Existen miles de millones de partículas en el universo.
Pensar en las creaciones infinitas del Señor puede hacernos sentir muy pequeños.
Sin embargo, a pesar de ser “aún menos que el polvo de la tierra”, el Salvador nos conoce personalmente, por nombre y apellido.
Nosotros también podemos llegar a conocer a Jesús y tener una relación personal con Él.
A medida que desarrollemos y fortalezcamos nuestra relación el Señor, Él nos revelará Su amor de maneras muy personales.
El Salvador te conoce y te ama
¿No te ha pasado que hablas con una persona que recién conoces y unos minutos después ya no recuerdas su nombre?
A mí me ha pasado muchas veces.
Jesucristo es el Creador de todo y de todos. Sería lógico pensar que en ocasiones se olvida de alguien, pero no es así.
Él sabe quiénes somos y cuáles son nuestros desafíos.
“Yo no me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de mis manos te tengo grabado”. -Isaías 49: 15-16
En su momento de más profundo dolor, cuando estaba siendo crucificado y soportando el peso de todos los pecados y errores de la humanidad, Él pensó en ti, por tu nombre y apellido.
Cristo vio tus desafíos y tus errores, y por eso decidió sacrificarse por ti. Porque aún antes de que nacieras, te amó.
Llegar a saber por nosotros mismos
Tener un conocimiento personal de la realidad del Salvador y su amor por nosotros es posible.
El élder M. Russell Ballard compartió una experiencia personal que tuvo cuando servía como misionero en Inglaterra:
“Era misionero, tenía veinte años y recientemente se me había llamado a servir como presidente de distrito. Había sido un día largo y agotador, lleno de reuniones y ministración, pero me sentía feliz y satisfecho con la obra.
Caminando junto al río, ofrecí una oración en mi corazón. Con la esperanza de sentir la guía del Señor, pregunté: “¿Estoy haciendo lo que quieres?”.
Me sobrevino un sentimiento sobrecogedor de paz y comprensión. En ese preciso momento, llegué a saber que Jesucristo me conocía y me amaba.
No vi una visión ni oí una voz, pero no podría haber sabido de la realidad y la divinidad de Cristo con más intensidad que si Él mismo hubiese aparecido ante mí y me hubiera llamado por mi nombre”.
Un consejo clave para desarrollar una relación personal con Jesús es pensar en Él con frecuencia en nuestro tiempo de estudio y meditación.
La oración sacramental nos promete que si lo recordamos siempre, entonces tendremos Su Espíritu con nosotros. ¡Qué sencilla fórmula espiritual para conectarnos con el Dios del Universo!
Al elevar nuestros pensamientos al Salvador y tratar de emular Su ejemplo, podremos conocerlo como Él nos conoce.
Ese conocimiento nos sostendrá durante las pruebas y podremos decir como Nefi:
“Me glorío en mi Jesús, porque él ha redimido mi alma”. -2 Nefi 33:6
Tenemos el privilegio de conocer a Cristo de una manera profunda y personal. Que sea nuestro deseo tener a Jesús como nuestro enfoque diario, hacerlo cambiará por completo nuestra vida.
Fuente: Meridian Magazine
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