Muchas personas han escuchado una frase que se repite con cariño, humor o resignación:

“Dios me traerá a mi esposa o esposo”

Otros lo dicen con cierto cinismo: 

“Si Dios quiere que me case, Él sabe dónde encontrarme”.

La fe en las promesas del Señor siempre es valiosa, pero convertir esa espera en pasividad puede llevar a una idea equivocada. Confiar en Dios no significa evitar el riesgo emocional, ni renunciar a participar en el proceso.

No esperes sentado: cómo encontrar el amor con fe y acción

pareja
La fe mueve montañas, pero nuestras decisiones y pequeños pasos abren los caminos donde el Señor puede guiarnos. Imagen: Midjurney

Hace un tiempo, un hombre soltero, en sus 50, comentó dijo con tristeza: 

“Hice todo bien. Fui misionero, pagué mi diezmo, serví fielmente. Pero nunca me casé. Estoy solo”.

Su desilusión se basaba en una suposición equivocada sobre que ciertos mandamientos garantizan la bendición del matrimonio. Las escrituras enseñan otra cosa:

“Hay una ley, irrevocablemente decretada… sobre la cual todas las bendiciones se basan” – DyC 130:20-21.

pareja abrazada
Imagen: Canva

El matrimonio eterno no es una bendición automática por servir misión, pagar diezmo o ministrar. Todas esas cosas te ayudan a desarrollar valores, madurez y buen carácter, pero no reemplazan el esfuerzo real de conocer personas, salir a citas, mostrar interés y permitir que alguien te conozca de verdad. 

Para encontrar una pareja, además de vivir el Evangelio, también se necesita actuar y participar en el proceso.

De hecho, el Señor invita a buscar:

 “Buscad, y hallaréis”Mateo 7:7.

Salirse del bote también es un acto de amor

pareja en el atardecer
El amor crece cuando vencemos el miedo y nos atrevemos a dar un paso fuera de lo seguro, tal como hizo Pedro cuando eligió confiar. Imagen: Canva

La invitación de no quedarse quieto implica actuar y atreverse. Y eso fue exactamente lo que hizo Pedro cuando vio al Salvador caminar sobre el agua.

Antes de vivir el milagro, tuvo que dar el paso más difícil, el cual es salir del bote, dejar la seguridad conocida y ponerse de pie sobre un mar agitado y oscuro, sin ninguna garantía de que funcionaría.

Así ocurre al invitar a alguien a salir, al mostrar vulnerabilidad o al abrirse a la posibilidad del rechazo. Algunos temen repetir heridas del pasado; otros simplemente no quieren sentir dolor. Pero ninguna historia de amor real nace dentro de un bote quieto y seguro.

Amar requiere exponerse, aun cuando existe la posibilidad de ser rechazado o lastimado.

El Señor guía, pero espera participación

pareja en el atardecer
Dios abre puertas, pero también nos invita a caminar hacia ellas con humildad, preparación y un corazón dispuesto a amar mejor. Imagen: Canva

Elder Richard G. Scott relató el caso de un hombre que se quejaba:

“¿Por qué el Señor no me da una esposa?”

Como si se tratara de un objeto que Dios entrega sin considerar la agencia de la otra persona. El mismo Elder Scott explicó que aquel hombre no estaba haciendo su parte, ya que había descuido personal, falta de preparación, cero esfuerzo por mejorar. 

La enseñanza es clara. El Señor puede abrir puertas, pero nosotros debemos caminar hacia ellas.

Los que con mayor frecuencia encuentran buenas parejas son quienes buscan, honran la agencia del otro y trabajan en sí mismos para convertirse en alguien capaz de amar bien.

Incluso en las historias donde el Señor une caminos de manera hermosa, siempre hay momentos en los que alguien tiene que dar un paso difícil. 

“El Señor no puede guiar tus pasos si estás quieto”.

El riesgo emocional también es parte del Evangelio

ley de castidad
Amar implica vulnerabilidad, y esa valentía es parte del proceso por el cual Dios ensancha nuestra capacidad de sentir y de entregar nuestro corazón. Imagen: Canva

Esperar a que Dios deje a tu futuro cónyuge en tu puerta no solo es poco realista, es contrario al modo natural en que Él opera. Si queremos amor, debemos invertir, arriesgar y confiar en que el Señor multiplicará nuestros esfuerzos.

El amor verdadero no se encuentra evitando el dolor. La cuota de entrada es el riesgo emocional. Y aunque no haya un método infalible para amar sin posibilidad de herida, si existiera, quien lo descubriera sería millonario, sí hay un camino seguro: actuar con fe y permitir que Dios te guíe mientras te mueves.

Porque, cuando llegue la persona correcta, el riesgo valdrá cada segundo.

Fuente: Meridian Magazine

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