Nota: El siguiente artículo no incita a hacer lo que se menciona en la lista. La finalidad del artículo es disminuir parte del juicio que viene junto con la obediencia de estas 7 doctrinas no centrales de la Iglesia.
En primer lugar, quiero comenzar diciendo que estoy totalmente a favor de seguir las enseñanzas del Profeta y sus apóstoles. Tengo un testimonio de que estos hombres son llamados por Dios y que realmente son videntes y reveladores.
Entiendo la importancia de seguir sus enseñanzas, sin importar si estamos de acuerdo con ellas o no. Sin embargo, espero que este artículo ayude a disminuir parte del juicio que viene junto con la obediencia de estas 7 doctrinas no centrales.
1. Películas para mayores de 17 años
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Curiosamente, solo uno de los profetas ha hablado específicamente sobre este tema en la Conferencia General. (1) En la sesión para el sacerdocio de abril de 1986 y (2) En la sesión para mujeres de octubre de 1986.
El Presidente Benson enseñó a los jóvenes a:
“No contaminar [sus] mentes con materiales degradantes, ya que la mente a través de la cual pasa esta inmundicia nunca volverá a ser la misma.
No vean ese tipo de películas ni videos vulgares ni participen de ningún entretenimiento que sea inmoral, sugerente o pornográfico”.
Si bien ver películas de esta clasificación no determinará nuestra salvación, es importante mantener nuestra mente limpia, consumir materiales que inviten al Espíritu.
Hagamos un sabio uso de nuestro libre albedrío. Sabemos sin lugar a dudas lo que está bien para el Señor.
2. Cocinar con alcohol
Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días obedecen un estricto código de salud llamado “La Palabra de Sabiduría”.
La Palabra de Sabiduría prohíbe beber vino y bebidas fuertes. Pero, ¿qué pasa con las comidas en las que se usa alcohol? En marzo de 1973, Church News confirmó esta idea en cierta medida:
“Muchas recetas requieren el uso de vinos o licores. Incluso si se evapora el alcohol a través del proceso de cocción, el gusto por el alcohol es cultivado por los que aprenden a disfrutar del producto”.
Sin embargo, el Presidente David O. McKay cuestionó esa idea cuando en una recepción, le sirvieron un trozo de pastel que fue preparado con alcohol y se lo comió.
Un invitado se le acercó y le preguntó: “Pero, Presidente McKay, ¿no sabe que ese es un pastel de ron?” El Presidente McKay sonrió y le recordó al invitado que la Palabra de Sabiduría prohíbe beber alcohol, no comerlo.
Lo cierto es que no existe una guía específica en el manual Iglesia de si es apropiado el uso de líquidos a base de alcohol en nuestra cocina. Pero, es bueno recordar que nada es insustituible en la vida y menos en las recetas que cocinamos.
Sabemos que la Palabra de Sabiduría se estableció para que aprendiéramos a cuidar el cuerpo que Dios nos dio. Es decir, debemos evitar aquellas sustancias que lo dañen.
3. Mujeres trabajadoras
En una charla fogonera en 1973, el Presidente Spencer W. Kimball enseñó:
“Se espera que el esposo sustente a su familia y solo en caso de emergencia la esposa consiga un empleo. Su lugar es en el hogar, para convertirlo en un paraíso.
Numerosos divorcios se pueden rastrear directamente desde el día en que la esposa deja el hogar y sale al mundo en busca de un empleo”.
Han pasado más de 40 años desde que el Presidente Kimball dio ese discurso, pero seguimos tratando sus palabras como doctrina.
Las mujeres que trabajan no son pecadoras. De hecho, muchas mujeres de la actual Mesa Directiva General de la Sociedad de Socorro han sido esposas y madres con currículums impresionantes.
Por ejemplo, la hermana Mullen es miembro de la junta directiva de la Sociedad de Socorro, pero continúa enseñando en la Universidad Brigham Young.
Las mujeres que deciden trabajar no deben ser castigadas por esa decisión. Deberíamos seguir el consejo del Élder Ballard cuando dijo:
“No existe una sola manera perfecta de ser una buena madre; cada situación es única; cada madre tiene desafíos diferentes, capacidades y habilidades diferentes y, ciertamente, hijos diferentes. Para cada madre y cada familia las opciones son distintas y únicas.
Lo realmente importante es que la madre ame profundamente a sus hijos y que, de acuerdo con la devoción que tenga hacia Dios y hacia el esposo, les dé prioridad a ellos sobre todo lo demás”.
4. Vello facial
Los misioneros, los obispos y los trabajadores del templo son algunos de los muchos miembros a los que se les requiere tener un rostro bien afeitado.
George Albert Smith fue el último profeta que lució una barba en 1951 y, desde entonces, las barbas se han convertido en un tabú.
