Bentley Watson, un adolescente de 14 años de Georgia, no solo es un talentoso gimnasta de nivel nacional, sino también un joven miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que ha aprendido a apoyarse en la oración, la fe y el servicio para superar pruebas realmente difíciles.
Una lesión que pudo acabar con todo
En plena práctica, a solo cinco días de una competencia nacional, Bentley sufrió una de las lesiones más temidas en gimnasia, “grip lock”, una situación en la que su brazo se quedó atrapado en la barra mientras su cuerpo giraba. El resultado fue tener fracturas en el brazo y la muñeca, hospitalización inmediata y una pausa obligada en su carrera deportiva.

La oración como medicina
Durante el proceso de recuperación, Bentley siguió terapias físicas y aprendió de manera profunda sobre el poder de la oración constante. En sus propias palabras:
“Oraba cada noche. Oraba con mi familia, con mi quórum… y eso me daba paz. Sabía, en lo profundo, que volvería. Y cuando lo hiciera, sería mejor que antes”.
Volver más fuerte que nunca
Después de meses de esfuerzo, regresó y se convirtió en uno de los mejores gimnastas de su edad en Estados Unidos. En el campeonato nacional de 2025, su equipo obtuvo el segundo lugar y Bentley terminó noveno individualmente. Hoy, es parte del nivel 10, el más alto para su grupo de edad, y sueña con competir a nivel universitario.

Un líder con propósito
Pero Bentley no brilla solo en la pista. Como presidente del quórum de maestros, lidera con empatía, fe y servicio genuino. Ha inspirado a sus compañeros a dar testimonio con más frecuencia, organizar viajes al templo mensualmente y demostrar gratitud en todo momento.

Una madre de su congregación lo resume así:
“Bentley es ese chico que responde a mis oraciones. Tiene una amabilidad que atrae a los demás.”
Un testimonio fortalecido por las pruebas
Lejos de desanimarse, Bentley asegura que esta experiencia lo ha cambiado:
“Después de lo que viví, mi testimonio se hizo más fuerte. Ahora hablo con más seguridad de mi fe”.
Bentley Watson recuperó su fuerza física y se convirtió en un testimonio viviente de cómo Dios puede transformar el dolor en propósito, y de cómo la oración no solo nos ayuda a sanar el cuerpo, sino también el alma.
Fuente: Church Newsroom



