Mi esposa y yo recientemente fuimos a Austin, Texas para asistir a un concierto junto con otra pareja. Llegamos al lugar y vimos una fila que daba vuelta a manzana. Después de entrar a un estacionamiento subterráneo y prácticamente, rogar para quedarnos ahí, llegamos al lugar otra vez y procedimos a caminar tres cuadras hasta el final de la fila. Después de esperar por un rato, las mujeres tuvieron que usar el sanitario. Treinta minutos después, ellas volvieron con nuevos zapatos que habían comprado (estaba confundido, pero mi amigo que había estado casado por algunos años más que yo, no estaba sorprendido).
Después de una larga espera, finalmente llegamos al inicio de la fila, pasamos por la seguridad y por fin llegamos a la taquilla.
El chico de Austin (no sé de qué otra forma describirlo) en la taquilla le dió un vistazo a nuestros boletos, y dijo, “uy, amigo. Este es el lugar equivocado”.
Resulta que nuestro lugar estaba al otro lado de la fila. Nosotros asumimos que teníamos que estar en la fila en la que habíamos esperado porque era en donde todos los demás estaban. Y sí… nuestra entrada no tenía fila.
Esta experiencia viene a mi mente una y otra vez. El pensamiento de esperar en la fila equivocada sólo porque otras personas están esperando ahí trae a mi corazón la realización de cuantas otras filas he esperado sólo porque los demás están ahí.
Especialmente las largas filas de la felicidad.
Veo desfiles de personas haciendo fila esperando su turno para echar un vistazo de felicidad, cuando en realidad ni siquiera están en la fila correcta para dar un vistazo.
Ellos pasan mucho tiempo estresándose por tener citas, y tratando muy duro de casarse, que pierden la felicidad de que podrían haber tenido pasando tiempo de calidad con amigos y familia.
Ellos trabajan en sus empleos tan enfocados en el dinero que se están perdiendo de la felicidad que podrían haber tenido si estuvieran jugando en el jardín con sus hijos.
Ellos toman la ruta segura porque eso es lo que todos los demás están haciendo. Y continúan esperando la felicidad, sin saber hasta que llegan al destino, de que están en la fila equivocada. (Digo “ellos”, pero todos sabemos que estoy hablando de “nosotros”).
Ponte a pensar: ¿Cuándo fue la última vez que había una fila cuando visitaste a un miembro de la familia, o fuiste a una residencia de ancianos, o dijiste “te amo”? La verdadera felicidad no tiene filas.
Voy a compartir con ustedes algunas de las tres palabras más peligrosas en la vida:
“Seré feliz cuando…”
Si estás esperando casarte para encontrar la verdadera felicidad, estás en la fila incorrecta. Escoges ser feliz antes de casarte, independientemente de todo lo demás, y escoges ser feliz después del matrimonio, independientemente de todo lo demás.
Si estás esperando para que ese trabajo sea agradable, y has estado esperando por un tiempo, estás en la fila incorrecta. En vez de esperar por esa alegría después de dejar el trabajo, encuentra cosas que ames acerca de tu trabajo, o se agradecido de que tu trabajo te permite hacer cosas que amas una vez que llegas a casa.
Ellos, tú, yo, nosotros, elegimos dónde estar. Así que escojamos estar en lugares santos; mantengámonos en lugares felices. Y cuando dejemos la fila de las masas y busquemos nuestra propia felicidad, allí no habrá que esperar en absoluto, porque la felicidad se convertirá en el viaje y no en el destino. No hay fila hacia la felicidad.
Artículo escrito por Zack Oates para ldsliving.com. Traducido al español por Wendy Almazán Cano.
Imagen vía lds.org