Por Ariel Szuch
La soltería en la cultura mormona puede ser una experiencia singular. Como una adulta joven de veintitantos años, en una religión que hace hincapié en el matrimonio y la familia (y con razón), a veces me siento como si estuviera en este extraño lugar intermedio del cual las personas no hablan mucho – el limbo entre después de la graduación y antes del matrimonio donde estoy tratando de averiguar qué hacer a continuación. No donde los demás esperan que esté.
Yo era una de esas personas que pensaba que iba a estar casada antes de terminar la universidad, y que luego iría con mi esposo a la escuela de posgrado, y comenzaríamos nuestra familia, y la vida sería maravillosa. Admito libremente que tenía esa expectativa, y no me siento mal por ello. No es que estaba sentada esperando a que aparezca mi príncipe azul para llevarme; yo seguía adelante con mi vida, trabajando duro para mi educación, y sólo pensé que este siguiente paso iba a suceder de forma natural, al igual que las muchas metas que he tenido en la vida hasta el momento. En realidad, casi sucedió, pero cuando no funcionó, yo sabía que mi vida iba a terminar siendo muy diferente de lo que esperaba.
Sí, la soltería puede ser difícil, especialmente cuando te estás acercando a la edad en que culturalmente (NO doctrinalmente – es diferente) “deberías” estar fuera de esa etapa. A veces, ha sido difícil no cuestionarme si algo está mal conmigo ya que no estoy casada, ni saliendo con alguien o cuando veo a mis amigos (… y amigos más jóvenes … y los hermanos mucho más jóvenes de mis amigos …) casándose y teniendo familias cuando no hay perspectivas de lo mismo en un futuro cercano para mí. ¿Es la forma de mi cuerpo? ¿Mi personalidad más reservada? ¿Mi obsesión con los juegos de palabras? Tengo amigos que tienen tantas oportunidades para salir en citas que no saben qué hacer, y a veces siento como si? yo tuviera que dar volantines para conseguir que alguien me mire. ¿Por qué parece que a la gente no le interesa conocerme? No estoy diciendo que eso es cierto, pero es como me he sentido a veces, y sé que otros han sentido lo mismo.
Realmente es fácil desanimarse. Es muy fácil llegar a ser apáticos y caer en una especie de patrón de espera, esperando el tiempo y la siguiente etapa por venir.
Pero, ¿sabes de lo que me he dado cuenta? Esta etapa de la vida no es un marcador de posición. Tampoco es un tiempo para estar ocioso y perder el tiempo persiguiendo una vida de excesos, pereza y apatía .No. Esta, como todas las etapas de la vida, es una temporada valiosa de crecimiento, preparación y cambio.
Fui a una presentación que fue parte del Altavoz de Liderazgo y Series de Diálogo de las Mujeres de Utah, y se tituló “Centavos y Sensibilidad”. No sólo me gustó mucho el título por mi carrera en Lenguaje también me encantó la práctica perspectiva que oí de cuatro mujeres en una sesión titulada “Un hombre no es un plan financiero”. Una de las que habló era soltera, nunca se casó; una, divorciada; una, viuda; y a una, el esposo quedó discapacitado. El punto era que la vida es impredecible, y es fundamental que las mujeres tengan las capacidades de ser autosuficientes y estar preparadas para mantenerse a sí mismas y a sus seres queridos.
Mientras estaba sentada en esa presentación y escuchaba a esas mujeres hablando de sus experiencias de vida, tuve la impresión fuerte de que este es mi tiempo para aprender. Esta etapa de la vida, donde sólo soy responsable de mantenerme a mí misma, es un regalo para mí para aprender habilidades importantes de la vida, averiguar lo que realmente quiero y cultivar mis intereses. No se trata sólo de centrarme en mí y de divertirme un poco antes de establecerme; se trata de aprender lecciones críticas sobre mí misma y la vida, lecciones que me prepararán para tener una familia fuerte, exitosa, en el presente y en el futuro. ESTAR SOLTERA TAMBIÉN SE TRATA SOBRE LA FAMILIA. Mis decisiones en esta etapa de mi vida tendrán un impacto duradero en mi familia presente y futura. Lo que hago ahora formará la manera en que veo las relaciones familiares, la cultura de la familia, las finanzas de la familia, todo. Estoy aprendiendo lo que soy y lo que es realmente importante para mí, y estas decisiones darán forma al resto de mi vida.
Me encanta lo que Jane Clayson Johnson, corresponsal extranjera de CBS, convertida en madre y esposa dice acerca de esto en su libro titulado “Soy una madre”. Ella escribe: “Hay temporadas en la vida. Nunca dejes que nadie te niegue las bendiciones y la alegría de una temporada, porque ellos creen que debes estar en, o permanecer en otra temporada”.
El hecho de que me encanta las mañanas de verano no significa que no pueda disfrutar de un paseo en una noche de invierno. Cada etapa de la vida es una temporada, y con cada transición, se intercambian alegrías y luchas por la otras. El truco consiste en desarrollar el hábito de elegir la felicidad – para encontrar el propósito, la alegría y el amor – en cualquier etapa de la vida en que estemos, y tener el coraje de seguir adelante cuando es tiempo del cambiar de temporada.
¿Y si nunca llego a casarme? Bueno, eso sería difícil. Y yo creo que nunca voy a dejar de querer casarme. Y me sentiré solo a veces. Sin embargo, recuerdo la impresión que tuve hace años que todavía me ayuda en momentos de duda: “Ariel, todavía tienes que hacer muchas cosas por ti misma. Pero no temas, porque yo estoy contigo”. Si Dios está conmigo, puedo estar soltera, pero nunca estoy sola.
Quizás el matrimonio venga más adelante, o quizás no. Y si viene, quizás las cosas no salgan como me las esperaba. Pero ¿adivina qué? Nada de eso importa porque tengo la promesa de Dios, de que si sigo mis convenios, voy a tener la bendición de una familia eterna. NO IMPORTA LO QUE SUCEDE EN ESTA VIDA. Las promesas de Dios son seguras. Ciertas. Selladas. Hechas. No sé cómo, pero todo saldrá bien al final. Y, como alguien dijo una vez: “Si no está bien, no es el final todavía”. Y cuento con eso.
Entonces ¿por qué estoy soltera? Honestamente, no sé todas las razones. Y no quiero decir que estoy sacando lo bueno de una mala situación. Quiero a hacer todo lo posible para que esta de la vida tan llena de oportunidades cumpla las medidas de su creación, y quiero hacerlo aprendiendo, haciendo, explorando, creciendo, amando, riendo, y VIVIENDO, con todo lo que hago ahora (y en el futuro) como soltera, con la mira puesta en la gloria de Dios y la meta de la vida eterna con él y la gente que quiero. Porque de eso se trata la vida, ¿no?
Así que ya saben. El matrimonio vendrá en el futuro, pero la felicidad comienza ahora. Entonces comencemos con eso.