En 1971, el Presidente Oaks en un discurso en BYU dijo:
“En la mente de la mayoría de las personas en este momento, la barba y el cabello largo están asociados con la protesta, la revolución y la rebelión contra la autoridad…
Además, el descuido, que a menudo (aunque no siempre) está asociado con la barba y el cabello largo, es una señal de indiferencia hacia lo mejor de la vida”.
Tener un rostro bien afeitado no es una norma en la Iglesia en todo el mundo. De hecho, el manual de la Iglesia no tiene pautas específicas con respecto a la barba o el vello facial.
Debemos tener en cuenta que esta es una Iglesia global. En diferentes partes del mundo, el vello facial tiene un significado distinto.
Por eso, la Iglesia ha permitido que sus líderes locales decidan los estándares de cuidado personal para la asistencia al templo, los líderes y los trabajadores del templo.
5. Beber cafeína
En 1833, el Profeta José Smith recibió la Palabra de Sabiduría, un código de salud, que prohíbe el consumo de bebidas calientes, alcohol y tabaco. Con el transcurso de los años, el significado de las bebidas calientes se definió como té y café (Véase más aquí).
Ahora, si comparamos el té y el café para encontrar sus similitudes, las personas e incluso la ciencia han asumido que la cafeína es el denominador común. Muchos miembros dieron un paso más y decidieron mantenerse alejados de las bebidas con cafeína, incluida la gaseosa.
Este “pecado” se perpetuó cuando el Presidente Hinckley confirmó durante una entrevista que los miembros no beben refrescos con cafeína. Esta práctica incluso se implementó en el campus de BYU. No se vendieron bebidas con cafeína en el campus hasta 2017.
El Manual 2 de la Administración de la Iglesia aclara:
La única interpretación oficial de “bebidas calientes” (Doctrina y Convenios 89:9) en la Palabra de Sabiduría es la declaración hecha por los primeros líderes de la Iglesia de que el término “bebidas calientes” se refiere al té y al café.
Los miembros no deben consumir ninguna sustancia que contenga drogas ilegales; tampoco deben emplear sustancias nocivas o que formen hábito, excepto bajo la dirección de un médico competente.
6. No servir en una misión
Cuando sirves en una misión, dedicas 18 meses o 2 años de tu vida al Señor. Te acercas a Él y también ayudas a los demás a acercarse a Él.
Tendrás experiencias espirituales, pero ¡adivina qué! Los que NO van a la misión TAMBIÉN sienten el espíritu y TAMBIÉN tienen experiencias espirituales.
Servir en una misión no es una ordenanza salvadora. Muchos jóvenes adultos no van a la misión por diferentes razones. Muchos adultos jóvenes regresan de sus misiones antes de tiempo por distintas razones.
Las personas que no fueron a una misión no son miembros de segunda clase ni merecen ser calificados de tal manera.
Aunque los profetas han aconsejado servir en una misión, y muchas personas han visto grandes bendiciones en sus vidas al servir, el Señor no mira de manera diferente a aquellos que no lo hicieron por distintas circunstancias, tales como la salud, superar la edad para servir en una misión, etc.
7. Tener dudas sobre las políticas de la Iglesia
Aunque los líderes de la Iglesia nos han dicho que tener dudas está bien, tendemos a sentirnos avergonzados por ello. Algunos pueden decir que tener dudas nos convierte en miembros débiles de la Iglesia. Debemos creer y obedecer lo que dicen los Profetas porque son llamados por Dios, ¿verdad?
Tener preguntas o luchar para aceptar ciertas doctrinas no nos convierte en miembros de poca fe. De hecho, se nos anima a orar por nosotros mismos para saber si lo que dice un Profeta es cierto o no.
El Élder Neil L. Andersen instruyó:
“Cuando se enfrenten a una prueba de fe, hagan lo que hagan, ¡no se alejen de la Iglesia!”
Cuando surjan las dudas, debemos aprovechar esa oportunidad para acercarnos al Señor y pedirle que nos ayude a resolverlas. Recurrir al Señor en ese momento de confusión, al mismo tiempo, aumenta nuestro testimonio.
Conclusiones
Seguir los consejos del Profeta nos ayuda a crear un ambiente en el que el Espíritu pueda morar y pueda influir en nosotros. Sin embargo, mientras nos esforzamos por ser perfectos, es importante recordar que nadie, excepto Jesucristo, es perfecto.
Somos hijos de Dios haciendo nuestros propios viajes imperfectos y únicos a través de la mortalidad.
¡Pero!
En el centro del evangelio de Jesucristo está el amor. Jesús amaba a todos, sin importar sus desafíos y pecados. A medida que intentemos ser más como Él, tal vez deberíamos adoptar este principio en primer lugar.
Fuente: Third Hour