Una experiencia común en obtener un testimonio básico de que Dios responde las oraciones suele ser orar para encontrar algo que se nos ha perdido. Cuando las llaves del carro, los lentes, las joyas o cualquier otro objeto importante se pierden, usualmente hago una oración humilde y sincera para pedir guía y saber por dónde empezar mi búsqueda. Frecuentemente, puedo recordar, escuchar las impresiones y encontrar lo que buscaba después de terminar mi oración. Es un consuelo reconfortante que Dios conozca a Sus hijos personalmente e incluso, se preocupe de sus dificultades mundanas.
También puedes leer: ¿Mis oraciones están siendo escuchadas?
Sé que estas oraciones por objetos perdidos no solo ocurren en mi hogar ya que, raras veces, los domingos de ayuno y testimonio no transcurren sin que un miembro comparta una historia de fe similar.
Sin embargo, a veces, el testimonio viene de una manera diferente.
Durante el último invierno, mi cabello continuaba creciendo después de mi tercer tratamiento de cáncer (quimioterapia o radiación). Mi oncólogo me advirtió que probablemente esta vez no iba a recuperar mi cabello por completo. Estaba gratamente sorprendida de que a pesar de las advertencias mi cabello parecía estar creciendo lentamente día tras días. Debido al frío, no podía salir de casa sin un sombrero, bufanda o peluca que mantuviera el calor. Sin darme cuenta, solía adornar mi calvicie. Sin embargo, sentía más vergüenza que al principio.
En muchas ocasiones, mis amigos me regalaron todo tipo de accesorios para la cabeza. Así, me podía sentir más cómoda con mi nuevo look. El invierno, era la estación perfecta para ponerme todas esas gorras que me encantaban.
Rápidamente me preocupé porque descubrí que una de las más especiales de todas las gorras de invierno ¡no estaba en ninguna parte! No la había necesitado durante tres estaciones cálidas. Era rosa –uno de mis colores favoritos- con un adorno brillante y una persona especial me la regaló. Además, siempre recibía cumplidos cuando me la ponía y una paciente con cáncer sin cabello, enferma, débil y cansada siempre puede necesitar esas palabras de ánimo aunque sea sobre sus accesorios.
Busqué en todos los lugares de siempre y en los nuevos que probablemente utilicé en mis proyectos de reorganización más recientes. Entonces, recuerdo haberme detenido, mantenerme erguida y pedir ayuda. Oré para que pudiera encontrar esta gorra y mi cabeza se mantuviera cálida durante las temperaturas frías y evitar enfermarme. Después de orar, no tenía idea de por dónde empezar a buscar.
Cuando volví a casa, la búsqueda real comenzó. Vacié cuidadosamente todo el armario, debajo de las camas, en las canastas, detrás de la lavadora, en los lugares que mi esposo ponía sus sombreros y en todos los lugares que pude imaginar que mi gorra podía estar. No recordaba cuando y donde había visto mi gorra por última vez o si la había perdido en la calle. Me entristeció pensar que esta gorra tan especial probablemente había desaparecido. Tampoco sentí consuelo después orar por ayuda celestial.
¿No tenía suficiente fe? ¿Era consecuencia de no cuidar bien mis cosas? No esperaba que Dios simplemente me devolviera la gorra porque la quería. Tenía un testimonio de que Dios responde las oraciones pero ¿por qué no me respondió esta oración como quería?
Con tristeza, finalmente, me di cuenta que tenía que continuar e intentar encontrar otra gorra que reemplazara mi favorita. Quizá mi oración no pudo ser respondida porque la gorra estaba realmente perdida y fuera de alcance. Dios no me estaba castigando, esto solo era algo que sucedía con los objetos y aunque, esta gorra fuera especial continuaba siendo un objeto. Sabía que Dios responde las oraciones y que podía rescatar mi objeto perdido. También, confiaba en que respondería mi oración en la que pedía ayuda. Era difícil de comprender por qué no había sucedido ahora. Solo tenía que mantener la esperanza y recordar que “si no,” debía haber una razón. (Daniel 3: 17-18)
Durante mi siguiente tratamiento de cáncer, un voluntario vino para repartir gorras que había hecho para los pacientes en la clínica de cáncer. No era mi gorra pero era un reemplazo maravilloso. Mi oración para obtener ayuda había sido respondida, de una manera que no imaginé que deseara. Hice una oración rápida de agradecimiento por este amable consuelo y me sentí un poco culpable por haberme irritado tan rápido por perder mi accesorio rosa y brillante.
La nueva gorra era una excelente pieza para mi armario. La usé en los días más fríos e incluso, me trajo muchos cumplidos. No fue la respuesta para mis oraciones que esperaba pero fortaleció mi fe y humildad.
Unos meses después, cuando ya casi había olvidado mi pena por la pérdida de mi “objeto” rosa y brillante. Estaba limpiando los muebles del baño y en una canasta de bolas e hisopos de algodón. .. Me sorprendí completamente de lo demás que había dentro: ¡MI GORRA FAVORITA! Debí haberla dejado ahí en una limpieza rápida pensando que más tarde la tomaría y la dejé en ese lugar por un año.
Rápidamente recordé la oración, la búsqueda y la aceptación de la pérdida. Además, recuerdo que a veces, Dios responde las oraciones con un “no ahora.” No obstante, con paciencia. Eventualmente, vemos que simplemente necesitábamos una lección, una oportunidad para progresar. Richard G. Scott explicó:
“A menudo Dios responde las oraciones, después de un tiempo, no por falta de interés en nosotros sino porque Él nos ama con un amor perfecto y desea que apliquemos las verdades que nos ha dado. Para progresar, debemos confiar en nuestra capacidad de tomar buenas decisiones. A su debido tiempo, Dios contestará. Él no nos fallará.” [Conferencia general octubre 1989, discursosud.wordpress.com]
Mi testimonio de que Dios responde las oraciones se ha fortalecido al continuar perseverando. Incluso, cuando no estaba segura de si llegaría la respuesta que deseaba. Además, fortalecí mi paciencia y fe durante el proceso.
Adaptación del artículo originalmente escrito por aggielandmormons.org y publicado enldsliving.com con el título “When You Pray to Find Something Lost—and Don’t Find It.”