El no poder diferenciar entre mi ansiedad y el Espíritu Santo ha sido una de las pruebas más grandes que he tenido en mi vida.
En momentos como esos, recuerdo que haber pedido fervientemente al Padre Celestial por la guía necesaria y consuelo para no caer en la desesperación.
La paz sobrepasa de todo entendimiento
Tal como lo dice esta hermosa escritura situada en Filipenses 4:7:
“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.
Entonces, ¿cómo puedes actuar ante tu ansiedad y discernir la “suave sensación” del Espíritu?
Lo que te recomiendo es que identifiques tu ansiedad, para que así busques maneras de calmarla.
Ya sea respirando, realizándote masajes en las manos o los pies, escuchando música relajante u otras actividades, encuentra algo que pueda ayudarte a disminuir tus niveles de ansiedad.
Entiende cada sentimiento: ¿es lo que realmente quieres escuchar? ¿es algo realista? ¿están lleno de falsedad o de verdades que estimulan tu ansiedad?
Si consideras que estos sentimientos empeoran tu situación, ¡elimínalos!
Mientras identifiques el origen de tu ansiedad, con el tiempo esos pensamientos que te impiden mejorar perderán valor y el Espíritu Santo obrará en ti.
El Espíritu te ayudará a avanzar
El presidente Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
“Una vez que se ha recibido inspiración, tengan cuidado de la tentación de alejarse de algo que sea bueno. Si todo estaba bien cuando oraron al respecto, confiaron en ello y vivieron para ello, todavía sigue siendo correcto por ahora…
Es posible que sobrevengan algunas dudas o confusión, más estas palidecerán cuando las comparen con la verdadera revelación. Recuerden la revelación que ya han recibido”.
En algunas ocasiones, tu enfermedad mental te hará sentir perdido, atascado o derrotado; por otro lado, el Espíritu Santo te impulsará a seguir adelante, a progresar, cambiar y crecer.
A pesar de que a veces siento miedo y aprensión, sé que debo de entender al Espíritu y confiar en Sus impresiones.
Cada enfermedad mental es distinta, pero recuerda las sabias palabras de la hermana Reyna I. Aburto:
“Si te rodea constantemente un “vapor de tinieblas”, acude al Padre Celestial. Nada por lo que hayas pasado puede alterar la verdad eterna de que tú eres Su hija e hijo, y que Él te ama. Recuerda que Cristo es tu Salvador y Redentor, y que Dios es tu Padre. Ellos comprenden… Haz todo lo que puedas y confía en la gracia expiatoria del Señor”.
Sé que las enfermedades mentales pueden oscurecer nuestro entendimiento, pero el Padre Celestial no nos dejará sin el apoyo y la dirección que necesitamos para volver a Él.
“El Salvador nos habla, personal y singularmente, en maneras que podamos comprender”.— Camille N. Johnson
Fuente: churchofjesuschrist.org