Estudiar las Escrituras no siempre es fácil. Entre el trabajo, los estudios, la familia y el celular que no deja de sonar, encontrar tiempo para profundizar en la palabra de Dios puede parecer una meta lejana. Pero hay un grupo de personas que lo hace todos los días: los misioneros.

¿Y si tomáramos algunas ideas de su rutina para mejorar la nuestra? Aquí van cinco formas simples de estudiar como un misionero, sin tener que salir con placa.
1. Estudia pensando en alguien
Los misioneros no estudian solo para ellos. Cada día se preparan pensando en las personas que enseñan. Eso cambia por completo su enfoque: ¿Qué necesita esta persona? ¿Qué está pasando en su vida? ¿Qué querría Dios decirle hoy?
Haz lo mismo. Piensa en alguien cercano: un amigo, tu mamá, un compañero de trabajo. Estudia con esa persona en mente. Vas a notar que los versículos cobran un nuevo significado, y puede que encuentres justo lo que esa persona necesita escuchar.
2. Estudia para compartir, no solo para aprender

A veces leemos las Escrituras solo para cumplir. Pero los misioneros estudian con un propósito: compartir lo que aprenden. Y eso nos aplica a todos los que queremos seguir a Cristo.
Memoriza tu versículo favorito. Busca respuestas a preguntas reales. Prepárate como si alguien fuera a preguntarte por qué crees lo que crees. Cuando el evangelio está en tu corazón, el Espíritu puede ayudarte a expresarlo con poder. Como dijo el élder Neil L. Andersen:
“Cuando crees verdaderamente en un versículo, lo compartes con poder, y el Espíritu lo confirma.”
3. Estudia con un compañero
Los misioneros tienen dos bloques de estudio: personal y en compañerismo. No tienes que ser misionero para hacer lo mismo. Puedes estudiar con tu pareja, tu hermana, tu mejor amigo o alguien del barrio.
Y si no tienes con quién, recuerda que siempre tienes un compañero prometido: el Espíritu Santo. Cuando lo invitas a tu estudio, el aprendizaje se vuelve más claro, más profundo y más personal (lee Juan 14:26 si necesitas recordarlo).
4. Estudia para encontrar consuelo

En la misión, hay días duros. Días de soledad, de rechazo o de agotamiento. En esos momentos, muchos misioneros vuelven a sus escrituras favoritas como quien vuelve a una carta de casa.
Tú también puedes hacerlo. Hay versículos que consuelan como si Dios mismo te hablara. Busca esos pasajes que te levantan el ánimo y tenlos siempre a mano. Incluso puedes hacer tu propia colección de “versículos de emergencia”. Algunos ejemplos: 2 Nefi 4, Mosíah 24:13–14, Alma 36:3, DyC 6 y Helamán 5:12.
5. Estudia como si tu día dependiera de eso
Los misioneros saben que su éxito diario depende del estudio. Lo ven como su preparación espiritual para todo lo que viene. ¿Y si tú también lo hicieras?
Estudia como si tus decisiones, tu ánimo, tu paciencia y tu fe dependieran de ese momento con las Escrituras. Porque, en parte, así es. El manual Predicad Mi Evangelio promete que el estudio constante de la palabra de Dios traerá abundancia, luz, verdad, protección y fortaleza espiritual. Esas son cosas que todos necesitamos, misioneros o no.
Dale una oportunidad
Estudiar como un misionero no significa que tengas que hacerlo por horas. Significa estudiar con intención, con propósito, con alguien en mente y con el deseo de aplicar lo que aprendes.
Escoge una de estas ideas y ponla a prueba esta semana. A veces, basta un pequeño cambio para que tu estudio deje de ser rutina y se convierta en revelación.
Fuente: LDS Living



