Esta es la historia de Israel Santana.
Nací y me crié en el estado de Bahía, Brasil, y a los 17 años me mudé a São Paulo. Siempre creí en Dios, pero mi familia nunca asistió a una iglesia en específico. Haberme mudado a São Paulo fue apenas el inicio de una jornada que transformaría mi vida.
Conocí La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en el 2013 gracias a mis amigos que eran hijos del obispo.
Ahí conocí a William, un amigo que se volvió fundamental para mi comprensión de la Doctrina de Cristo.
Decidí bautizarme el 9 de julio de 2013. Si bien fortaleció mi fe, trajo muchos desafíos personales y familiares, tanto así que tuve que salir de casa y encontré apoyo en la familia de William.
Ellos me recibieron con los brazos abiertos y me volví parte de su familia.
El ejemplo, las enseñanzas, el apoyo y el amor que recibí de ellos fue sumamente importante para mi comprensión del evangelio. Fortalecí mi testimonio y me mantuve firme en los principios que aprendí, y decidí servir una misión de tiempo completo; fui asignado a servir en Curitiba.
Una nueva vida profesional
El evangelio de Jesucristo no solo guió mi vida espiritual, sino que influyó en mis decisiones profesionales.
Desde que llegué a São Paulo, entré al mundo de las ventas de tecnología, lo que me direccionó al área de desarrollo de software, algo que siempre quise hacer pero que nunca me sentí con la capacidad de lograr.
Al terminar mi misión, conocí a Natasha; comenzamos una relación y nos casamos en febrero de 2021 para el tiempo y la eternidad.
Después me mudé a Curitiba, me casé y acepté el desafío de seguir mi sueño y aprender a programar. Nos preparamos financieramente por dos años para dejar mi empleo en ventas y me dedique a estudiar y cumplir mi sueño.
Teníamos una reserva de seis meses y nuestro dinero estaba calculado al mínimo para nuestros gastos mensuales. Ese fue un tiempo de mucho esfuerzo académico para aprender las habilidades necesarias y para posicionarme en el mercado de trabajo.
No fue fácil. Estudiaba de ocho a nueve horas diarias y llevé cursos extras para aprender todo lo que podía.
Un ayuno específico
En medio de este proceso, tres meses antes del plazo que determinamos para cumplir con nuestros planes, los propietarios del departamento que alquilábamos nos solicitaron la devolución del mismo.
Mudarnos y todo lo que conllevaba era algo que no estaba en nuestro presupuesto. En ese momento, buscamos a Dios, una fuente de ayuda que sabíamos que no fallaría.
Ayunamos y oramos mucho, y con nuestra fecha límite casi llegando, mi esposa Natasha ayunó con un pedido específico para que yo encontrara un empleo en dos semanas.
El milagro llegó al último día de aquellas dos semanas al encontrar una vacante en LinkedIn. Al inicio quise ignorarla y dejarlo para más tarde, pues era de madrugada, pero sentí una fuerza que me empujó a la computadora para enviar mi currículum.
Después de una serie de entrevistas y prácticas, fui contratado en esa misma semana.
Recibí un adelanto de salario en el mes en que nuestros recursos estaban por acabarse. Conseguimos pagar nuestras cuentas, superar las adversidades financieras y fortalecer nuestra fe.
Confiar y tener fe
Esta jornada, llena de desafíos y superaciones, me enseñó la importancia de combinar los esfuerzos con la confianza en mi Padre Celestial.
Creo que toda esta experiencia se basa en lo que el élder Richard G. Scott, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó al decir:
“La bendición se cumple si hacemos lo que nuestra capacidad, aumentada por el poder del Señor, nos permita”.
Dios no solo me dio una oportunidad, sino también me capacitó para enfrentar los desafíos y obstáculos que vendrían en mi vida. El evangelio de Jesucristo y todo lo que aprendo de Él fortaleció mi fe, mi testimonio y mi capacidad de confiar y ser fiel.
La noche en que sentí la inspiración para postular a la vacante del empleo fue una de las mayores impresiones que sentí del Espíritu Santo. Esto resaltó la importancia que estar preparado para recibir bendiciones divinas.
El mensaje fue claro:
“Con esfuerzo, fe y preparación, es posible superar cualquier desafío”.
Fuente: Mais Fé