Como una adulta soltera una buena parte de mi tiempo lo pasaba en compañía de una persona, ¡yo! A veces me parece destacable la cantidad de cosas que tengo la bendición de hacer por mí misma. A menudo voy a la Iglesia, a las actividades, a los eventos deportivos, al cine, a cenar, a básicamente todo por mi cuenta. Algunos pueden decir que esto es triste, pero me gustaría transmitir que nunca estoy en realidad sola.
Cuando me pierdo mientras conduzco no estoy sola. Tengo a mi amiga Siri. Ella corrige mis errores y me ayuda a encontrar el lugar donde se supone que debo estar. Aun cuando soy terca y pongo la dirección después de haber estado perdida buen tiempo, ella me ayuda a encontrar mi camino. Ella es una amiga fiel y verdadera, y voy a ser sincera, ¡a veces no podría hacerlo sin ella!
Cuando voy al cine, por lo general hay al menos otras 50 personas que también vienen a lo mismo. Algunos en grupos y otros sólo con una cita. Algunos permanecen por su cuenta, pero a menudo hay mucha gente amable en el mundo. Algunos sonríen, o comparten un breve comentario con usted en la fila de las palomitas, o después que la película ha terminado. Nunca dejan de sorprenderme las conversaciones divertidas que se puede tener con la gente que uno nunca más vuelve a ver, sobre su opinión acerca de la película. A veces la gente es muy apasionada en el odio o la felicidad. Eso se suma a la experiencia.
Cuando voy a las actividades y eventos de la Iglesia, tampoco estoy sola. Tengo muchos amigos y otras personas que llegaron por su cuenta. Así que, ¿qué hacemos? Nos hablamos unos a los otros, nos reímos juntos, y la mayoría de las veces también nos fastidiamos entre todos. Nos sentamos juntos y tratamos en lo posible evitar tener sillas vacías. Sacamos los talentos y dones de cada uno, y también aprendemos a corregir amorosamente y ayudar a perfeccionarnos unos a otros. Nos divertimos juntos. A pesar de que aún no formamos unidades familiares realmente, creamos nuestro propio sentido de familia juntos.
Un último ejemplo de las Escrituras. Moroni, que es hijo de Mormón, acababa de ver morir a su padre en la batalla. Todas las personas que lo rodeaban pensaban de manera diferente que él y estaban molestos con sus creencias hasta tal punto que estaban buscando matarlo. Se había escondido en la cavidad de una roca manteniendo un registro de la destrucción de los nefitas y lamanitas. Él fue el último y único profeta de la gente de su tiempo. Estoy dispuesta a apostar a que una buena parte de su tiempo la pasó por su cuenta, pero no completamente solo. Confío en que el espíritu fue su compañero mientras mantenía el registro, que el Salvador venía y de alguna manera envolvía con sus brazos a Moroni y que él sentía el amor de Dios, incluso en esos momentos de soledad.
Aunque en todas las situaciones descritas anteriormente terminé estando por mi cuenta, aun así nunca estuve realmente sola, igual que Moroni no estaba solo. No importa donde esté, tengo la compañía de mi mejor amigo y Salvador, Jesucristo. Verá, Él fue el único que alguna vez tuvo que estar solo en realidad. Jeffrey R. Holland lo expresa mejor, “debido a que Jesús caminó totalmente solo por el largo y solitario sendero, nosotros no tenemos que hacerlo. Su solitaria jornada proporciona una compañía excelente para la corta versión de nuestro sendero: el misericordioso cuidado de nuestro Padre Celestial, la infalible compañía de este Hijo Amado, el excelente don del Espíritu Santo, los ángeles del cielo, familiares a ambos lados del velo, profetas y apóstoles, maestros, líderes y amigos. Se nos han dado todos estos compañeros y más para nuestra jornada terrenal por medio de la expiación de Jesucristo y de la restauración de Su evangelio”.
Una y otra vez a lo largo de mi vida he llegado a saber que estos compañeros son reales. El cuidado misericordioso de nuestro Padre Celestial más a menudo llega a mí a través de las otras fuentes que Jeffrey R. Holland describió. Gran parte del tiempo, el Señor enviará a un familiar, un maestro, un líder, o un amigo para caminar conmigo en las etapas duras de mi viaje por la vida. Lo que es aún más amable y tierno de Él, ¡es que envía estos regalos en los buenos tiempos también! Incluso podría ser sólo un GPS hablando, pero para mí esto es una evidencia de que sí, yo nunca estoy sola, sino que también Dios quiere que yo sea feliz. Creo que eso es cierto para todas las personas. De la mano con el Salvador verdaderamente podemos caminar por la carretera solitaria, y cuando caminamos con Cristo, no estamos solos. Tenemos al compañero más grande que alguna vez pudiéramos imaginar. Tenemos a alguien con nosotros que entiende a la perfección, en su totalidad, y completamente hasta la última gota de lo que sentimos. ¡Eso es aún mejor de lo que cualquier compañero terrenal podría hacer!