Si alguna vez has escuchado hablar al élder Dieter F. Uchtdorf sobre cómo conoció a la que sería su esposa, la hermana Harriet, sabrás que es una historia llena de esperanza y amor.
El élder Uchtdorf vio por primera vez a la hermana Harriet un domingo en la capilla, los misioneros habían llevado a la nueva familia que estaban enseñando a la Iglesia.
“Me llamó particular atención la hija que tenía un bellísimo cabello oscuro y grandes ojos color café; se llamaba Harriet y creo que me enamoré de ella desde el primer momento en que la vi”.
El élder expresó que muchos jóvenes quisieron conocerla, pero no dejó que eso lo desanimara. Él siempre hacía lo posible para estar donde ella estaba.
“Cuando repartía la Santa Cena, me aseguraba de estar en la posición correcta para que fuera yo quien se la diera a ella”.
Un día, su madre abrió la puerta y dijo que Harriet iría a la Iglesia más tarde, pero que estaría feliz de ir con él a la capilla. El élder Uchtdorf expresó:
“Aunque no era exactamente lo que yo tenía en mente, ¿cómo iba a negarme? …Al recordarlo me doy cuenta de que no hace ningún mal estar en buenos términos con la madre de la joven de tus sueños”.
Años más tarde, cuando el élder Uchtdorf terminó su entrenamiento como piloto de la Fuerza Aérea experimentó algo que consideró “un milagro moderno”. Harriet le dijo que “había madurado mucho durante los últimos años”.
“Después de eso, actué rápido y, pocos meses después, me casé con la mujer que había amado desde la primera vez que la vi”.
Su perseverancia, paciencia y madurez volvieron el corazón de Harriet al suyo, y aunque no ha sido un trayecto fácil, él sabe que una relación puede perdurar cuando hay amor, humildad y servicio.
“Todos buscamos felicidad y tratamos de encontrar nuestro “ser felices para siempre”. La verdad es que, ¡Dios sabe cómo llegar allí! Y ha creado un mapa para ustedes; Él conoce el camino.
Él es el amado Padre Celestial de ustedes, quien procura su bien, su felicidad. Él desea con todo el amor de un Padre perfecto y puro que lleguen a su destino divino”.
De esto, el élder Uchtdorf nos recordó que la felicidad de un amor como el de los cuentos no es solo una ilusión.
““Ser felices para siempre” no es algo que encontramos sólo en los cuentos de hadas. ¡Ustedes pueden tenerlo! ¡Está a su disposición! Pero deben seguir el mapa del Padre Celestial…Su propio relato maravilloso ya ha comenzado. Su “érase una vez” es ahora”.
Fuente: Ldsliving