En 1962, el élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, fue llamado a servir como maestro de la escuela dominical para los jóvenes de 14 a 17 años en el barrio de Glendale, Phoenix, Arizona.
Como piloto, el élder Uchtdorf, de 21 años, terminaba su entrenamiento de dos años con la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Recientemente había recibido su bendición patriarcal y su investidura en el Templo de Mesa.
Sus enseñanzas y trato con los jóvenes hicieron que muchos fortalecieron su testimonio y que algunas personas pudieran bautizarse en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Ese fue el caso de Mary Lou Patty, de 14 años. Ella y una amiga suya, una miembro no muy activa, se pusieron la meta de asistir a la escuela dominical de la fe de cada una.
En su visita a una de las lecciones de la Iglesia, conoció al joven alemán que sería su maestro. Fue tal la manera en que compartió su testimonio y los principios del Evangelio, que en 1964, Mary Lou tomó la decisión de bautizarse.
En una entrevista para Church News, 60 años después, Mary Lou Klippel compartió:
“Él tenía un testimonio muy fuerte, sentí que se preocupaba por mí, que reconocía mi espíritu. Podía sentir como si me estuviera animando a que me uniera a la Iglesia”.
Sesenta años después, élder Uchtdorf se reencontró con Mary Lou en su reciente visita a Arizona en un devocional.
Impulsada por su hijo, el obispo Brandon L. Klippel, Mary Lou se acercó al apóstol al final del devocional, cuando invitó a la audiencia a saludarlo.
“Había querido decirle algo desde que llegué, solo deseaba que supiera cuánto lo aprecio. Pude sentir que él fue transportado a esos días, donde enseñaba a aquellos jóvenes y lo mucho que significó para todos nosotros”.
El élder Uchtdorf se tomó un momento para conversar con Klippel y los miembros de su familia. Él le expresó al obispo Klippel:
“No tienes que buscar pioneros, tu madre es una pionera, porque de ella surgió esta increíble familia”.
Mary Lou quedó sorprendida, ¡nunca había pensado en eso! Aquello quedó como un momento especial en su corazón.
De esta experiencia el apóstol compartió:
“Esta fue una de esas entrañables misericordias [de Dios], fue como una nota de agradecimiento del Padre Celestial, que aunque haya sido solo un joven piloto y maestro en aquel entonces, [el legado de Mary Lou] fue algo que surgió de eso”.
Fuente: Church News