No tengo dudas de que la mayoría de ustedes ha experimentado lo mismo que yo en estos últimos días: Largas filas en los supermercados, desabastecimiento de productos de papel o agua embotellada y estantes de alimentos vacíos.
Hay partes en el mundo donde lo mencionado no es inusual. Esto se siente como un evento postapocalíptico.
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Hace poco mientras me encontraba en la última sesión de investidura a la que asistiré en un tiempo, me puse un poco melancólica por los últimos acontecimientos en el mundo que están cambiando nuestras vidas.
Pensé en el tiempo que le dedicaba al templo cada semana, en la Santa Cena y las otras reuniones que me permiten renovar mis convenios y disfrutar de la compañía de mi familia de barrio.
Mientras estaba en la sesión del templo, recordé un mensaje que el Élder Neil L. Andersen compartió hace varios años en BYU, que decía así:
“A medida que el mal aumenta en el mundo, existe un poder espiritual compensatorio para los justos. A medida que el mundo pierde su estabilidad espiritual, el Señor prepara la vía para aquellos que lo buscan, les ofrece mayor seguridad, confirmación y confianza en la dirección espiritual en la que viajan. El don del Espíritu Santo se convierte en una luz más brillante en el crepúsculo emergente”.
Siento que las palabras del Élder Andersen cobran mayor valor en estos tiempos.
Lo que está sucediendo en el mundo ahora, no toma por sorpresa a nuestro Señor. Satanás no le ha tomado el pelo a nuestro Padre Celestial. Él previó las circunstancias que conducirían a la propagación del coronavirus. No hay duda de ello porque nuestros líderes nos han estado preparando para este preciso momento.
No es una sorpresa para aquellos que creen en los profetas que hace más de un año, el Presidente Nelson junto con 14 otros profetas, videntes y reveladores ordenados introdujeron un plan de estudios centrado en el hogar y apoyado por la Iglesia, y nos aconsejó estudiar y enseñar el Evangelio en nuestro hogar.
Tampoco es una sorpresa que hace 2 años se introdujera la ministración y se nos pidiera que aprendamos a cuidar el uno del otro de una manera más elevada y santa.
El primer discurso del Profeta Russell M. Nelson como Presidente de la Iglesia es clarividente hoy:
“Los exhorto a que se esfuercen más allá de su capacidad espiritual actual para recibir revelación personal […] Soy optimista en cuanto al futuro. Estará lleno de oportunidades para que cada uno de nosotros progrese, contribuya y lleve el Evangelio a todos los rincones de la tierra. Sin embargo, tampoco soy ingenuo en cuanto a los días venideros. Vivimos en un mundo complejo y cada vez más contencioso”.
Nuestro mundo complejo e interconectado ha sido testigo de la forma dramática en que el virus COVID-19 se convirtió en una pandemia aparentemente de la noche a la mañana.
Sin embargo, aún hay esperanza y optimismo. En un video de la Iglesia que se publicó en preparación para el primer Día de Reposo en décadas sin una reunión sacramental formal, el Presidente Nelson nos aseguró:
“Nuestro Padre Celestial y Su Hijo Jesucristo nos conocen, nos aman y nos cuidan. De eso podemos estar seguros. Además, Él nos promete consuelo y paz si seguimos escuchándolo”.
A esto se refería el Élder Andersen cuando dijo:
“A medida que el mal aumenta en el mundo, existe un poder compensatorio, una investidura espiritual adicional, un don revelador para los justos”.
En esta temporada en la que adoramos y servimos al Señor de manera diferente, asegurémonos de notar las formas en las que Él nos bendice. Asegurémonos de identificar las bendiciones compensatorias y el poder que Él tiene para aquellos que lo buscan.
En estos tiempos de oscuridad será más fácil reconocer Su poder en el mundo. Sería hermoso que nosotros, como una familia mundial de la Iglesia, no solo superemos este desafío sino que busquemos la mano de Dios en nuestras vidas y compartamos nuestro testimonio de Su misericordia, poder y paz.
Fuente: Church News
