Como una atleta en diferentes disciplinas durante la escuela primaria y secundaria, el ejercicio era un hábito diario para mí y estaba arraigado en mi estilo de vida. Sin embargo, en la universidad, sin el aliento de mis entrenadores, compañeros de equipo y las competencias -seamos honestos, yo soy esa persona que adora ganar- perdí toda motivación para ejercitarme, a menos que estemos contando los múltiples viajes cuesta arriba que tuve que hacer cada día entre mi apartamento y el campus; el mantenerme en forma casi había desaparecido por completo de mi vida.
Al principio no noté un cambio. Estaba agotada, ansiosa y me faltaba interés en mi fe, sin embargo, lo atribuí simplemente a lo que mi abuelo llama “el síndrome del pájaro que abandona el nido” mientras trataba de encontrar ese equilibrio dorado entre estudiar, divertirme y descubrir quién era yo en realidad.
Un año después, justo antes de los finales, principalmente por la postergación de todas las cosas que tenía que hacer, salí a correr. Mientras corría, pude priorizar claramente lo que necesitaba hacer y terminé mi carrera sintiéndome llena de energía y emocionada por comenzar. Me di cuenta en ese momento que al perder mi motivación, también había perdido la conexión entre mi cuerpo y mi mente que el estado físico me brindaba.
Los estudios demuestran que el ejercicio puede jugar un papel importante en nuestra salud mental al aumentar el flujo sanguíneo al cerebro. Aumenta nuestra confianza y nos da una sensación de bienestar, lo que lleva a una mayor felicidad. A quién no le gusta sentirse y verse mejor, ¿verdad? El ejercicio también tiene efectos importantes en el cerebro que pueden mejorar nuestra memoria y desarrollar vías neuronales para una mejor solución de problemas.
Las endorfinas liberadas aumentan nuestro estado de ánimo y nuestros niveles de energía e incluso, ¡pueden combatir los sentimientos de depresión y reparar las células cerebrales dañadas!
Tener otra vez una rutina también ha aumentado mi fe. Le agradezco a Dios por mi salud y por este cuerpo al cuidarlo. A medida que el cuerpo supera las restricciones físicas, la mente también supera los obstáculos mentales. Hacer ejercicio me permite entrar en una especie de éxtasis espiritual en el que a menudo recibo respuestas a mis oraciones y soy más capaz de verme a mí misma a través de los ojos de Dios.
Mi falta de ejercicio también me enseñó que ejercemos la fe de la misma manera que ejercitaríamos nuestros cuerpos; con práctica y devoción. Cuando me enfrento a los desafíos, dudas o problemas, trato de recordarme que puedo hacer cosas difíciles, que soy fuerte. Al igual que mi cuerpo aprende a perseverar con más fuerza o ir más allá, puedo aprender a vencer confiando en Dios y viviendo dignamente.
Estas conexiones entre el cuerpo, la mente y el espíritu son importantes y no hay duda de que definitivamente están entrelazadas. Pero, ¿estamos conectados de la manera correcta? Oímos noticias de todo el mundo en minutos y las enciclopedias con información están a nuestro alcance. A pesar de eso, todos somos culpables de que una sola notificación o ‘ding’ nos lleve al muy profundo agujero del conejo blanco, es fácil ser arrastrados por una corriente de correos electrónicos, fotos y lindos videos de perritos.
Por el contrario, la actividad física puede ser una forma de desconectarse del mundo. Encuentro una gran alegría en los deportes al aire libre como el senderismo, el ciclismo, el esquí o escalar. No sólo me permiten apreciar la belleza y las bendiciones de esta Tierra, sino que me permiten recargarme y conectarme de una manera diferente.
Tal vez ya has encontrado lo que te motiva, ¡eso es genial! Si no, intenta mantenerte en forma. Puede ser en un gimnasio, en una caminadora, en el exterior o dentro de las paredes de tu casa. Lo que sea que disfrutes, comienza poco a poco y se paciente contigo mismo. Date tiempo para estirar tus músculos y tu fe y verás como gradualmente los cables conectan tu cuerpo y mente con Dios.
Este artículo fue escrito originalmente por MCCall Bulloch y fue publicado por faithcounts.com, bajo el título: “Fitness and Faith – The Connection Between Body, Mind and Spirit.”