Jesucristo llama a Sus discípulos al arrepentimiento.
Temas del Evangelio nos dice que el arrepentimiento denota “un cambio en la manera de pensar, una nueva perspectiva de Dios, de uno mismo y del mundo”.
Esto incluye el proceso de “volver nuestro corazón y voluntad a Dios, y renunciar al pecado al que estamos naturalmente inclinados”.
El arrepentimiento no es opcional, es un mandamiento.
En Alma 26:22 aprendemos que aquellos que se arrepientan, ejerzan fe y hagan buenas obras, llegarán a “conocer los misterios de Dios”.
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Claramente, el arrepentimiento es un principio del Evangelio que debemos aceptar y practicar activamente.
Sin embargo, con frecuencia, definimos el arrepentimiento como una experiencia dolorosa y negativa que debemos evitar si podemos. El arrepentimiento es mucho más que eso.
De hecho, el presidente Russell M. Nelson dijo que el arrepentimiento es “un privilegio que no tiene fin”.
¿Cómo podemos replantearnos el arrepentimiento para verlo como un reencuentro gozoso con Dios? Aquí tienes tres ideas:
Aprende sobre la naturaleza de Dios
Tenemos padres celestiales amorosos. Cuanto más aprendamos acerca de la naturaleza de Dios, más confianza tendremos en el plan de salvación y el deseo del cielo de ayudarnos a lograr nuestras metas justas.
Para la mayoría de nosotros, el temor a Dios y Su reprimenda viene porque no lo conocemos.
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Concéntrate en tu progreso eterno
Cuando hablamos del arrepentimiento diario, no se trata de crear una lista de todas las formas en las que hemos fallado y de castigarnos por ello.
Nuestros Padres Celestiales nos han enviado a la vida terrenal para tener éxito.
Necesitamos arrepentirnos de nuestros pecados. Sin embargo, también necesitamos tener una visión de nuestro destino eterno y trabajar para alcanzarlo.
¿Cómo podemos lograrlo? Puedes leer tu bendición patriarcal e identificar tus dones y talentos naturales. Busca metas y promesas en las que puedas trabajar.
Arrepiéntete inmediatamente
En algún momento u otro, todos pecaremos. Cuando llegue ese momento, no dudes en recurrir a Dios. No permitas que Satanás te haga sentir vergüenza y te aleje de los múltiples recursos a tu disposición.
Tan pronto como sepas que has hecho algo malo, acércate con valentía al trono de Dios y pide perdón.
No vivas en el autodesprecio, sino esfuérzate por cambiar y evitar el pecado en el futuro.
Debemos recordar las palabras del élder Dieter F. Uchtdorf:
“El verdadero arrepentimiento tiene que ver con la transformación, no con la tortura o el tormento”.
¿Cómo has reformulado el concepto del arrepentimiento en tu vida? ¡Cuéntanos en los comentarios!
Fuente: LDS Daily