¿Qué pasaría si en vez de ver los mandamientos como reglas, los viéramos como formas de amar mejor?
Esa es la invitación que hizo recientemente la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días al compartir una parte clave de la guía Para la Fortaleza de la Juventud.
En su conversación, se enfocaron en algo que a veces olvidamos: la motivación detrás de todo lo que Dios nos pide es el amor. Y si queremos seguirlo, amar también debe ser lo que nos impulse.
Más que una lista, una forma de vivir

Los mandamientos no son un “checklist” de comportamiento. Son una manera de aprender a amar como Él ama. Primero, al buscar una relación cercana con Dios. Y luego, al extender ese mismo amor a los demás, incluso a quienes nos cuesta. Para estas líderes, la clave está en ese orden: primero hacia arriba, luego hacia los lados.
Una forma de comenzar es haciendo algo muy sencillo: hablar con Dios. No como quien cumple con una rutina, sino como quien quiere conocer de verdad al Padre. Contarle lo que sentimos, hacer preguntas sinceras y luego estar dispuestos a notar las respuestas que llegan en formas inesperadas: una frase, una persona, un impulso a hacer el bien.

También es importante prestar atención a cómo Dios ya nos ha demostrado Su amor. Recordarlo puede cambiar la forma en que vemos lo que nos pide.
Cuando queremos demostrarle a Dios cuánto lo amamos, a veces no sabemos cómo hacerlo. Pero hay una respuesta clara: servir. No se trata de gestos grandes, sino de ver al que está al lado y hacer algo por él. Esa es la forma más directa de mostrar amor verdadero.
Puede ser preparar algo para quien lo necesita, aprender a saludar en otro idioma para hacer sentir bien a alguien, o simplemente usar nuestras palabras para traer paz. Todo eso es parte del amor cristiano. No es solo sentimiento, es acción.
El antídoto contra el desánimo

Todos tenemos días en que sentimos que no damos la talla, que no hacemos suficiente. En esos momentos, más que presionarnos, necesitamos recordar algo simple: Dios ya nos ama. No por lo que hacemos, sino por lo que somos.
Una buena idea en esos días es llevar un diario de gratitud o hacer algo por alguien más. Eso cambia el foco de lo que falta a lo que ya tenemos para dar. Y ahí empieza la verdadera transformación.
La invitación no es complicada: escoge una sola cosa que puedas hacer esta semana para amar mejor. Tal vez sea orar con más intención, leer las Escrituras con el corazón abierto o perdonar a alguien. No tiene que ser perfecto, solo sincero.
Cuando actuamos por amor, nos acercamos más a Dios. Y cuando nos acercamos a Dios, el amor que damos empieza a parecerse más al Suyo.
Fuente: Church News