En un reciente video de Ven, Sígueme, el élder Dale G. Renlund, del Cuórum de los Doce Apóstoles, compartió sus pensamientos sobre las dificultades que enfrentaron los primeros santos al tratar de establecer Sion en 1831.
“Estaban emocionados por ir allá y comenzar a trabajar. Pero creo que no anticiparon cuán arduo sería el trabajo ni cuánta oposición enfrentarían”.
Para animar y fortalecer a los santos, el Señor le dio a José Smith una revelación que hoy conocemos como Doctrina y Convenios 64, donde dice:
“Por tanto, no os canséis de hacer lo bueno, porque estáis poniendo los cimientos de una gran obra. Y de las cosas pequeñas proceden las grandes”.
El élder Renlund reconoce que, al igual que los primeros santos, nosotros también podemos sentirnos abrumados por los desafíos e inseguridades mientras seguimos construyendo Sion hoy en día. Por eso, compartió tres sugerencias sobre qué hacer cuando nos sentimos “cansados de hacer lo bueno”:
Haz lo necesario y hazlo conforme a la voluntad de Dios

Primero, el élder Renlund sugiere asegurarnos de estar haciendo lo que Dios nos ha pedido, y no tareas extras que nos imponemos nosotros mismos.
Citó Doctrina y Convenios 3:1 y explicó:
“Si lo que estamos haciendo nos frustra constantemente, quizás no sea la obra que Dios nos ha mandado hacer, o quizás no lo estamos haciendo de la manera correcta”.
No te obsesiones con la perfección
En segundo lugar, aconseja:
“No caigas en la tentación de pensar que Dios espera que hagamos todo a la perfección. No es así. Tampoco nos pide que corramos más rápido de lo que tenemos fuerzas”.
Aclaró que lo único que Dios espera de nosotros es compromiso y el deseo sincero de hacer lo correcto.
No te compares

Por último, el élder Renlund afirmó:
“Comparar tu desempeño con el de los demás es una receta perfecta para agotarte aún más en la obra del Señor.”
Recordó cómo se sintió en sus primeros meses como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles:
“Fui llamado al mismo tiempo que el élder Ronald A. Rasband y el élder Gary E. Stevenson. Ellos tenían mucha más experiencia que yo en la administración de la Iglesia, y todo les salía extraordinariamente bien”.
Al enterarse de lo que sentía el élder Renlund, el élder Quentin L. Cook lo animó y le dio un consejo que nunca olvidó:
“Deja de compararte con los demás. El Señor conoce tu corazón”.
Fuente: LDS Living