiéndole mantener a sus hijos pequeños. Ella trabajaba seis días a la semana; no tuvo ni siquiera un día completo fuera del trabajo para el funeral de su esposo. Como resultado de escuchar su historia, el temor exagerado de perder a mi esposo o a mis hijos me han plagado, especialmente cuando nuestros hijos eran pequeños.
Afortunadamente para mí, las historias de valentía, humor, espiritualidad, inteligencia y buena ánimo de mi abuela persisten a través de las generaciones. Ella sirvió como la primera hermana misionera para la Iglesia en Oregon y Washington, y mis hijas son la cuarta generación de hermanas misioneras. Ella me transmitió la historia de ver a mi abuelo en un sueño después de su muerte, asegurándole que la estaba esperando y que velaba por su familia. Sabía que mi abuela me quería y estaba contenta conmigo. Su confianza en Dios era palpable. Su fe me dio una opción de ver a Dios tan amoroso y tan disponible, a pesar de los desafíos difíciles de la vida.
No me gusta el espectro de angustia que se filtra a través de la historia de la vida de mi abuela hacia mí. Tampoco heredé la imagen amorosa de Dios que es también parte de su don y su legado para mí. He tenido que esforzarme espiritualmente para confiar en Dios quien deja que sus hijos pasen por cosas difíciles, pero he sido bendecida de sacar provecho del regalo de fe de mi abuela, y hacerlo mío. Mi conexión segura con ella y con los demás proporciona una base segura para mi vida espiritual. He visto a Dios convertir la paja en oro en la vida de mi abuela. Su historia me ayuda a confiar en que ese proceso es real. . .
A veces suceden cosas malas. Tormentas se desatan, los lobos aullan, personas de mal vivir amenazan y nuestro tranquilo paseo por el bosque se convierte en un lodazal peligroso. Cuando sólo queremos poner fin a este viaje loco y volver a casa, suponemos que nuestro único recurso es alegar y persuadir e insistir hasta que Dios se de cuenta de que tiene que hacer algo para que todo esté bajo control porque ya no soportamos más.
Excepto que, probablemente, sí lo podamos soportar. Somos más resistentes de lo que pensamos. Por supuesto, no siempre queremos tener esa resistencia. Queremos ser salvos. Queremos que las cosas se arreglen. Queremos que el reloj retroceda, desaparezca el dolor, que la inocencia sea restaurada. Pero somos más fuertes de lo que sabemos y Dios es más poderoso y sabio de lo que sabemos.
Dios no espera que seamos perfectos, ni siquiera cuando somos resistentes. Pero confía en que no nos demos por vencidos, en que lo elegiremos como nuestro Padre y Dios y en que seguiremos adelante. No tenemos que poner toda nuestra energía en hacer que Dios prevenga un futuro que nos aterra. Podemos optar en confiar en que nosotros mismos saldremos adelantes—con su ayuda”.
Artículo publicado originalmente en inglés en ldsliving.com. Este un fragmento de “Let God Love You: Why We Don’t and How We Can” de Wendy Ulrich. Traducido al español por A.F.